
Ingredientes: conectivismo, pedagogía crítica y aprendizaje invisible.
Tenemos la educación entre fogones, todos los días, todo el rato, a todas horas. Sin embargo, llevamos tiempo siguiendo recetas que se demuestran insanas. Ya, siempre ha sido así.
Nuestro mundo cambia rápido, muy rápido. Vivimos con personas que nacieron y crecieron sin teléfono fijo y otras que han nacido con un smartphone pegado a la mano… Creo que mantener los mismos platos no aplica para los retos de hoy. No es que necesitemos inventar ingredientes (afortunadamente), ya existen herramientas potentes como el conectivismo, la pedagogía crítica y el aprendizaje invisible que siempre podemos aliñar con un poquito de edupunk (DIY: hazlo tú misma).
Solemos mirar al estudiantado como nuestro futuro social, olvidando que también es el presente y la huella de nuestro pasado… ¿Queremos repetir errores o cambiar la situación?
1. Conectivismo: No necesitas saber todo, pero sí dónde encontrarlo
Tenemos la información y la desinformación a un clic, somos conscientes de que el conocimiento está por todas partes. Pero ¿sabemos buscar y conectar las piezas que nos hacen falta para aplicarlo?
Siemens y Downes proponen que el conocimiento no está solo en la cabeza de las personas, sino en las conexiones que son capaces de hacer entre ellas, con los recursos, comunidades digitales, etc. Invitando a conectar con personas, ideas y herramientas de forma activa y estratégica.
- A través de redes de aprendizaje
- Con uso crítico de la tecnología
- Aprendiendo a filtrar
¿Qué sucede en la escuela?
Los contenidos se memorizan y se plasman en un examen, esa suele ser la fórmula que se aplica para que el estudiantado demuestre que los ha asumido. Pero, ¿enseña esto a filtrar información y conectar ideas?
Desde las escuelas suele ignorarse la importancia de sobrevivir a la avalancha de datos.
Es más, la tecnología puede verse incluso más como una distracción que como algo que forma parte de nuestras vidas y, como tal, no es más que otra herramienta educativa. Herramienta que deben aprender a usar con sentido crítico y cribando la información que reciben en ella. Es fundamental ese aprendizaje.
Me surgen dudas: ¿Queremos que el estudiantado sea eficaz ante el caos informativo de la era digital? ¿Cómo pretendemos hacerlo? ¿Está el personal docente listo para ello? ¿Saben?
Las escuelas suelen ignorar la importancia de enseñar a navegar en este océano de datos. Al estudiantado se le obliga a memorizar, pero no se les enseña a filtrar información o a conectar ideas. La tecnología a menudo se percibe como distracción y no como una aliada educativa. Si añadimos la falta de formación digital en docentes, el problema se amplifica: ¿cómo puedes enseñar algo que no dominas? En vez de convertir al alumnado en nodos activos de aprendizaje, el sistema actual les trata como simples receptores pasivos.
El conectivismo nos invita a movernos entre redes, la pedagogía crítica nos exige preguntarnos hacia dónde y para qué.
2. Pedagogía crítica: Cuestionar, reflexionar y transformar
La educación no cambia el mundo, cambia a las personas que van a cambiar el mundo. –Paulo Freire.
La pedagogía crítica es un ingrediente más que necesario para lograr que el estudiantado piense, cuestione, opine y, algo más necesario: actúe.
A no ser que queramos robots acumuladores de datos, sin personalidad, voz, emociones y capacidad de acción… ¡uy! Igual es que se prefiere que memoricen algo en vez de detectar, por ejemplo, una injusticia social.
¡Vamos a por más ingredientes!
- Espacio de diálogo horizontal
- Reflexión para el cambio
- Fomento del pensamiento crítico
¿Qué sucede en la escuela?
Pienso que intentarse, se intenta. Aunque no resulte lo más cómodo. Quizá, lo más cómodo es seguir en un sistema jerarquizado, autoritario (con más o menos disimulo) donde el estudiantado tiene pocas oportunidades de participación activa y muchas menos de crítica.
¿Puede una criatura recién llegada a la ESO (11,12 años) comportarse con este espíritu crítico mientras se le restringe beber agua o ir al baño? Recientemente escuché “decidles a vuestras hijas e hijos que lo único que tienen que hacer es estar en silencio 55 minutos”
Me niego a llamar educación al silencio y la obediencia.
Además de cuestionar, tenemos que aprender a mirar hacia esos aprendizajes que ocurren y no se miden con un examen, pero forman parte del menú diario: el aprendizaje invisible.
3. Aprendizaje invisible. Está en todas partes, aunque no lo veamos
No está en un examen, no se evalúa, pero es la vida real. Esas habilidades que se adquieren de una charla online, un vídeo de YouTube, minutos (u horas) de scroll en TikTok. Porque sí, no es inocuo.
Cristóbal Cobo y John Moravec, desarrolladores del concepto de aprendizaje invisible afirman que se aprende más y mejor de lo que imaginamos fuera de las aulas formales que dentro.
Puede que el sistema educativo tradicional no reconozca las habilidades que se adquieren viendo tutoriales, jugando a videojuegos, colaborando en proyectos… Ojo, también puede tener a una persona que programa videojuegos y suspende asignaturas básicas. ¿Qué sucede entonces? ¿Los conocimientos de esta persona no son válidos?
Tanto interés por lo formal y lo medible está dejando a un lado intereses y, probablemente, a todas aquellas personas que no están en la parte media de la campana de Gauss. Cabe tener en cuenta:
- No todo aprendizaje se puede medir con una nota
- El aprendizaje está más allá de los libros de texto
- Cada persona tiene sus propias necesidades, ritmo y motivaciones
¿Qué sucede en la escuela?
El sistema prioriza lo formal y lo medible de forma tradicional, es decir, que repitan los supuestos conocimientos adquiridos en un examen. ¿Dónde quedan las habilidades prácticas para un futuro? Quizá en el mismo lugar que el aprendizaje informal: ignoradas. Invisibles ante el sistema, al igual que muchas de las necesidades del estudiantado, sin embargo, son estas habilidades las que les ayudarán a enfrentarse al mundo. La habilidad de hacer o la de invisibilizarse. Así de triste, así de duro.
Se aprende dentro y fuera del aula, ¿Qué está sucediendo dentro? ¿Estamos cambiando el enfoque o solo el envoltorio? ¿Cómo se pasa del movimiento al “siéntate bien”? ¿Dónde se pierde la chispa?
En infantil se cocinan ambientes bonitos, pero ¿y las personas?
Si en algún lugar del sistema parece que las cosas cambian, es sin duda en la educación infantil. Parece que en los ciclos de infantil se experimenta una revolución llena de ambientes innovadores, rincones temáticos y patios espectaculares.
¿Esto es real o es solo una revolución estética? De poco sirve la preocupación por entornos espectaculares si para ello se deja de lado los intereses y necesidades individuales de las criaturas.
Ojo, que los rincones bonitos son preciosos, por supuesto, al igual que la pedagogía que llevan detrás, solo que, a veces, se olvidan de poner el foco en las criaturas. Vaya.
Es genial tener rincones bonitos, presumirlos, pero más importante es tener una formación sólida para acompañar con rincón bonito o sin rincón bonito.
Un aula no es un escaparate dónde lo bonito se impone a lo significativo, o no debería serlo. Las propuestas, ambientes, provocaciones, etc. Deben primar la pedagogía a la estética, los intereses particulares de cada niña y niño a las necesidades de la persona adulta.
Las niñas y niños no necesitan una escuela de revista, la necesitan disfrutable.
En primaria aprenden a sentarse y callar
Si han tenido la suerte de llegar a primaria sin haberlo aprendido, es aquí donde empieza una de las lecciones más silenciosas, alarmante y peligrosa de la educación formal: sienta, calla y no rechistes.
¿Dónde queda la exploración, la curiosidad y las ganas de aprender? ¿En horas en una silla sin oportunidad de movimiento? ¿Estamos confundiendo aprendizaje con obediencia? ¿Valoramos más la disciplina que la curiosidad?
Va, que incluso las personas adultas tratamos de escaquearnos de este tipo de situaciones (baño, café, etc.)
A mí no me vale el “siempre ha sido así” o el “antes era peor, les pegaban”
Considero preocupante para su presente y para su futuro que les llegue el mensaje de que no importa lo que piensen o lo que entiendan, que lo importante es seguir las instrucciones y comportarse “correctamente”. ¿Dónde queda aquí la creatividad, la capacidad de crítica y la participación?
Que sí, que la escuela puede necesitar de ciertas normas u orden… pero ello no da derecho a cargarse el entusiasmo y la individualidad de las personas. Las niñas y niños no son personal militar en formación. Necesitan moverse, experimentar, preguntar, equivocarse, liarla y desliarla. Sin embargo, en muchos casos lo que se les exige es silencio. ¡Dejemos a las niñas y a los niños ser niñas y niños!
¿Qué es ESO? Normas y responsabilidades a corta edad
No todos los institutos, pero si muchos. Criaturitas de 11 ó 12 años que llegan a un lugar con adolescentes mucho más mayores y con una autonomía nueva ¿Qué podría salir mal?
Hace unos días, en un aula con personas de entre 11 y 14 años se me ocurrió preguntar que tal el insti. Necesité frenarles y decir que iba a escucharles, pero por orden.
A ver, he sido adolescente (bueno, lo soy con muchos años de experiencia), no esperaba que se pusieran a contarme maravillas, pero había quejas que se repetían.
- Cinta ¿Sabes que compartimos mobiliario con cárceles? Bueno, no solo mobiliario, vas por los pasillos y hay gente tirada (expulsada) y profes paseando.
(es su visión, no va de enjuiciarles)
- ¡Tienes que contar que no nos dejan beber ni ir al baño!
- Pedí la revisión de un examen, no me la hizo y me puso un negativo para que aprenda a no quejarme
- ¿Sabes lo que han hecho con mi adaptación curricular? Ponerme más deberes, como siempre
- Me aburro, siempre explican lo mismo
- No me deja resolver los ejercicios de una forma que no sea la suya
- Dice que no he comprendido un libro, pero quien no lo ha comprendido es el profe
Y no, ninguna queja va por el “me tiene manía”
Mientras escuchaba pensaba: jo, es que además son muy pequeñas y pequeños. No debe ser una tarea fácil el cambio de cole al instituto, tan jóvenes, asumiendo de golpe tareas que requieren un nivel emocional importante a la vez que, o se preguntan quién son o no han empezado a preguntárselo.
Quizá estamos exigiendo más de lo que pueden dar. O quizá es un adiestramiento eficaz para convertirles en seres silenciados.
¿Dónde queda el entorno seguro donde puedan realizarse con respeto, empatía y sentido crítico?
Salto a la universidad para dejar una breve reflexión
Conectivismo, pedagogía crítica, aprendizaje invisible, aprendizaje a lo largo de toda la vida, edupunk, otra mirada a la educación, otra forma de hacer, cambiar las cosas, … terminología habitual en mi grado, Pedagogía. ¿Sabéis la forma de evaluar? Pues memorizando y vomitando contenido. Todo bien, gracias.
Sabemos lo que falta, pero ¿Cómo lo hacemos?
Me dan ganas de decir que los derechos se ganan ejerciéndolos y quedarme tan ancha… pero no podemos dejar eso en manos del alumnado (aunque lo estamos haciendo)
Queramos o no queramos, la educación no solo enseña, transforma.
Trabajo por un modelo en el que el estudiantado no sea un mero número, sino una persona con derechos, intereses, sueños y sí, insisto: espíritu crítico. Le pido al sistema:
- Formación docente, que les capacite para integrar en las aulas tecnologías y enfoques críticos.
- La inclusión de competencias prácticas, alfabetización digital, pensamiento crítico.
- La garantía de que todo el estudiantado tenga seguridad personal, necesidades cubiertas y acceso a los recursos necesarios.
Escuelas, institutos e incluso universidades, no deberían ser un lugar donde el estudiantado va a “cumplir”. Deberían serlo de inspiración, reflexión, experimentación y preparación. Puede que el conectivismo, la pedagogía crítica y el aprendizaje invisible sean ingredientes necesarios, también que necesitemos un poco de edupunk (DIY hazlo tú misma), de conciencia del aprendizaje a lo largo y ancho de la vida.
Igual toca dejar de cumplir y empezar a construir. Hagamos un buen plato del entorno educativo que permita humanizar las aulas y construir un sistema donde cada persona encuentre su lugar y florezca.
M Cinta Marí Marco
Estudiante grado Pedagogía UNED