De tal palo, tal astilla (II)

De tal palo, tal astilla (II)

Luis Andrés Cisneros

 

Dejamos el artículo anterior con la salida de España de la reina Isabel II, tras la Revolución de 1868 dando lugar a un gobierno provisional presidido por Francisco Serrano. Se convocaron Cortes Constituyentes que proclamaron la Constitución de 1869.

El 16 de noviembre de 1870 fue elegido nuevo Rey de España, por amplia mayoría Amadeo de Saboya, que reinaría como Amadeo I. En 1871 fue coronado y renunció en enero de1873. En febrero de ese mismo año se proclamó la Primera República que acabó el 29 de diciembre de 1874 con el pronunciamiento del general Martínez Campos, dando lugar a la restauración de la dinastía borbónica en la figura de Alfonso XII.

Aunque no es el objetivo de este artículo glosar sobre la I República recordemos que se proclamaron 29 cantones, incluso Castellón formó el suyo, el cual duró 5 días del 21-07 al 26-07 de 1873. Hasta tal punto llegó el desmadre que, el propio presidente de la I República, Estanislao Figueras, se escapó del Palacio de las Cortes y desapareció.

Su salida de la Presidencia fue rocambolesca, tras pronunciar en las Cortes la frase «señores, voy a serles franco: estoy hasta los cojones de todos nosotros», abandonó el edificio y se largó a Francia, dejando su dimisión en su despacho. Años más tarde, Mariano Rajoy, huyó del mismo sitio, pero se trasladó a un restaurante cercano, dejando al país bajo los pies del comunismo. A eso se le llama «valentía». No se sabe si ahogaría sus penas con algún «Bourbon» de más.

Volvamos a los Borbones. El 29 de diciembre de 1874 el General Martínez-Campos, en Sagunto, realizó un pronunciamiento militar tendente a la Restauración de la Monarquía a favor del acceso al trono del príncipe Alfonso que, en enero del año siguiente, fue proclamado rey con el nombre de Alfonso XII.

El monarca, que había estudiado en Viena, llegó con los objetivos de conseguir la modernización de España. Se propuso consolidar la monarquía y la estabilidad y, durante su mandato se aprobó la Constitución de 1876. Consiguió finalizar la guerra carlista y consiguió, con la Paz de Zanjón, finalizar las hostilidades en Cuba.

Sobrevivió a dos atentados anarquistas y fue querido por el pueblo. Como anécdota principal, en 1885 se desató una epidemia de cólera que llegó hasta el mismo Aranjuez y el Rey, en contra de la opinión de su gobierno, se desplazó hasta allí para acoger a los enfermos y repartir ayudas. Vamos, igual que ahora con el virus.

Tuvo mala suerte en su primer matrimonio ya que su esposa, María de las Mercedes de Orleans moría apenas cinco meses después de su boda aquejada de tuberculosis. Posteriormente, Alfonso XII desposó a María Cristina de Habsburgo-Lorena, con la que tuvo tres hijos, entre ellos al futuro Rey de España, Alfonso XIII.

Poco después del incidente de Aranjuez, el 25 de noviembre de 1885 el Rey moría aquejado de tuberculosis, a la temprana edad de 27 años, dejando a su hijo Rey de España desde su nacimiento (17 mayo 1886), ostentado la regencia su viuda María Cristina. Sin ninguna duda fue quizás, junto con Carlos III, un buen Rey para España. Rompe el refrán «de tal palo, tal astilla».

La prematura muerte de su padre hizo que, el mismo día de su nacimiento, el 17 de mayo de 1886 fuera reconocido Rey, caso que ha sido único en el mundo. Se enfrentó con cuatro problemas de envergadura que fue incapaz de resolver: la falta de representatividad política, la paupérrima situación de las clases populares, la guerra del Rif y el catalanismo. Salvo la guerra de Marruecos, su actual descendiente afronta problemas similares.

A todo ello se unió el desastre del 98, con la pérdida de Cuba, Filipinas, Puerto Rico y Guam, lo que sumió al país en una depresión en todos los sentidos. La incapacidad de los partidos turnistas, condujo a la dictadura de Primo de Rivera, que contó con el apoyo del monarca y, no lo olvidemos y la colaboración del PSOE.

En mayo de 1906, Alfonso XIII, se casaba con la princesa británica Victoria Eugenia de Battenberg. Cuando regresaban de la boda, sufrieron un atentado del que salieron ilesos, aunque hubieron muertos y heridos.

Las primeras décadas del siglo XX, España estuvo convulsionada por numerosas revueltas sociales. Siendo la más importante la que ocurrió en Barcelona en 1909 a la que se llamó «la Semana Trágica» y que tuvo como origen las protestas por la Guerra de Marruecos.

Alfonso XIII consiguió que nuestro país se mantuviera neutral durante la Primera Guerra Mundial, lo que propició que la economía prosperara. En esa época se produjo la mayor pandemia del siglo XX y que fue conocida como «la gripe española», debido a que al no estar sujeta la prensa de nuestro país a ningún tipo de censura, se informaba con más libertad sobre la enfermedad. Vamos que no había censura, como ahora.

Llegamos a 1921, cuando se produjeron una serie de desastres en la guerra del Protectorado de Marruecos, como el de Annual. Se abrió una investigación sobre las causas del desastre, pero la investigación llevada a cabo por el general Picasso, quedo olvidada ya que el Rey había sido el que propició el mando de los militares responsables e influyó en distintas decisiones militares.

Ante los acontecimientos, el monarca auspició, en septiembre de 1923 que el general Primo de Rivera diera un golpe de estado y el monarca le encargó la formación del gobierno. Este hecho consiguió que el «Expediente Picasso» no viera la luz y que la comisión parlamentaria que se realizaba no pudiera sancionarlo, ya que el monarca hubiera quedado en una posición delicada.

Durante la Dictadura se puso fin a la Guerra de Marruecos, con el desembarco de Alhucemas y la captura de Abd el-Krim. El general Primo de Rivera contó con la colaboración entusiasta en su acción de gobierno con el PSOE y de la UGT, ya sabemos que los socialistas, por estar en el poder, no le hacen ascos a nada.

Ante la oposición incipiente a la figura de Primo de Rivera, el Rey, para salvarse por encima de todo, al más puro estilo Sánchez, lo apartó del gobierno y nombró, como presidente, al general Berenguer, dando paso a la denominada «dictablanda».

En ese momento se produjeron pronunciamientos militares (Cuatro Vientos, Jaca) y hubo fusilamientos de algunos responsables Los partidos republicanos firmaron el llamado «Pacto de San Sebastián» y el Rey cambió otra vez al Presidente del Consejo, nombrando al Almirante Aznar, quién convocó elecciones municipales para el 12 de abril de 1931.

Una vez celebradas las referidas elecciones municipales y al conocerse la victoria en las ciudades de las candidaturas republicanas y ante el aparente abandono de los políticos monárquicos, Alfonso XIII, cual perfecto Borbón, salió de Madrid la noche del 14 de ese mismo mes con dirección a Cartagena, desde donde zarpó para Marsella, dejando al país sumido en un futuro incierto.

En su reinado dejó más sombras que luces y sentenció el futuro de su país tras haber dejado en la estacada a muchos de los suyos y haber dado vaivenes constantes, con el único objetivo de preservar lo suyo, tal como ha sido una constante familiar a lo largo de la historia.

En el siguiente artículo daremos un vistazo a los últimos Borbones, repasando los hechos de una dinastía real y confirmaremos el titular de esta serie de artículos: «De tal palo, tal astilla»

 

          Y hoy más que nunca, acabemos con las autonomías antes de que ellas acaben con nosotros.

Luis Andrés Cisneros