
Una mirada reflexiva para construir una relación basada en la confianza y el respeto, más allá de los consejos tradicionales.
Tu perro y tú: entre consejos, mitos y certezas
Si convives con perro, probablemente hayas recibido más de un consejo no solicitado respecto a su comportamiento (en muchas ocasiones comportamiento natural) o sobre cómo deberías educarlo. Este texto no pretende imponer o ser uno de esos consejos, sino invitar a la reflexión.
“Tu perro es dominante”, “tu perro está estresado”, “tu perro no debe ladrar”, “te toma el pelo”, “necesita mano dura”, “te falta carácter”. Frases comunes y categóricas que pueden hacer que cualquier persona empiece a dudar de sí misma y de la relación con su perro. ¿Estaré haciéndolo mal? ¿Es mi perro un caso perdido? ¿Soy incapaz?
La realidad es que la mayoría de las personas que convivimos con perro, por no decir todas, recibimos estos tipos de mensajes. Y no, no surgen de la nada, sencillamente reflejan una forma de entender la relación entre las personas y los perros que ha sido moldeada por la cultura y las creencias de cada época. Como cita Henry Giroux, 2019: «No existe la educación neutral. Siempre está influida por valores y expectativas que, en ocasiones, ni siquiera cuestionamos»
Educación canina y creencias: ¿Cuestión de valores?
Cuando se habla de educación canina, de forma generalizada se piensa en técnicas, métodos, formas… pero se tiende a obviar que hay detrás de todo eso. Sin embargo, la enseñanza y el aprendizaje – ya sea con personas o con animales – no puede separarse de la influencia del entorno y de sus creencias culturales, factores que moldean la forma de actuar.
En términos generales, puede hablarse de dos principales enfoques en la educación canina:
- Educación respetuosa: Promoviendo la cooperación, el aprendizaje libre de miedo, el bienestar emocional del perro y ayudando a fortalecer el vínculo con su persona. Llevando a que la convivencia sea una experiencia grata para ambos.
- Castigo y dominación: Promoviendo que el perro debe ser tratado con autoridad para evitar que se “rebele” o se vuelva “dominante”, incluso empleando para ello el uso de aversivos. Esta técnica puede parecer que ofrece resultados a corto plazo, sin embargo, es un gran generador de miedo, estrés, ansiedad y, no menos importante, pérdida de la confianza del perro en su persona.
La elección del método va más allá de aquello que funciona mejor o más rápido, ¿Qué relación quieres construir con tu perro? ¿Quieres que colabore contigo por confianza o por miedo?
Han sido años, demasiados, en los que la educación canina ha sido “dominada” por aquello de que el perro debe obedecer porque si, sin cuestionar. Expresiones como “tiene que saber quién manda”, “si no lo corriges a tiempo, se subirá a la chepa” siguen reforzando la idea de una relación basada en control y jerarquía. Afortunadamente, en la actualidad, sabemos que los perros, al igual que las personas, aprenden mejor en un entorno donde sientan seguridad, comprensión y respeto.
Reflexionar sobre la educación de nuestro perro, sobre nuestra forma de relacionarnos o, incluso sobre aquello que nos molesta puede marcar la diferencia entre una educación basada en el respeto y el bienestar o una basada en el miedo y la imposición.
Mitos y creencias que afectan la relación con tu perro
Numerosos estudios sobre comportamiento canino demuestran que la educación basada en respeto genera perros más equilibrados y felices, sin embargo, aún quedan mitos comunes y cuestionables que afectan de forma negativa a la relación entre perros y personas, tres de los más comunes son:
- «El perro debe saber quién manda” Esta afirmación se basa en la idea de que el perro busca subir de rango o desafiar la autoridad de la persona. Sin embargo, ¿Realmente pedir comida de la mesa o tirar de la correa (por poner dos ejemplos) son una estrategia para dominar a una persona? En estos ejemplos probablemente quiera esa comida tan rica o llegar antes a un sitio. Al final, como ser vivo, lo que buscan es bienestar, seguridad y comunicación clara… Imponerse con dureza es, sencillamente eso, imponerse con dureza, queda lejos de ofrecer una estructura, confianza y un ambiente seguro en el que se pueda vivir y aprender sin miedo.
- “Si no lo corriges a tiempo se volverá dominante” El término dominancia (más allá de su significado “real”) se ha usado durante años y, se sigue usando, como explicación rápida para justificar prácticamente cualquier conducta que no se desea de un perro: pedir comida, tirar de la correa, subir al sofá, ladrar, no obedecer, etc. Comportamientos que nada tienen que ver con el “control de recursos sin fuerza ni agresión” (dominancia), sino con una falta de aprendizaje, o por factores como podrían ser: miedo, estrés, la edad, etc. Queda lejos de tratar de imponerse a su persona y cerca de la respuesta a: ¿Le he enseñado lo que le pido? ¿Está preparado para hacerlo? ¿Puede hacerlo?
- «Te está tomando el pelo» Creencia basada en la idea de que se necesita una educación firme, que corrija todo el tiempo y, en caso contrario se emplee el castigo para respetar a la persona. Quizá un perro se “porte mal” a ojo humano, pero ¿para fastidiar expresamente? ¿Tiene sus necesidades (como perro) cubiertas? ¿Puede haber aprendido que ese comportamiento le funciona para algo en concreto? ¿Sabe o puede actuar de otra manera en ese momento?
Educar desde la confianza implica observar a nuestros perros y dejar de lado aquello que les crea miedo, ansiedad y confusión. La educación y el día a día con tu perro no tiene por qué ser un campo de batalla, puede ser una oportunidad estupenda para fortalecer el vínculo.
Expectativas, influencias culturales y su impacto en la educación canina
La educación está influenciada por la cultura en la que se vive, la de nuestros perros también. Por lo tanto, creencias, expectativas y métodos o formas de entrenamiento que se consideran “normales” afectan a cómo “debería” comportarse el perro en esta (nuestra) sociedad tan forzada.
Tradicionalmente, la educación (tanto humana como canina) se ha basado en el control, la obediencia, la disciplina y los castigos, exigiendo comportamientos a los perros que se consideran buenos, pero son antinaturales.
- Expectativas en entorno urbano. Se espera de los perros que se queden tranquilos y sin romper nada cuando están solos en casa, que aguanten horas y horas el pipí, que se lleven bien con otros perros, que se lleven bien con las personas, que no tiren de la correa, que no ladren, que no se asusten de las cosas de la ciudad, que no tengan días malos, que no tengan comportamientos instintivos… Todo esto en un entorno creado por y para personas con normas, tiempos y restricciones de personas. ¿Cabe aquí la “obediencia ciega”? ¿Ayuda esto a cubrir sus necesidades? ¿Invita a la aparición del miedo, la frustración y los problemas de comportamiento?
- Amimefuncionismo y soluciones exprés
- Consejos de parque porque a alguien le funcionan.
- Cursos para corregir algo en pocos días
- Herramientas aversivas como pueden ser collares de ahogo, pinchos y eléctricos.
- Métodos basados en el miedo y la sumisión que ignoren el bienestar del perro.
¿Qué aprende un perro que deja de ladrar por llevar un collar anti-ladrido? ¿Aprende algo o solo es miedo?
Las soluciones rápidas, los truquitos, lo que le funcionó a la vecina no tiene por qué funcionar con nuestro perro, es más, puede empeorar la situación.
- Estandarización del comportamiento: lo que se espera de ellos por ser perrosCarácter, raza, experiencias, sensibilidad, salud, edad, son solo algunos de los factores que van a influir en el comportamiento de los perros. Aunque trates de educarles igual, no van a comportarse de la misma manera.
Hacia una educación basada en el respeto y la confianza
Cabe tener en cuenta que educación de un perro queda lejos de buscar un comportamiento robotizado. Por lo tanto, quizá toque replantear estas influencias culturales:
- ¿Se está priorizando la comodidad humana sobre el bienestar del perro?
- ¿Se encuentra en un entorno hostil?
- ¿Se le exige más de lo que puede dar?
- ¿Quiero soluciones rápidas o comprender sus necesidades?
Construir una relación más allá de la obediencia puede resultar más complicado de lo que parece, especialmente ante la “crítica social”, sin embargo, se puede empezar por tres puntos clave:
- Observar al perro
- Retirar aversivos, castigos y correcciones
- Tener en cuenta su etapa de desarrollo y necesidades
Conclusión
Perros y personas tenemos relaciones únicas y especiales. No dejes que los estereotipos, mitos o consejos desactualizados definan el buen trato con tu perro. La educación queda lejos de la imposición de la autoridad y cerca del aprendizaje conjunto.
Cuestiona, analiza, aprende. Si necesitas ayuda en este camino o encontrar una forma para lograr esa convivencia en paz, estoy aquí para ayudarte, Cinta Marí, tu educadora canina en Castelló.
M. Cinta Marí Marco.
Educadora Canina.