El pasado jueves 27 de octubre la portada del diario El Mundo demostró la existencia de un conglomerado político y de intereses que trabaja a pleno rendimiento para cumplir el objetivo de desalojar a Pedro Sánchez de la Presidencia del Gobierno.
El periódico no se anduvo por las ramas y publicó con gran generosidad tipográfica lo siguiente: El PP teme la reacción de «la derecha política, judicial y mediática». El subtítulo aclaraba todavía más la situación: ‘El pacto para renovar los órganos judiciales está cerrado a falta del visto bueno de Génova. Los populares critican a quienes rechazan cualquier acuerdo con Sánchez: «Eso es trumpismo puro»’.
Desconozco si se trataba de una portada de advertencia a Núñez Feijóo o si se pretendía fortalecer su entonces voluntad negociadora, pero lo que todo el mundo ha visto es que al presidente nacional del PP lo obligaron a dar marcha atrás de forma abrupta y decir digo donde hasta ese momento había dicho Diego. Desde mi punto de vista ha sido la constatación de la existencia de eso que a mí me gusta definir como derechío, facherío y Brunete Mediática.
Estamos ante un gatillazo inducido de Nuñéz Feijóo que se produce después de que hubiera repetido hasta la saciedad que habría acuerdo sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial y de que su número 2, Cuca Gamarra, en Espejo Público de Antena-3, dos días antes, el 25 de octubre, dijera que esta negociación y la reforma del delito de sedición “son dos cuestiones distintas donde el Partido Popular tiene un papel diferente”.
Nunca entendí el enrocamiento de Pablo Casado y hasta hace unos días pensaba que Núñez Feijóo constituía por su aparente solvencia una seria amenaza electoral para la izquierda, pero los hechos hablan por sí solos y empiezo a creer que en el conglomerado político y de intereses al que antes me refería hay fuerzas ocultas que dan órdenes que los dirigentes del PP tienen la obligación de acatar.
Lo sorprendente es que para imponer su voluntad los espíritus ocultos dinamiten la imagen y la credibilidad de sus cabezas de cartel. Primero dieron el jake mate a Casado y ahora han dejado seriamente tocado a Núñez Feijóo, por mucho que Gamarra se apresurara a hacer honor a su coloquial nombre esgrimiendo una excusa poco elaborada para justificar el portazo al Gobierno.
El conglomerado comenzó en 2018 poniendo en duda la legitimidad de un mecanismo constitucional como la moción de censura y continuó considerando ilegítima la investidura de Pedro Sánchez que se produjo el 7 de enero de 2020. Parecen dispuestos a cobrarse la ansiada pieza que hoy reside en La Moncloa al precio que sea y muchas mentiras mediante. Pero habrán de mejorar la estrategia, porque socialista sigue a los mandos mientras Rivera y Casado permanecen olvidados en el limbo de la política patria.
Eso sí, los amanuenses de la causa seguirán escribiendo y vociferando sobre ETA once años después de su óbito. A veces me pregunto si la echan de menos.
Rafa García. Periodista
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