Franco, ese hombre (IV)

Dejamos nuestro último artículo dedicado a la figura del General Franco con el final de la Segunda Guerra mundial, en el momento en que, por parte de las llamadas democracias, o mejor dicho vencedoras de la contienda se produjo el boicot hacia España, siendo la época en que las necesidades tanto del país como de...

Dejamos nuestro último artículo dedicado a la figura del General Franco con el final de la Segunda Guerra mundial, en el momento en que, por parte de las llamadas democracias, o mejor dicho vencedoras de la contienda se produjo el boicot hacia España, siendo la época en que las necesidades tanto del país como de los habitantes eran perentorias.

No les importó a los que vencieron a la Alemania de Hitler, cerrar todo punto de colaboración con lo españoles, sin importarles para nada que la hambruna se podía haber cebado en nuestros compatriotas. El «pecado» de España había sido adoptar la postura no beligerante de Franco durante el conflicto y haber autorizado la llegada de los voluntarios de la División Azul a Rusia, para combatir contra el comunismo.

Curiosamente nadie tuvo en cuenta el acuerdo entre la URSS y Alemania de repartirse Polonia en 1939, ni la guerra soviética contra Finlandia. Las atrocidades cometidas por los comunistas rusos, parece ser que figuraban dentro de lo «políticamente correcto» de la época, no en vano Stalin estaba en el grupo de los vencedores.

Mientras que la postura española hizo posible que la «Operación Torch» que fue el desembarco aliado en las playas de Casablanca, Orán y Argel, y que supuso el detonante de la derrota del Eje en el Norte de África siendo determinante para el curso de la guerra.

Pero, los países vencedores no tuvieron en cuenta todo lo hecho por Franco y lo demostraron con creces cuando en abril de 1945, en San Francisco se reunieron 51 naciones para acordar la creación de las Naciones Unidas (ONU); que en la actualidad se ha convertido en un órgano fundamental para el Nuevo Orden Mundial.

Entre los objetivos fundacionales de la ONU, figuraba realizar la cooperación internacional en la solución de problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el desarrollo y estímulo del respeto a los derechos humanos y a las libertades fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma o religión.

Pues bien empezaba la cosa cuando, el 12 de diciembre de 1946, y en contra de los principios de la carta de la ONU, se debatió el ingreso de España, la cual fue rechazada por 34 votos a favor de la propuesta de rechazo, 6 en contra (Argentina, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Perú y República Dominicana) y 13 abstenciones.

Asimismo, y con el claro intento criminal de hacer un boicot total a los españoles, recomendaron la retirada de embajadores a los miembros de la ONU. Argentina, bajo el mandato de Juan Domingo Perón, no sólo no retiro a su embajador, sino que colaboró con envío de alimentos a España y estrechó de manera eficaz sus lazos de unión con la Madre Patria.

Las adecuadas gestiones de Franco y su equipo junto con el trabajo y esfuerzo de los españoles consiguieron sacar adelante esta situación tan preocupante y seguir con la reconstrucción del país. Incluso en 1947, Eva Duarte de Perón, la mujer del mandatario argentino visitó nuestro país dando un espaldarazo a la gestión de las autoridades.

La situación vivida durante el bloqueo internacional obligó a Francisco Franco y sus gobiernos con una unidad sin fisuras del país digna de todo encomio a intentar sacar el mayor rendimiento posible a los recursos propios, lo que se conoció como autarquía.

Mientras que los falsificadores de la Memoria histórica o democrática censuran agriamente y quieren denostar los logros del franquismo, España logró salir adelante y llegar a convertirse en poco tiempo en una potencia industrial a nivel mundial.

Hubiera sido digno de ver las «recetas» que el actual gobierno social-comunista hubiera pergeñado para solventar la papeleta. No son difíciles de imaginar: subida salvaje de impuestos, incremento de precios de todos los servicios públicos, enchufar a dedo un sinfín de desalmados, destruir el sistema educativo, crear subvenciones para colectivos de cualquier tipo, lo que hubiera llevado al país a la más absoluta de las miserias.

No le quepa ninguna duda querido lector que, con estos amigos de lo ajeno, España figuraría en las colas del hambre de los países del mundo. Todo lo que quedaba en nuestro país hubiera salido hacia los paraísos fiscales donde se encontraba la parte importante que esquilmaron los gobernantes de entonces.

Al llegar 1950 y en vista de que, como había pronosticado el Caudillo, el avance del comunismo era evidente en el mundo, en noviembre de 1950, la ONU adoptó la resolución 386, en la que se retractaba de su anterior propuesta y levantaba las restricciones a España. Posteriormente en 1956 nuestro país fue admitido como miembro de pleno derecho, siendo el primer embajador el diplomático José Félix de Lequerica

La resolución se adoptó por una inmensa mayoría 38 votos a favor, 10 en contra (Bielorrusia, Checoslovaquia, Guatemala, Israel, Méjico, Polonia, Ucrania, Unión Soviética, Uruguay y Yugoslavia) la totalidad del bloque comunista y 12 abstenciones. Un éxito total de las gestiones diplomáticas del gobierno de Franco. Otra derrota más del comunismo a manos de Francisco Franco.

Y llegamos a 1953, cuando se firman los «Acuerdos de Madrid», entre los EEUU y España gracias a las buenas gestiones del que luego fuera primer embajador de España en la ONU, el Sr. Lequerica, que convenció a las autoridades useñas sobre la importancia estratégica de nuestro país y su posicionamiento ante el avance comunista.

Dichos acuerdos facilitaban créditos a España en condiciones favorables (recordemos que no se había podido beneficiar del Plan Marshall), además de recibir material para el Ejército, más moderno, y suministro de alimentos, maquinarias y apoyo logístico. En compensación los americanos podrían usar las bases militares conjuntas de Rota, Morón, Torrejón y Zaragoza.

El espaldarazo definitivo a la posición de la España franquista fue la visita los días 21 y 22 de diciembre de 1959 del general Dwight D. Eisenhower, apodado como Ike por el pueblo americano. Más de un millón de personas llenaron las calles de Madrid para recibir a quien era un héroe de la II Guerra Mundial. Esa visita marcó el despegue económico español de los 60, que se conoció como «el milagro español». El General Eisenhower, era un profundo admirador de la figura militar del Caudillo.

En la foto que acompaña este artículo puede apreciarse la diferencia de trato entre Franco y su ilustre visitante con el «asalto» al presidente Biden, indecente bochornoso que protagonizó el Doctor Fraude.

Una anécdota: en vida del General Franco, dos presidentes más lo visitaron en nuestro país, Richard Nixon y Gerald Ford. Por cierto, los tres presidentes que nos visitaron pertenecían al Partido Republicano.

Su Sanchidad «el guapo» ni lo puede llegar siquiera a soñar. Además, ahora está de vacaciones, ni Kabul le quita el sueño, ni sus estancias pagadas a cuerpo de rey.

          ¡¡¡   VIVA ESPAÑA   !!! y acabemos con las autonomías antes de que ellas acaben con nosotros.

Luis Andrés Cisneros