Localizan una víctima de la DANA dada por desaparecida hace 41 años

Localizan una víctima de la DANA dada por desaparecida hace 41 años

El hombre, declarado muerto en 1994 tras más de diez años de desaparición, estuvo vivo hasta que su familia descubrió que falleció durante la DANA en Valencia.

 

En un giro del destino que parece sacado de una novela, Miguel Morales, un vecino de Dúrcal (Granada), ha reaparecido en los titulares 41 años después de su desaparición. Declarado legalmente muerto en 1994 tras una década sin señales de vida, su cuerpo fue hallado en noviembre de 2024 en Quart de Poblet (Valencia), víctima de la devastadora dana que azotó la región el pasado 29 de octubre. Esta historia, tan insólita como conmovedora, ha dejado a su familia entre el alivio de cerrar un capítulo y la incertidumbre de no haber conocido nunca las razones de su ausencia. Un caso sorprendente que se dio a conocer en el programa de televisión de Ana Rosa Quintana, donde una de las hijas relató cómo descubrieron la historia de su padre.

Una Desaparición Sin Pistas

Miguel Morales nació en 1952 en Dúrcal, un pequeño municipio granadino de unos 7.000 habitantes situado en el Valle de Lecrín. En 1984, con tan solo 31 años y dos hijas pequeñas, abandonó su hogar sin llevar consigo ningún documento oficial: ni DNI, ni cartilla bancaria, ni indicio alguno de su destino. Según declaraciones de una de sus hijas, no era la primera vez que su padre se marchaba. “Tenía la costumbre de irse dos días o un mes, pero siempre volvía”, explica. Sin embargo, aquella vez fue diferente: Miguel no regresó.

La familia, desconcertada, intentó buscarlo sin éxito. No había movimientos en sus cuentas bancarias, ni registros médicos, ni rastro alguno en organismos oficiales. “Nuestra hipótesis es que ha vivido como indigente todos estos años”, afirma su hija, quien tenía apenas un año cuando su padre desapareció. En 1994, tras una década sin noticias, un juzgado de Granada lo declaró legalmente fallecido, conforme a lo estipulado por el Código Civil español, que permite esta resolución cuando una persona lleva diez años en paradero desconocido sin señales de vida.

La Sombra de los Problemas Psiquiátricos

La vida de Miguel Morales no estuvo exenta de dificultades. Según su hija, padecía problemas psiquiátricos que lo llevaron a ser internado en un centro de salud mental en Granada en al menos dos ocasiones durante su infancia. Estas condiciones podrían explicar sus desapariciones intermitentes, aunque nunca se confirmó si fueron un factor determinante en su marcha definitiva. “Se iba y luego volvía”, recuerda su hija, quien subraya que no había indicios de que su padre hubiera iniciado una doble vida o abandonado a la familia por motivos sentimentales.

La falta de registros administrativos refuerza la teoría de que Miguel vivió al margen de la sociedad. “Un funcionario de la Seguridad Social me llamó después de la dana para decirme que a los 65 años le hubiera correspondido una paga de jubilación, pero nunca la solicitó”, conforme declaraciones de su hija en el programa de Ana Rosa Quintana. Este dato, junto con la ausencia de cualquier trámite oficial durante cuatro décadas, sugiere que Morales pudo haber llevado una existencia invisible, quizás en las calles, sin contacto con instituciones ni seres queridos.

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El Hallazgo Tras la Tragedia

El 29 de octubre de 2024, una depresión atmosférica de niveles excepcionales, conocida como DANA (Depresión Aislada en Niveles Altos), desencadenó inundaciones catastróficas en la Comunidad Valenciana, dejando un saldo oficial de 224 fallecidos y tres personas desaparecidas, según datos del Gobierno de España actualizados hasta marzo de 2025. Entre las víctimas, un cuerpo encontrado en un campo de naranjas en Quart de Poblet, a pocos kilómetros de Valencia, resultó ser el de Miguel Morales. La identificación se logró gracias al análisis de sus huellas dactilares por parte de la Guardia Civil, un procedimiento estándar en casos de catástrofes masivas.

La familia recibió la noticia en noviembre de 2024. “Pensamos que era una equivocación”, confiesa. “Con todo el caos de la dana, creímos que se trataba de un error en los datos”. La incredulidad inicial dio paso a la certeza cuando una jueza forense confirmó la identidad del fallecido. El cuerpo, probablemente arrastrado por la corriente desde otra localidad, puso fin a 41 años de misterio.

Un Cierre Agridulce

Para la familia de Miguel, el hallazgo ha traído una mezcla de emociones. “Es un alivio saber qué pasó, pero también hay frustración por no haber tenido una explicación de él en todos estos años”, admite su hija. La familia había intentado seguir adelante: conservaron su pasaporte y el libro de familia como recuerdos de un pasado que creían cerrado, y su madre rehízo su vida. Sin embargo, la reaparición de Miguel, aunque trágica, ha reabierto heridas y preguntas sin respuesta.

El caso de Morales no es solo una anécdota extraordinaria; también pone de relieve las dificultades para rastrear a personas desaparecidas que viven al margen del sistema. Según el Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), dependiente del Ministerio del Interior, en España hay más de 6.000 casos activos de desapariciones sin resolver, muchos de los cuales podrían involucrar a personas en situación de vulnerabilidad, como aquellas con problemas de salud mental o en exclusión social.

La historia de Miguel Morales, el hombre que murió dos veces —una en los registros oficiales de 1994 y otra en las aguas de la dana de 2024—, es un recordatorio de cómo el destino puede tejer narrativas impredecibles. Su vida, marcada por la ausencia y el silencio, encontró un epílogo en una tragedia natural que, irónicamente, lo devolvió a su familia tras cuatro décadas de incertidumbre. Aunque las razones de su desaparición permanecerán en el ámbito de la especulación, su caso deja una huella imborrable en la crónica de lo insólito.

Fotografía portada: Archivo DANA Valencia 2024 – X/@EjercitoTierra.