Falomir acierta eligiendo a María Jiménez como número 2 del PSPV-PSOE y al confiar las políticas antidespoblación a Miguel Sandalinas.
Sabíamos que Vox es un partido racista, xenófobo y poco amigo de la democracia, pero desde la vuelta de Donald Trump a la Casa Blanca también hemos descubierto que es abiertamente antiespañol.
Siempre instalados en la mentira, AbasKal y sus secuaces se envuelven en la roja y gualda para ir de patriotas, aunque no lo son. El amor al país no se demuestra luciendo pulseritas en la muñeca, sino remando a favor de obra para mejorar la vida de la gente.
Me refiero a los patrioteros que apoyan los aranceles con los que Trump ataca a la economía española y a quienes callan y miran para otro lado: el diputado por Castellón, Alberto Asarta; la presidente de las Cortes Valencianas, Llanos Massó; o los disruptivos concejales de Castelló, Ortolá y Vidal. Del burrianero Jesús Albiol no diré nada, no quiero bajar mucho el nivel.
Resulta vergonzante la actitud de los representantes castellonenses de Vox, Asarta, Massó y Ortolá, que callan y miran para otro lado mientras AbasKal y el partido ultra apoyan los aranceles con los que Trump ataca a la cerámica de Castellón.
Son anticastelloneros. Porque saben que Castellón es la cuarta provincia española más afectada por la guerra comercial, ya que sus exportaciones a Estados Unidos superaron en 2024 los mil millones de euros.
Fue el segundo mejor año de la historia con una facturación de material cerámico de 470 millones de euros. Teniendo en cuenta que este mercado absorbe el 13’5 % de las exportaciones del sector, el silencio Vox Castellón resulta atronador y vergonzante.
¿Dónde han quedado el honor y los valores del general Asarta, hoy diputado ultra por Castellón, que lo mismo apoya los aranceles norteamericanos que vota contra la subida de las pensiones?
El tal Asarta llegó a general de división en 2009, siendo presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Entonces, no se manifestaba ante las sedes del PSOE en actos incívicos de acoso a la militancia.
Luego están Carlos Mazón y Begoña Carrasco, constructores de una nociva estabilidad en la Generalitat Valenciana y el Ayuntamiento de Castelló, de la mano de la opción más peligrosa. Una pesadilla que habrá que superar de la mano del Partido Socialista.
Lo sabe el PSPV-PSOE, que el sábado celebró en Segorbe su quinto congreso provincial y trasladó a la sociedad un potente mensaje de unidad, con el abrumador respaldo del 96’49% a la nueva ejecutiva. Un buen punto de partida que debe culminar con la construcción de un discurso potente y atractivo para la ciudadanía.
Desde 2015, el socialista Miguel Sandalinas ha llenado Montanejos de vida y actividades mientras en Oropesa, Araceli De Moya, de Ciudadanos, calma sus ansias de sueldazo público y poder mediante un pacto con el PP local del siglo XX y Vox.
El reelegido secretario general, Samuel Falomir, acierta con el nombramiento de su número dos, María Jiménez, quien atesora una amplísima experiencia. En 2019 arrebató la alcaldía de Oropesa al Partido Popular y en 2023 hizo del PSPV-PSOE el indiscutible primer partido.
No obstante, fue descabalgada por las ansias económicas y de poder de la única concejala de Ciudadanos, Araceli De Moya, que chequera de los contribuyentes en mano, conformó un gobierno retrógrado con el PP del siglo XX y los ultras de Vox.
La nueva secretaria de organización conoce que queda mucho por hacer y la importancia de pisar el territorio y mantener un permanente contacto con las agrupaciones, la militancia y la gente de la calle.
En esta línea, considero igualmente muy acertado el nombramiento de Miguel Sandalinas como secretario de Política Municipal, Reto Demográfico y Despoblación, porque desde su llegada a la alcaldía en 2015 ha sabido dinamizar y llenar de vida el pueblo de Montanejos con la ya asentada feria del queso y todo tipo de actos musicales, sociales y deportivos.
Rafa García. Periodista
