¿Recuerdas a Tombatossals? El gigante bonachón que une generaciones en la Magdalena de Castellón

¿Recuerdas a Tombatossals? El gigante bonachón que une generaciones en la Magdalena de Castellón

Tombatossals es el principal personaje de una mitológica leyenda sobre la creación de Castellón.

 

La leyenda sobre la fundación de Castellón ha sido transmitida oralmente a lo largo de generaciones. Sin embargo, alcanzó una relevancia notable en 1930 cuando Josep Pascual Tirado, publicó su obra «Tombatossals. Contalles de la tierra» («Tumba montañas. Cuentos de la Tierra»), ofreciendo la leyenda por escrito y obteniendo una gran repercusión.

La leyenda se desarrolla en la partida de Benadresa, en Castellón, entre las montañas de Penyeta Roja (Peñita Roja), con 288 metros sobre el nivel del mar, y Tossal Gross (Montaña Gorda), que alcanza los 1.255 metros. Según cuenta la tradición, estas dos montañas se enamoraron profundamente y, deseando tener un hijo, pidieron ayuda a Bufanúvols (Sopla Nubes), quien poseía el poder de generar tormentas, lluvias y truenos a su antojo. Así, convocando a todos los vientos, excepto al Tramontana, al que consideraba peligroso, provocó una gran tormenta donde los peñascos de ambas montañas se desprendieron y cayeron al valle. Cuando la tormenta cesó y el sol amaneció, de esos trozos nació un gigante fuerte y amable al que llamaron Tombatossals.

A medida que Tombatossals crecía, también lo hacían sus amistades. Entre ellas destacaban figuras como Bufanúvols (Sopla Nubes), su fiel compañero; Cagueme, un personaje algo tímido e indeciso, que solía repetir la frase «Farem lo que pugam» («Haremos lo que podamos»); Arrancapins (Arrancapinos), un ser tan fuerte que podía arrancar árboles enteros sin esfuerzo alguno; y Tragapinyols (Traga Huesos), quien poseía la habilidad de tragar grandes cantidades de frutas con hueso y que al escupirlos parecía una gran ametralladora.

Es así, que la aventura de Tombatossals y sus amigos fue cuando viajaron en un barco hecho de troncos arrancados por Arrancapins y transportados por el viento de Bufanúvols, hasta llegar al Castell Vell (Castillo Viejo), donde vivía el rey Barbut. A partir de ahí, la leyenda se complica con varias aventuras, como el enamoramiento de Tombatossals por la Sirena del Mar, a quien le regaló un pinar que llamó Pinar del Grao, y el enfrentamiento con el príncipe Garxolí del Senillar, quien quería apoderarse de los dominios del rey Barbut y casarse con la Infanta Inés.

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El conflicto culminó en una lucha en las Islas Columbretes, donde Cagueme murió, y el resto del grupo se refugió en la Cueva de las Maravillas. Aunque la conexión entre esta leyenda y la fundación de Castellón es compleja, la crítica histórica se oculta en la figura del rey Barbut, que representa al rey Jaime I. Los personajes de la leyenda simbolizan distintos aspectos: Arrancapins (la fuerza de las tierras), Bufanúvols (el clima cambiante), Tragapinyols (las luchas históricas), Cagueme (la postura comedida) y la sirena (la figura femenina).

Es así, que, en homenaje a la leyenda, Tombatossals tiene una estatua de 20 metros de altura y 20 toneladas, la más alta de hierro de Europa. Esta escultura, hecha por el escultor Melchor Zapata, se encuentra en la Avenida del Lledó desde 2003. La estatua recuerda al Coloso de Rodas, y por debajo de sus piernas pasa una calle transitada, con jardines a sus pies.

Por ello, durante las Fiestas de la Magdalena, la Federación de Collas, con la ayuda de los Bomberos, colocan un pañuelo verde al Tombatossals, el cual lleva hasta el final de las fiestas. Esta figura es tan representativa que anualmente cobra vida en desfiles, representaciones y eventos que recuerdan su historia. La leyenda ha trascendido los siglos, y el gigante sigue siendo un ícono de la ciudad, un personaje que une a generaciones enteras y mantiene viva la esencia de la cultura castellonense.

Hoy en día, Tombatossals no solo es un personaje mitológico, sino un verdadero símbolo de la identidad de Castellón, un gigante que, a pesar de su tamaño, sigue siendo un recordatorio de la bondad, la generosidad y la fuerza interior que caracteriza a su pueblo. La leyenda continúa viva, transmitida de generación en generación, uniendo pasado, presente y futuro en la memoria colectiva de Castellón.