Una mala postura

Una mala postura

Con la venia: ¡El 500's chapó a perpetuas!

 

Os hablo de un barbronco, en el que sus asiduos más bondadosos tienen pendientes -cada uno- un mínimo de quinientos años de petición fiscal.
Ya que adivináis el tenor de la leonera, os contaré por qué acabó su historia en cerrojazo.
Y cómo me afecta el asunto.

Ocurrió que al Mofletes -titular del negocio- no le entraba plata bastante en el cajón.
Se vio el mozo con poca harina, le entró mucha mohína y decidió ahorrar.
Así que se rayó con las líneas de un cierto plano anterior, y volvió a enganchar la luz del bar en los cables de la escalera del bloque. Por la jeró.
Además, el pregonao dél puso las pinzas de la misma mala manera -y en el mismo sitio- que la otra vez. Con un par.

Los vecinos -escocíos de entrepierna por varios años de aguantarle fandangasos al garito- se coscaron de la trampuña sin esfuerzo alguno, y un telefonazo poco anónimo le publicó el caso a la HidraEléctrica.
En menos que se da un tirito al aire, una furgo trajo al Supremo Equipo Inspector hasta la puerta del tugurio.
Casualmente en compañía de unos cuantos Zetas empirulaos.

Como azuleaba la calle hubo un poco de jiri, pero la cosa no llegó a ruina. Así que los de la Hidra hicieron lo suyo, y la metálica -falta de energía- tocó suelo a puro brazo.
Y al Mofletes no le cupo más que enseñar las Cachas Morenas camino de su queo, rezando porque se quedara así la cosa.

Pero no quedó, porque la HidraEléctrica tiene una sección que se ocupa de sus usuarios mangutas, desde la cual oficinilla -para curarle al Mofle su ataque de fimosis mental- le teclearon del tirón la receta de un multazo muy kingsáis.
A más a más, lo nombraron blanco de una denuncia -tan corrosiva que la carpeta olía a salfumán- en la que se remachaban las agravantes de reincidencia, intonsura y capullez -en grado sumo- del reo de marras.
Digo yo que al Flete le pintan bastos. Ya veremos si no se naja a la Ghardaïa.

Por aclarar un detallico marginal del caso os diré lo que fue cierto: los vecinos salieron a los balcones, aplaudiendo más que cuando la Pande, con buen compás y repiques bien cruzaos. Así ocurrió. Yo lo vi.
Pero que el suspiro de alivio que soltaron se registrara -en el midevientos del Aeropuerto- con cifras de Tormenta Caribeña, es pura leyenda.
Fue firme el resople, pero no pasó de ventarrón.

Bien pues, aclaremos ya los motivos del título de hoy.
Sabéis que el Chapazo del 500’s ha sido una bendición pa’ los vecindones, pero ignoráis que está siendo una desdicha mú grandísma pa’ mí.
Resulta ser que a falta del abrevadero de costumbre, los zanganazos que ayer eran parroquianos del antro susodicho, ejercen hoy de muflones peripatéticos en busca de redil.
Y, para mi mal, están pisando el Paradiso.

Mi Paradiso.
El local donde el tercio de Bud está a duro y medio, y el quinto de Esgal a duro justo.
La vitrina donde me esperan, hechos al día, unos pitifluses de hojaldre -rellenitos de pechuga de pollo braseá, con salsa barbacoa- que consuelan más que un buen divorcio.
El lugar de mi barito bareto refugio secreto: chiquito, cómodo, luminoso, limpito, barato, sin tele, ni músicas, ni broncas.

Pero ahorita mismo, los cáprunos referidos están poblándome el santo sitio, pidiéndose las birras a regüeldos, liando máis a dos manos, visitando el tigre con la picaora en ristre y anunciando berreo y brea.
Con tremenda desazón veo que me están haciendo un Milton sin anestésia, y habré de volver al nomadismo hostelero.

Ved que injusticia: a mis muchos años vuelvo a ser una víctima inocente -dentro de lo que cabe- de una sociedad epustuflante y superheterodina de lo más.
Humíldemente os pido que tengáis compasión deste anciano mientras encuentra el siguiente oasis, y roguéis por mí cuando la belleza del atardecer os embargue.
O cuando os pete.
Gracias.

Banda sonora adecuada: ¡¡Ja, Nein, Rammstein!!

Manolodíaz.