2024: La nada, el caos y Begoña Carrasco

2024: La nada, el caos y Begoña Carrasco

La actual alcaldesa encabeza un equipo sin ideas que vive de las rentas con obras diseñadas por Amparo Marco y pagadas con fondos europeos

 

Concluye 2024, el primer ejercicio completo de Begoña Carrasco como alcaldesa de Castelló, un año perdido en el que lo único bueno ha sido la ejecución de las muchas obras que dejó encauzadas la socialista Amparo Marco, tras captar entre 2015 y 2023 ingentes cantidades de fondos europeos.

Escasas novedades y noticias lamentables protagonizadas por ediles que no están a la altura y manchan la imagen de la ciudad.

Deberíamos recordar que toda acción acarrea consecuencias. Lo digo porque a veces ingerimos determinados productos que nos sientan fatal. A mí me pasa con el chocolate y el vino tinto. Y a una parte muy importante de Castellón y la Comunitat Valenciana con el Partido Popular.

A servidor se le olvidan sus intolerancias alimenticias y a la ciudadanía lo caro que sale votar al PP; para muestra los gobiernos de Zaplana, Olivas, Camps, Rus, Rita, Fabra I y otros, en los tiempos del latrocinio. O los de Mariano Rajoy cuando aplicó recortes y subidas de impuestos salvajes.

La parálisis y falta de gestión hacen que el gran público desconozca la actividad de los principales concejales del equipo de gobierno y la existencia de regidoras que pasan desapercibidas como Arantxa Miralles, Carmen Hurtado, Clara Adsuara o Esther Giner.

Lo sorprendente fue que en 2023 flaqueara tanto la memoria y el pueblo valenciano se volviera a echar en los brazos de la derecha, que esta vez venía con la indigesta figurita sorpresa de la ultraderecha.

De aquellos polvos electorales, los lodos de parálisis y mala gestión de hoy. Ausencia total de proyectos propios y demasiada bronca institucional provocada desde el equipo de gobierno. La nada y el caos.

Una falta de iniciativas que dificulta que algún vecino pueda destacar un solo proyecto made in pp impulsado por el equipo de Carrasco. Los mejor informados quizá sepan que Juan Carlos Redondo lleva los dineros del Ayuntamiento y que Noelia Selma se dedica a las fiestas, pero dudo que conozcan detalles de su gestión o de la de Vicent Sales, Sergio Toledo y María España.

Es más, creo que el gran público no sabe ni de la existencia de Arantxa Miralles, Carmen Hurtado, Clara Adsuara o Esther Giner. Yo, que devoro la prensa local, he tenido que abrir la web municipal para poder escribir sus nombres.

Son concejales anónimos, luego están los protas, los que como Antoni Ortolá y Alberto Vidal endosan delitos a personas no católicas o de piel oscura. Vidal también impulsa campañas municipales contra las suegras.

No me olvido de Cabañero, que opta a una plaza municipal y sus subordinados directos eran abrumadora mayoría en el tribunal inicialmente constituido.

Cristian Ramírez es el concejal más conocido del Ayuntamiento de Castelló y el que peor imagen tiene entre la ciudadanía por su afición a estacionar en la zona azul sin abonar el ticket correspondiente y no abonar las 105 multas que aún tendría pendientes de pago.

Ni de la estrella más rutilante: el irresponsable concejal de la zona azul, Cristian Ramírez, aficionado a usar el aparcamiento regulado sin abonar el correspondiente ticket.

Durante meses lo llamamos concejal 134, aunque tras el informe de la Policía Nacional la cifra se queda muy pequeña: le pusieron 170 sanciones, de las que 105 estarían sin pagar. Políticamente son las 170 multas de Begoña Carrasco.

Votar al PP es una mala inversión para Castelló y para los pueblos, a los que la presidenta de la Diputación, Marta Barrachina, ha dejado sin liquidez al eliminar el Fondo de Cooperación. Tras el escándalo promete recuperarlo en la repesca. ¡Veremos!

Feliz año y ¡Mazón dimisión!

Rafa García. Periodista

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