Beatriz García en LIBREMERCADO 03/02/2021
El Gobierno alude al paro de la crisis del ladrillo para intentar quitar hierro a la situación actual, con cifras cercanas a los 4 millones
Enero negro en el empleo. La debacle del mercado laboral no da tregua y el primer mes del año 2021 ha concluido con otro resultado nefasto. Enero se saldó con 76.216 parados más respecto del mes de diciembre y la cifra total de desempleados en España ha estado a punto de romper la peligrosa barrera de los 4 millones de parados al llegar a los 3.964.353.
Fue en el año 2016 —estando el PP en el Gobierno— cuando el paro registrado bajó de esos 4 millones por primera vez en seis años y ahora, nuestro país roza cifras similares. En 2013, el máximo de personas sin empleo llegó a superar los 6 millones, tal y como se apresuró a recordar ayer martes el secretario de Estado de Empleo, Joaquín Pérez Rey, en la habitual rueda de prensa para analizar las cifras.
Habitual es también que el número dos de Yolanda Díaz se remonte a los números de la crisis del ladrillo para intentar quitar hierro a la situación del mercado de trabajo actual. Hay que dejar claro que esos 6 millones de personas a los que se refería Pérez Rey corresponden a la Encuesta de la Población Activa (EPA), no a los datos de paro registrado por el antiguo INEM, cuya estadística es distinta y es la que se publicó ayer. Eso sí, en ese fatídico 2013, España superaba en febrero la escalofriante marca de los 5 millones de parados. Ahora, nos faltan unos cuantos miles de parados para llegar a los 4 millones, un millón menos. Entonces, ¿tiene motivos el Gobierno para tanto optimismo? La respuesta es no.
Un detalle que no existía en 2013 y que se ha convertido en el gran aliado estadístico del Gobierno durante la crisis del coronavirus son los Expedientes de Regulación Temporal de Empleo (ERTE). Ayer también conocimos que esta cifra alcanzó en enero las 739.000 personas afectadas por el instrumento laboral más famoso de la pandemia. Esta cifra supone un aumento de 35.625 personas respecto a diciembre y viene a confirmar el vuelco en el mercado laboral que está provocando que los ERTE vuelvan a subir desde los máximos de la pandemia.
Las razones principales de este repunte se deben a los cierres de hostelería y servicios que han venido llevando a cabo muchas CCAA por el aumento de los contagios. Aunque el Gobierno ha venido insistiendo mucho en que los ERTE «no son parados» —a pesar de que están en su casa sin trabajar y cobrando una prestación— el riesgo de la zombificación de los ERTE aumenta cada mes.
Y es que, es muy probable que muchas de esas 700.000 personas que siguen ancladas en los ERTE nunca vuelvan a sus puestos de trabajo. Ya sea porque los negocios para los que trabajaban están tan asfixiados que tienen que cerrar definitivamente sus puertas o porque la caída de la facturación les hace imposible sufragar los salarios del 100% de la plantilla. Por tanto, si sumamos esos 739.000 a los 3.964.353 parados oficiales, la foto ya se va pareciendo más a esos 5 millones de desempleados de antaño a los que se refiere Joaquín Pérez Rey.
Si tenemos en cuenta que, a día de hoy, hay más de 300.000 autónomos en cese de actividad y que la pandemia ha arrasado con 101.086 empresas en 2020, las esperanzas para los ERTE se desvanecen todavía más.
Geográficamente existe una importante concentración de los ERTE. Canarias es la comunidad con mayor porcentaje de afiliados bajo alguna modalidad de ERTE. Así, cerró enero con 84.403 personas bajo su paraguas, el 13,7% de sus afiliados. Le sigue Baleares, con un 11,4% de trabajadores afectados, en total, 35.156. En el extremo contrario están Murcia y Extremadura, con 3,1% y un 3% de sus trabajadores en ERTE respectivamente. En términos absolutos, la hostelería (servicios de comidas y bebidas) concentra prácticamente a uno de cada tres ERTE.
Otra barrera rota a la baja: la de los ocupados
Tradicionalmente, enero es el peor mes del año en términos de desempleo por el fin de los contratos temporales de las fechas navideñas. Este año, tras el fiasco de la campaña de Navidad de 2020, no se han destruido tantos empleos respecto a diciembre, simplemente, porque no ha habido contratos que destruir. Por eso, el dato es aparentemente mejor que el de enero de 2020.
En términos interanuales, enero se saldó con 710.500 desempleados más que un año antes, la mayor subida desde 2010.
Por el lado de la afiliación, la Seguridad Social perdió 218.953 afiliados respecto a diciembre y 335.014 respecto a enero de 2020. Con estos datos, el mercado laboral sí ha roto a la baja una cota importante: la de los 19 millones de cotizantes. Muy lejos quedan ya los 20 millones de cotizantes que prometió Mariano Rajoy y que nunca llegaron.