¡A las barricadas!… ¡No pasarán!

¡A las barricadas!… ¡No pasarán!

Con victimismo, cinismo y reiteración de falsedades, se puede alterar la realidad, o cuanto menos pretenderlo…

 

Con la tonadilla de fondo de la antigua canción republicana, “viejas tormentas agitan los aires…”; motivadas por las dudas y reflexiones del presidente Pedro Sánchez y espoleadas por alguno/a de sus ministros, se oyeron, hace pocos días en Madrid, las consignas “!A LAS BARRICADAS…!” y “!NO PASARÁN!”.

Verdaderamente nos preguntamos en este país ¿Quién está creando el clima de confrontación, violencia y polarización?

Algún lector dirá, “otra vez, más de lo mismo” y yo le contestaré que sí, claro que sí, porque es lo más grave que le está pasando en este momento a nuestro sistema democrático y a nuestra sociedad.

Pero aunque no lo parezca, todos tenemos nuestro manual de resistencia, Pedro Sánchez el suyo personal y que solo le beneficia a él, aunque este avalado por un gran número de españoles. Otros, entre los que me encuentro yo mismo, el constitucional y que beneficia a la sociedad en general. Y como optimista que soy, estoy seguro que al final es el que triunfará, aunque dejará muchos “heridos” por el camino.

Esta historia empieza con otro presidente, José Luis Rodríguez Zapatero, actual embajador de las políticas populistas de hispano-américa, que se empecina, con su lamentable Ley de Memoria Histórica, no en zanjar heridas, como pudiera parecer, si no en ganar una guerra, que ellos piensan que perdieron hace casi un siglo, pero que en realidad perdió España. Dando paso en aquel momento, por la mala gestión del conflicto bélico del gobierno de la república, a una dictadura.

En 1978 con la aprobación de la Constitución, los españoles, zanjamos viejas reyertas, perdonamos, mejor dicho perdonaron los directamente afectados y aceptamos una misión de concordia, que llevara este país a la libertad y el bienestar. ¡lo conseguimos, de una forma ejemplar!…“será precis, trencar-ho tot i llençar-ho pel balcó?”.

El tan utilizado termino Estado de Derecho, nos invita a reflexionar, sobre la democracia, lo contrario al absolutismo o los totalitarismos, dando a todos los ciudadanos el mismo trato frente a la ley, amparándose en una justicia independiente por la consiguiente separación de poderes, en un espacio de libertad y respeto a los derechos de las personas y con la voluntad de alcanzar el más alto nivel de bienestar posible.

Claro, que esta declaración de intenciones, puede ser interpretada de diferentes formas, ya que regímenes comunistas o fascistas también se presentan como democracias.

No obstante, en el análisis del cómo y el porqué, nos deberíamos retrotraer a otra época no tan lejana. En la que, con la mayoría del gobierno socialista de Felipe González, se modificó la Ley Orgánica del Poder Judicial de 1980 y se fijó  un nuevo modelo de reparto en la elección de los miembros del CGPJ, evitando los vocales de procedencia judicial que antes se elegían por y entre los propios Jueces y Magistrados. Llevándolo a la politización del mismo y dañando de base, el principio de la separación de poderes, salvaguarda del Estado de Derecho.

En honor a la verdad, no podemos evitar en este punto, reconocer que otros gobiernos de diferente signo político, como el de Aznar y el de Rajoy, no hicieron lo necesario para modificarlo y recuperar el criterio de la Constitución.

Pero volvamos a la inminente realidad. El marco de discusión y debate, que en estos momentos en España, cambia semanalmente en función de la habilidad e interés del Gobierno.

Dice el argot popular que “rectificar es de sabios” y dice nuestro presidente que “cambiar de opinión no es mentir”. ¿Hasta  qué punto piensan nuestros gobernantes, que se puede aguantar la burla?

Y porque tenemos que aguantar, además de la mentira, el cinismo de aplicar una doble vara de medir.

Ya no nos acordamos de la presión política y mediática que se ejerció contra Francisco Camps, ‘President’ de la Generalitat Valenciana (que dimitió) y que después de diez años, exculpado de la práctica totalidad de las causas, sigue siendo utilizado por la izquierda como modelo de corrupción.

Hace escasos días, una de nuestras actuales ministras, calumniaba sin rubor, a la mujer del presidente de la oposición, Alberto Núñez Feijóo, siendo demostrado al día siguiente que era mentira. No obstante  el presidente del gobierno, con gestos irónicos y cínicas dudas, lo mantenía en sus declaraciones. Eso no suponía, sobrepasar líneas rojas ni entrar en el fango político, pero ¡ah, sorpresa!

Que se cuestione las presuntas ilegalidades o irregularidades de los negocios de la mujer del presidente, es inaceptable, despreciable, insoportable hasta obligar, en clara actitud victimista a “retirarse” durante unos días, al máximo dirigente de nuestro país, e iniciar una “cruzada” contra jueces (igualdad de todos ante la ley) y periodistas (libertad de prensa y opinión). ¿No será más fácil, dar las explicaciones pertinentes? Eso sí, si las hay.

Siendo político en activo, yo mismo escuche de la boca de los líderes de izquierdas, la exigencia de “complir amb allò ètic i allò estètic”. Y ¿ahora qué?

Pero es más fácil acudir a la utilización del victimismo, cinismo y reiteración de falsedades, pensando que se puede alterar la realidad en beneficio de uno mismo o cuanto menos pretenderlo…

Aunque más de cinco mil personas, en apoyo al Presidente del Gobierno, griten ¡NO PASARÁN!, no podemos quedarnos quietos, viendo como en vez de dar cuenta de las posibles/ presuntas malas praxis de su lugarteniente Avalos (aunque al más puro estilo bolivariano, lo eliminara de cara a la galería), de su hermano y su mujer. Su solución es atacar y eliminar a periodistas y jueces que les son hostiles, cargando de raíz y sin ningún miramiento, contra los fundamentos del Estado de Derecho, como por ejemplo, la libertad de opinión y/o prensa.

Él, lo quiere llamar y aplicar como “regeneración democrática”, ¿Pensará este hombre, (al fin y al cabo un ciudadano más, no “descendiente de la pata del Cid”), que una posible/presunta estulticia de los españoles, llegue a hacerles creer que su regeneración democrática, NO es lo mismo que la generación de la autocracia y el totalitarismo?

Los españoles, le guste o no lo guste, SÍ que sabemos lo que es el cinismo, el victimismo y la falsedad.

Miguel Ángel Mulet i Taló