¡A que nos quedamos sin letras!

¡A que nos quedamos sin letras!

Después de la tormenta viene la calma, al menos hasta septiembre. Esperemos que los políticos nos dejen pasar un mes de agosto “tranquilito” tras meses de sobresaltos y estupideces de tal tamaño que dan ganas de borrarse. Saben ustedes, los que me siguen, que cometo todos los días la tontería de repasar la actualidad, no...

Después de la tormenta viene la calma, al menos hasta septiembre. Esperemos que los políticos nos dejen pasar un mes de agosto “tranquilito” tras meses de sobresaltos y estupideces de tal tamaño que dan ganas de borrarse.

Saben ustedes, los que me siguen, que cometo todos los días la tontería de repasar la actualidad, no aprenderé nunca,  por lo que sigo encontrándome, permítanme el calificativo,  cosas curiosas, de alguna forma hay que llamarlas para no herir la sensibilidad de nadie.

Antes de que nadie se me enfade, declaro mi profundo respeto a la libertad sexual de cada persona. Otra cosa bien distinta es que me obliguen a respetar una serie de lobbys destinados al puro espectáculo y a la búsqueda de la subvención y a tener que soportar exhibicionismos impropios de quienes seriamente debieran reivindicar su condición sexual. Tampoco me parece de recibo el aleccionamiento que se hace en medios de comunicación y en nuestro sistema de educación donde se intenta convencer a nuestros niños y jóvenes de que ser heterosexual es como ser un bicho raro.

Decía que repasando la actualidad me encontré con el término LGTBIQ+. Está formado por las siglas de las palabras: Lesbiana, Gay, Transexual, Trasgénero, Travesti, Bisexual, Intersexual y Queer. El símbolo + se añade para representar otro tipo de colectivos sexuales como por ejemplo los pansexuales, asexuales o, supongo, aquellos que aún están por descubrir.

Han añadido una letra más a su ya de por sí abultado “logo”, la “Q” de queso a la que atribuyen la representación de la palabra anglosajona “Queer”. Han inventado la pólvora ya que “queer” no es más que el término ya acuñado en el Siglo XVIII que “se utilizaba para designar a los tramposos, ladrones, borrachos y también a todos aquellos que no pudieran ser inmediatamente reconocidos como hombre o como mujer. Era una forma de hablar de los hombres afeminados y las mujeres masculinas. En la época victoriana pasó a utilizarse únicamente para hablar de todo aquel que no era heterosexual.” Hasta este punto llega la ignorancia, a “autoinsultarse”,  de aquellos que  viven del chollo de la sexualidad siempre y cuando no sea entre hombre y mujer

Todos aquellos que no eran heterosexuales comenzaron a adoptar este término para que perdiera su valor como insulto y ellos mismos empezaron a llamarse así. La teoría Queer además de plantarle cara a la heterosexualidad obligada rechaza clasificar a las personas por su orientación sexual o identidad de género. Por lo tanto resulta bastante contradictorio que la Q se añada al término LGTBIQ+ ya que niega totalmente los anteriores conceptos y apuesta por vivir libremente sin categorías. Por lo tanto esta palabra no puede entenderse como sinónimo de homosexual ya que habla de no encasillarse según la orientación sexual que uno posea. Al igual que defensores, el término Queer tiene muchos detractores que rechazan una palabra que no tiene traducción exacta en español y que ignora las luchas políticas que han llevado a cabo la comunidad gay, lesbiana y bisexual para que se les reconozca como tal.

¿Cuántas veces les he repetido que la ignorancia es la madre del atrevimiento?

Supongo que el añadir, como coletilla, el signo “+” será por miedo a quedarse sin letras.

Antiguamente se denominaba a actitudes como esta “sacar las cosas de quicio”. Eso es exactamente lo que se está haciendo, con el riesgo de que las personas dejen de respetar la condición sexual de aquellos que realizan concentraciones obscenas que no representan para nada al verdadero mundo homosexual.

Cuando vi imágenes del día del orgullo gay no pude evitar acordarme de un chiste que se cuenta con la “grasia” habitual de los gaditanos:

“Uno que va por la calle en “Cái”, con zapatos dorados de lentejuelas, pantalón de leopardo, camisa verde, corbata lila, chaqueta de cebra y un gorro plateado con un plumón amarillo chillón y oye que le gritan:

 ¡Adió, caja fuerte!

Uy!, ¿por qué me dise caja fuerte picha?

Porque la combinación solo la sabe tú, ioputa!!!

Un poco más de seriedad haría mucho bien a las reivindicaciones de igualdad.

Puestos a hacer tonterías hasta pintan tapaderas de registros y tapas de alcantarilla con colores rosa o lila, quizá más adecuado en su terminología, no se sabe muy bien lo que es. Me lo encontré hace pocos días en pleno Bulevard Vicente Blasco Ibáñez, un amigo me había alertado de la solemne estupidez. Les estoy hablando de la fotografía que ilustra este artículo.

Quiero suponer que se trata de la utilización, para ahorrar, de restos de pintura de otras ocasiones teniendo en cuenta que en el ayuntamiento ya no está Ali Brancal, máxima promotora de la perspectiva de género, ideología “rogiprogre” que incluso intentó aplicar hasta en la redacción del nuevo PGOU. Tampoco es muy fiable que el motivo sea el ahorro, no es algo habitual ni en nuestro ayuntamiento ni en ninguno.

Sigan, sigan sacando las cosas de quicio, puede que consigan aumentar el montante de la subvenciones recibidas, pero pierden toda su credibilidad.

Sigan instalados en la indecencia y habrán tirado por tierra el trabajo, lucha y esfuerzo realizado por miles de personas a lo largo de generaciones en pro de conseguir igualdad y respeto.