Si la verdad duele a quien tiene que doler, quiere decir que se ha acertado. Y es lo que parece que ha conseguido -con la sentencia “Abascal y Torra-Puigdemont, son dos caras de una misma moneda, excluyente y reaccionaria”- el Manifiesto, recién publicado e impulsado por Recortes Cero, titulado “Ante los pactos poselectorales en Autonomías...
Si la verdad duele a quien tiene que doler, quiere decir que se ha acertado. Y es lo que parece que ha conseguido -con la sentencia “Abascal y Torra-Puigdemont, son dos caras de una misma moneda, excluyente y reaccionaria”- el Manifiesto, recién publicado e impulsado por Recortes Cero, titulado “Ante los pactos poselectorales en Autonomías y Municipios. Formar Gobiernos de Progreso y en defensa de la democracia”.
Un manifiesto que analiza la situación después de las pasadas elecciones del 28 de abril y del 26 de mayo, afirmando que se ha vuelto a demostrar que existe una mayoría de progreso y por la regeneración democrática; y propone que esto debe dar lugar a gobiernos de progreso, que amplíen derechos y libertades, y apliquen políticas de redistribución de la riqueza en beneficio de la mayoría, porque así lo han expresado las urnas.
El Manifiesto continúa afirmando que se debe evitar que los pactos poselectorales den como resultante que fuerzas que representan a la ultraderecha o al Procés entren en los gobiernos autonómicos o municipales. Y, en concreto, al referirse a Cataluña propone que ni Barcelona, ni otras ciudades catalanas con resultados similares, pueden quedar en manos de quienes promulgan la división y el enfrentamiento. Y concluye que Abascal y Torra-Puigdemont, son dos caras de una misma moneda, excluyente y reaccionaria.
Esta afirmación ha provocado una furiosa respuesta por parte de las élites del “procés”; y también de los medios afines a Vox. ¿Es un exceso comparar a los dirigentes del “procés” con la ultraderecha española, o se trata de una descripción fidedigna de la realidad?
Es necesario aclarar primero que Puigdemont y Torra no representan a la parte de la sociedad catalana que apoya alternativas independentistas, sino a una élite que ha utilizado el “procés” para blindar e intentar incrementar sus privilegios. Es esta casta, que Torra y Puigdemont encarnan de forma casi químicamente pura, la que ha difundido un pensamiento excluyente, que llega a negar la condición de catalanes a quienes no comulgan con sus planes de ruptura.
Abascal divide y enfrenta a la sociedad española, cuando intenta imponer no la unidad sino una uniformización que niega la pluralidad. Torra y Puigdemont dividen y enfrentan, no solo a Cataluña del resto de España, sino a los catalanes entre sí, al querer imponer la fragmentación a una mayoría que la rechaza.
Las coincidencias entre personajes aparentemente irreconciliables no terminan aquí. Las élites del “procés”, desde Artur Mas a Puigdemont y Torra, han sido el gobierno autonómico que con mayor intensidad ha ejecutado los recortes contra la población. Y también, aunque convenientemente ocultado, la propuesta política económica de Vox se reduce a privatizar las pensiones, la sanidad y educación públicas. Bajo diferentes formas y grados, ambos, Abascal y Torra-Puigdemont, son dos caras del “partido de los recortes”.
Las rabiosas respuestas, en los medios afines a las élites del procés, al manifiesto que los compara con la ultraderecha española, es la reacción de quien pretende evitar que le coloquen frente el espejo donde se refleja su auténtica rostro, su verdadera identidad. Nadie -y entre ellos también quienes legítimamente apuestan por el independentismo- puede respaldar a unas élites tan reaccionarias como las que encarnan Torra y Puigdemont. Por supuesto, también los medios que apoyan a Abascal han criticado el manifiesto por afirmar que éste sea lo mismo que aquellos.
Y si se miran las ramificaciones fuera de España es fácil comprobar que tanto Abascal como Torra y Puigdemont tienen -aunque los caminos del Señor sean tortuosos- el mismo padrino -la administración Trump- que trabaja activamente a favor de ambos, mediante apoyos políticos, diplomáticos y económicos, sean éstos a través de su ex asesor Bannon -repartiendo a dos manos llenas-, sean con la utilización de los partidos ultra nacionalistas flamencos, N-VA y Vlaams Belang -que son el principal respaldo político de Puigdmont en Bélgica, vía Theo Francken-, sean por intermediación financiera de un siniestro grupo iraní al servicio de EEUU, en el caso del partido de Abascal. “Dios los cría y ellos se juntan”.