Al pan, pan y al vino, vino

Al pan, pan y al vino, vino

Llamemos a las cosas por su nombre, nacionalismo implica separatismo e independencia, exigidos en este momento por los partidos catalanistas.

 

Es difícil comprender o explicar que aquella ideología que defiende la creación de un Estado, basándose en las características propias de un colectivo de personas llamado pueblo, no debe ser aceptada.

Aunque habría una consideración/situación a tener en cuenta y es si la creación del mismo supone limitar o eliminar los derechos de otras personas.

Solo un “acuerdo común”, previamente aceptado democráticamente, como en nuestro caso es la Constitución del 78, puede delimitar esos derechos contrapuestos y defender la postura mayoritaria.

Surgían esos movimientos nacionalistas a partir de la Revolución burguesa y/o Revolución liberal, que supusieron los principales cambios que nos adentraron en la Edad Contemporánea, aunque a lo largo del tiempo se desarrollaron de muy diferente forma, unas para bien y otras para mal.

Ni todo es tan fácil, ni está tan claro.

Se han vivido, diferentes opciones y resultados. Por suerte de democracia, estado de derecho, libertad y calidad de vida, podemos hablar y gozar los “hijos” de las revoluciones liberales.

Pero cuidado con estas propuestas, incluida la del actual “social-sanchismo” español, porque también y en este caso por desgracia, nos engañaron dramáticamente en otras épocas. Ya sabemos mucho en esta Europa nuestra, de totalitarismos, autocracias, dictaduras comunistas y nacional-socialismo, basadas en la identidad socio-cultural de un pueblo.

Como nos apunta el filósofo liberal Karl Pooper,

Tener fe en la razón de la humanidad es predisponerse a escuchar otros argumentos, incluidos los de aquellos que no piensan como nosotros, bajo la premisa de que el intercambio de criterios constituye el mejor método para alcanzar la verdad.

Y es por ello, que no podemos negarnos a manifestar respeto por las tesis nacionalistas, separatistas e independentistas. Ahora bien, en nuestro caso, siempre que sigan un proceso legal dentro del marco de la Constitución española.

Otro de los “marcos de convivencia” propuestos es el de una “república federal”. Y deberemos ser considerados y tolerantes con los que defienden esta tesis de la federación de estados independientes, pero también… siempre que sigan un proceso legal dentro del marco de la Constitución española.

Dicho esto,

Es lamentable la justificación que da nuestro presidente del gobierno, ante su actuación frente a estas disquisiciones.

Tras el último proceso electoral que hemos vivido estos días, Pedro Sánchez se atreve a insultar el intelecto de todos los españoles con su lamentable y “piadosa” declaración:

Teníamos razón quienes hemos defendido desde el principio que la superación de conflictos pasados se hace apostando por el perdón y por la generosidad, por la convivencia y por el reencuentro entre catalanes y entre catalanes y el resto de compatriotas españoles.

Visto lo visto y vivido lo vivido, es falso y a los hechos me remito.

Por cierto, ¿Por qué esa fórmula de reconciliación, perdón y generosidad solo se puede aplicar a los catalanes y no a los castellonenses? Me limito a recordar el proceso de cambio de denominación de calles en la época del gobierno socialista de Amparo Marco.

Nos cuente lo que nos cuente el presidente. Después de los últimos resultados en Cataluña, se demuestra que las políticas del “sanchismo” no han servido para nada. GANA EL “INDEPENDENTISMO”.

Hablan de una posibilidad de convocatoria de nuevas elecciones en Cataluña. Personalmente tengo importantes reservas sobre esta opción, dada la realidad del Gobierno Central, mantenido por separatistas de toda índole. Aunque debemos reconocer que si se diera esta circunstancia más la convocatoria de elecciones generales, el Sr. Sánchez habría actuado de una forma correcta, políticamente hablando.

La auténtica opción se debate entre dos posibles presidentes del gobierno catalán.

Si gobierna Carles Puigdemont (ya lo ha manifestado con total claridad) quiere y trabaja por la total independencia de Cataluña y por la amnistía de todos los “delincuentes” (lo dicen los jueces) que han participado en su proceso.

Si gobierna Salvador Illa, con el apoyo de Esquerra Republicana de Catalunya y la Candidatura d’Unitat Popular (CUP), ¿alguien duda que para ser proclamado, tenga que ceder a los deseos de independencia y amnistía de las dos formaciones independentistas catalanas?

En Madrid, Sánchez ya lo ha hecho.

A propósito y en lo que hace referencia a nuestra Comunidad Valenciana, no debemos olvidar el claro mensaje de los dos presuntos socios de Illa (si se da esta variable), sobre la integración de nuestra Comunidad en lo que ellos denominan “els Països Catalans”. Por un lado separatismo y por el otro colonialismo, con un sistema político dictatorial disfrazado de “democracia popular”.

Por favor, ya está bien de devaneos políticos, falsos y perjudiciales. Llamemos a las cosas por su nombre, nacionalismo implica separatismo e independencia, exigidos en este momento por los partidos catalanistas.

La respuesta a la ruptura, solo la tiene Pedro Sánchez y sus intereses personales de futuro.

Miguel Angel Mulet i Taló