Con la venia: últimamente no me faltan sodavirones, ni pitifluses, ni metafóricas sanguijuelas vitales.
A veces son los burlones resultados de un análisis que me afea mis costumbres, alimenticias y/o bebesticias, imponiéndome una dieta insufrible por lo sana.
En otras ocasiones, una noticia cardiosensible me suelta un gancho de izquierda -desos que te dejan en la barbilla un hoyuelo como el de Kirk Douglas- y beso la lona unas semanas.
Incluso hace poco, se dió el caso de que -por tener que vestirme a toda prisa- até los cordones de los zapatos unos con otros y al querer andar caí, rompiéndome el besadero sin metáfora ninguna.
Pero basta de repasar el memorial de agravios. Por fortuna, como a mi edad ya no me faltan recursos, me apaño para esquivar la hiel de cada día. Y aunque haya semanas en que tengo unos porcentajes de éxito más ridículos que una perdiz con ligas, sigo a la caña, capeando el trángol, buscandando el amaine.
Además, hoy no vengo a quejarme. Todo lo contrario: celebro una alegría que me han dado en las antípodas. Y quiero compartirla con vosotros.
Os informo de que Greta, mi hija muy querida, hace una década y pico que -en Benicasim- se enfadó, y enfieró, y quéséyó, con un culo de pollo o alguien verde clarito pastelito, o algo peor todavía.
¿Como gestionó la chiquilla tan tremebundo mosqueo? Pues sucumbiendo a su genética familiar, en la que mamá tiene la exageración en el adeene, y papá es del Grao y por tanto exagerao. Así que -coherente con sus genes- Greta salió zumbando, para no estar demasiado cerca de su pueblo, y no paró hasta Tasmania.
Como no podía llegar más lejos, mi niña se asentó y enraizó en la dicha isla, y allí se desempeña -en la excelente compañía del querido Shane- trabajando el tatu en un afamado gabinete.
Formidable administradora ella, vive cómodamente, y se permite una dorada sobriedad, disfrutando cuanto puede del día. Lo que a sus años y con su escuela no es poco.
Pero además, es activa la muchacha -y tiene ardiles- así que no solo tatúa, también fabrica objetos de alta carga visual, parte de los cuales expone -desde el jueves pasado- en la Sidespace Galery del Salamanca Arts Center de Hobart, y que componen su primera muestra individual a la que ha titulado Tasmanian Tótems.
Aunque podría, no me voy a extender cantando las bondades de los trabajos de mi Greta querida, porque ya se me nota bastante la promo indirecta que le hago.
Bastará con deciros que sus obras entran en la categoría de fulcros visuales y que, por supuesto, estáis invitados a exagerar un poco y pasaros por la sala.
En el caso de que tengáis sesión de Playa Bávaro para este finde, podéis teclear Greta Díaz en el Face, y curiosear la expo desde el 27 de diciembre pasado hasta la fecha.
Banda sonora recomendada.
De Fateh Ali Jan, oigamos su conocida pieza Musst Musst, que es potente, alegre, y deja ganas de más.
Manolodíaz.