Balada

Balada

Con la venia: la del Silencio Temeroso.

 

Caminé de bar a bar esta mañana.
Mientras la ciudad entera se apresuraba -en mil citas y compras, y trabajos, y papeles sellados, y multas, y tarjetas- todo mi empeño era vivirme el día en calma blanca.
Pero el aire se adensó y ella se hizo presente.

No me vio.
Yo sí me vi en otra vida -la suya- que mía no fue nunca.
Pedí ayuda a la memoria, y me socorrieron estos versos del Alberti que -entonces- recitábamos entre mentiras como besos.
Hoy, sin fe ninguna, no quise evitar rezarlos.

Aquí, cuando muere el viento,
desfallecen las palabras.
El molino ya no habla
Los árboles ya no hablan.
Los caballos ya no hablan.
Las ovejas ya no hablan.

Se calla el rio.
Se calla el cielo.
Y el benteveo se calla.
Y el loro verde se calla.
Y el sol, arriba, se calla.

Se calla el hornero.
El zorzal se calla.
Se calla el lagarto.
Se calla la iguana.
Se calla la víbora.
La sombra, abajo, se calla.
Se calla todo el ganado
y la barranca se calla.

Se calla hasta la paloma
que nunca jamás se calla.

Y el hombre, siempre callado
entonces, de miedo,
habla.

Para comentario musical busquemos hoy la Pavane de Faurè.

Manolodíaz.

Últimas noticias