Sí, caloret, como dijo alguien, pero caloret del bueno.
Ahora que estamos, o seguimos, en todo el centro de la canícula y las temperaturas así se encargan de demostrar, quizá sea el momento de hacernos una reflexión sobre lo que nos espera: cambio climático sí/no, mayor concienciación…
Se habla mucho de las medidas a tomar, de la implicación individual, pero todo es peccata minuta , el chocolate del loro si lo comparamos con lo que de verdad se podría hacer.
Que estemos dispuestos a ducharnos con agua fría en invierno, a poner el aire acondicionado a una determinada temperatura, a una etiqueta en la forma de vestir (o “code dress que dicen) que incluya o no corbata, pantalón corto o sombrero, son solo formas de desviar la atención. Porque sí, porque yo podría llegar a acostumbrarme a una ducha tonificante en lo más crudo del crudo invierno (que, por otra parte, en estos lares, no lo es tanto), pero eso sería una minúscula gota en el océano.
Lo que no era normal tampoco era lo que veníamos conociendo, usando y sufriendo hasta antes de ayer: ¿era necesario que en invierno tuviéramos que estar en manga corta por la temperatura a la que estaba puesta calefacción en algunos sitios? ¿O, al contrario, que por el aire acondicionado nos pusiéramos el fular o una chaqueta en verano? ¿En serio nadie lo había pensado antes?
Llegar a donde estamos no ha sido cosa de un día, pero no lo hemos gestionado bien, y creo que seguiremos en esa onda, porque por mucho que pongamos nuestro granito de arena, de nada vale el esfuerzo personal del individuo si no se toman otro tipo de medidas. ¿Cuáles? Ah, no, eso ya no sé, hay infinidad de cabezas pensantes por ahí que están para eso.
Pero me arriesgaré con algunas ideas: menos vehículo privado y una amplia red de transporte público que llegue a toda, a TODA la gente (no vale poner líneas de alta velocidad, aunque molen mucho, la verdad, en sitios donde no hace falta y suprimir una red básica de cercanías y transportes urbanos e interurbanos en núcleos más necesitados): en algunos países de Europa hasta funciona y todo; menos importaciones, más productos de kilómetro cero, menos embalajes, sí, menos todavía.
Oye, pues para no haberlo pensado no está tan mal, ¿no? La cuestión es ponerse a darle a la cabeza un poco. Pero que no se delegue solo en la parte individual, por favor, hace falta más.
Y sí, caloret hace un rato.
Elena Rodríguez
Docente discente