Las comparaciones son odiosas, aunque a veces necesarias.
No, no es que en el título me haya rayado; he establecido una comparación, porque de comparaciones va la cosa. Dormir como un bebé, vivir como un marqués, fumar como un carretero, beber como un cosaco…
No sé, la lista sería interminable. Pero detrás de estos y otros símiles hay un tópico, seguro. Y se tiende a generalizar a partir de eso: ni que todos los bebés durmieran bien (doy fe).
Por otra parte, a ninguno nos gusta que nos comparen, todos en nuestro fuero interno nos sabemos únicos, y que anden con símiles… pues como que no.
Quizá el ejemplo más frecuente de comparación sea el de hacerlo con niños: mira, los demás ya han terminado de hacer las tareas del cole; este niño no llora; el otro come bocadillos muy grandes y muy rápido… ¿Nos reconocemos utilizando esas expresiones? No se hacen con mala intención, lo que pretendemos de alguna manera es alentar a nuestros pequeños a seguir adelante, a que alcancen logros. Es verdad que probablemente no sea la mejor manera, porque el que no pueda llegar se puede sentir frustrado; también es cierto que muchas veces tener un modelo que seguir y copiar sí puede ser motivador. En fin, que con esto tampoco se sabe cómo acertar, oye.
Sin embargo, en muchas ocasiones recurrir a una de estas frases hechas o a un paralelismo puede ayudarnos a expresarnos y a ser entendidos. ¿Cómo puedo decir que me levanto a las 11 de la mañana, y que me está esperando un baño de agua tibia, y el manicurista y masajista a continuación, si no es estableciendo el cotejo del marqués? Es más largo de explicar, nos perderíamos en detalles, en descripciones, mientras que de la otra forma, con una sola palabra conseguimos plasmarlo.
Ahora que están tan de moda los y las influencers (realmente me suena mejor en inglés: ¿qué diríamos en castellano: influenciadores? ¿Influyentes? Bueno, puedo usar la versión larga y decir aquellas personas que con sus vídeos o palabras son capaces de intervenir en el comportamiento de los demás a través de temas de actualidad o de interés para estos últimos. Uffff), quizá sería también momento de que se pararan (ellos) a pensar hasta qué punto quieren ser todos tan iguales, tan altos, tan famosos (y sus respectivos femeninos).
Se están cargando la individualidad, eso tan único que todos tenemos.
Y, por cierto, para que no queden dudas tras haber leído el título, yo como muy bien.
Elena Rodríguez
Docente discente