El portavoz de Compromís en el Senado, Carles Mulet, expuso esta semana en el Senado al Ministro de Cultura, Miquel Iceta, la necesidad de regular el cobro de entradas exageradas para visitar monumentos restaurados con fondos públicos.
El portavoz de Compromís en el Senado, Carles Mulet
Mulet puso como un ejemplo,
Son muchas las edificaciones religiosas, catedrales o iglesias, en toda España que han recibido de muchos ministerios —principalmente del Ministerio de Cultura, mas asimismo de otros, como el de Transportes o el de Fomento— fondos públicos para la conservación del patrimonio cultural. El uno con cinco por ciento de Cultura es solo parte de lo que reciben del Estado.
En ese sentido-prosigue Mulet– «se planteó estudiar el alterar la legislación a fin de que esos templos no cobren nada como entrada, o un coste simbólico, a fin de que su visita sea alcanzable. Hemos visto, que en los últimos tiempos se han invertido ciento veintiséis millones de euros por el 1’5 por ciento cultural, a fin de que entonces los contribuyentes que pagamos, a través de los Presupuestos Generales del Estado, debamos regresar a abonar para visitar o gozar de esos templos. Se invierten ciento veintiséis millones de euros de dinero público en patrimonio religioso por el uno con cinco por ciento cultural; si viésemos todo cuanto ha recibido del resto de las administraciones, por subvenciones o programas de todo género, estaríamos hablando de cantidades considerablemente más astronómicas que esta».
El portavoz de Compromís en el Senado, Carles Mulet, incidió en que, «todo esto se hace sin que se regule o se limite el cobro de las entradas. La Iglesia, por servirnos de un ejemplo, cobra seis euros por persona para poder ver la catedral de Lugo; siete para poder ver la de Cádiz; doce para poder ver la catedral de Santiago; 5,5 euros para poder ver la de Cuenca; ocho para poder ver el santo cáliz de la catedral de Valencia; nueve para visitar el monasterio de Vallbona de les Monges; doce para visitar la catedral y Giralda de Sevilla; o quince con cinco para poder ver la Mezquita de Córdoba, que encima es un bien registrado sin el mínimo pudor por la parte de la Iglesia. Una audioguía para visitar estos monumentos puede valer, sencillamente, cinco euros auxiliares. Es una suma y continua por contemplar un patrimonio rehabilitado y mantenido con el dinero de todos.
Mulet recordó que, «absolutamente nadie sabe dónde va ese dinero que se cobra con las entradas, no hay fiscalización ni hay trasparencia, mas cuando hay que recobrar, invertir y actuar en ese patrimonio siempre y en toda circunstancia ha de ser a costa de las arcas públicas y a fondo perdidísimo, aun, repito, en recursos registrados. Lo más lógico sería que, tras haber recibido dinero público, no se cobrase esas astronómicas entradas para poder gozar de esos recursos, más allá de una cantidad simbólica, ya que se está limitando el acceso a la cultura de los ciudadanos y ciudadanas y a veces dando copiosos negocios a empresas privadas o instituciones que entonces aseguran no contar con el dinero para sostener este patrimonio. Por contra, el acceso a templos y conventos, por los que anualmente pasan millones de personas, se está transformando en una actividad muy rentable y lucrativa que habría de estar más condicionada. La verdad es que las bases reguladoras de la concesión de estas ayudas públicas no recogen ninguna condición o restricción relacionada con el coste de las entradas y, con esto, el Gobierno legitima que la Iglesia o cualquier otra entidad, pública o privada, esté haciendo negocio con la venta de entradas. Hablamos de muchos millones que todos los años se destinan a esto». Ha aseverado el senador de Compromís para añadir seguidamente,
«En otros lugares de Europa el Estado acepta la titularidad de los recursos en el momento en que una confesión religiosa no puede hacerse cargo del mantenimiento de estos recursos, si bien entonces les ceda el uso. Por eso, el interrogante era si va a fomentar el Gobierno algún género de cambio en las bases de la concesión de ese género de ayudas y de ese género de convocatorias a fin de que no paguemos, repaguemos y volvamos a abonar el mantenimiento de estos recursos y, entonces, no podamos gozar de ellos si no es pagando astronómicas entradas».
Ministro de Cultura, Miquel Iceta
El Ministro Iceta procuró rehusar la propuesta con una salida de tono,
Yo practico lo que estimo que es un sano agnosticismo, mas con un enorme respeto a aquellos que profesan una religión o que son ateos; solo he llegado a ser agnóstico. Veremos, que soy muy amante de lo público, sé que para sostener las cosas en ocasiones hay que solicitar una aportación.
Iceta, continuó con su manifestación aludiendo a un blog de economía,
Había un blog de economía, muy controvertido, a propósito, que se titulaba Nada es gratis y, ciertamente, nada es sin coste. En todo caso, ¿estamos destinando mucho dinero a la restauración de patrimonio de titularidad de la Iglesia católica? Por otra parte, déjeme decirle que, merced a la Iglesia, hemos podido sostener patrimonio, y me alegro mucho de vivir en un país en el que quedó muy atrás el tiempo de quemar iglesias y, en cambio, ahora nos cabe a todos el honor de sostener ese patrimonio para uso y disfrute no solo de los fieles, sino más bien de todos y cada uno de los amantes del arte.
Mulet recriminó, «esta reducción al absurdo de la solicitud. En ningún instante se ha tratado de un tema religioso. Hablamos de la Iglesia católica pues, al ser la confesión mayoritaria en este Estado, probablemente sea la que más patrimonio amontona, mas asimismo hablamos —y asimismo lo he expuesto— de patrimonio que está en manos privadas: en castillos, museos, palacios y fortalezas de todo género. El interrogante no era ese. El interrogante es:
De qué forma revierte en la ciudadanía a fin de que puedan gozar de estos recursos que se están recobrando merced a la función del Estado.
«No es una crítica a la Iglesia» -prosiguió el senador Carles Mulet –«Pasa lo mismo que en el ministerio, que no hay suficiente presupuesto. Probablemente, las diócesis y los obispados no tienen suficiente presupuesto o capacidad económica para sostener ese patrimonio en condiciones, y por eso vemos que en la lista roja de patrimonio hay cientos o miles y miles de ermitas, que están a puntito de desaparecer, de un valor histórico inestimable. La cuestión es de qué forma revierte esto en todos por el hecho de que el inconveniente es el de siempre: querer amontonar la titularidad, mas entonces ser incapaz de tenerla en condiciones y que deba ser siempre y en todo momento la Administración General del Estado —los presupuestos públicos— quien se haga cargo de sostener unos recursos que, si no, desaparecerían. No obstante, cuando deseas gozar de ellos tampoco puedes, pues habitualmente cobran costes exagerados. Por eso, solicitaba algún género de regulación en el momento de aplicar esta clase de medidas, mas no solamente para Iglesias, asimismo para fortalezas, castillos o lo que haga falta». Agregó.
Mulet, finalmente reprochó del mismo modo que este género de ayudas vienen condicionadas a un uso público a lo largo de por lo menos cincuenta años, mas es que eso no se cumple ni en iglesias ni en castillos ni en fortalezas.
Concluyó.