Publicado en Libertad Digital por Rafael Bardají y Óscar Elía - 08/04(2020
Lo que ha puesto de manifiesto la pandemia es que España necesita otra Gobierno, no justificar y lavar la cara a actual.
La Moncloa se ha convertido en un pozo tóxico de coronavirus y, lo que es peor, en un pozo negro para la política. Pese a los delirios monclovitas, Pedro Sánchez no es Kennedy, por mucho que le copie en sus discursos; tampoco es Churchill, por mucho que le robe expresiones; y tampoco es Suárez, por mucho que ambicione pasar a la Historia como el forjador de una nueva era. A la Historia pasará, desde luego, pero no como él querría: lo hará como el presidente cuya irresponsabilidad y negligencia alimentaron la mayor crisis sanitaria desde hace cien años, con el resultado de miles y miles de españoles muertos en unas pocas semanas; y como el presidente que, con ocasión de la pandemia, juguetea con el bolivarianismo más abyecto en su proyecto de destruir España para reconstruirla.
En estas circunstancias, revivir los Pactos de la Moncloa de 1977 no serviría para salvar a España del abismo, sino para salvar a Sánchez y a sus inenarrables socios de Gobierno, ese eje que va desde los bolivarianos a los separatistas. Al contrario: lo que ha puesto de manifiesto la pandemia es que España necesita otra Gobierno, no justificar y lavar la cara a actual. Y si los partidos de la oposición se lanzan a sus brazos, merecerán hundirse con este Gobierno felón.
Son muchas las presiones y pocos los motivos –falsos– para el Consenso de la Mentira. Por el contrario, hay muchas y buenas razones para no caer en la trampa de Sánchez y sus Pactos 2.0. Basta con repasar un poco la crisis actual:
1) Para empezar, estamos ante un Gobierno negligente. Durante semanas desoyó todas las recomendaciones de la OMS y otros organismos sobre prevención de pandemias, con el resultado de cientos de miles de contagiados; no hizo acopio de material de protección indispensable para el personal sanitario y de los cuerpos de seguridad del Estado; es más, no encargó respiradores hasta que la cifra de fallecidos superaba ya los 600, ni compró tests de detección que se ya fabricaban en España, permitiendo que otros países se hicieran con ellos. El resultado no por esperable es menos grave: 20.000 sanitarios contagiados, 13 de ellos muertos –y al menos seis guardias civiles y policías–. Si vamos a padecer una crisis económica descomunal, ¿lo haremos guiados por el Gobierno de la Negligencia?
2) En segundo lugar, el de Sánchez-Iglesias es un Gobierno permanentemente escudado en la propaganda y el bulo. Permitieron que se celebraran numerosos actos multitudinarios a sabiendas de los riesgos que comportaba, desoyendo las recomendaciones incluso de la UE, con el objetivo de no suspender sus queridas marchas del 8-M. Primero lo negaron aduciendo un desconocimiento que se ha demostrado falso; luego quisieron quitar importancia a los miles de contagiados en esas marchas, sabiendo también que era mentira. Incluso se llegó a recurrir a un supuesto experto que acabó siendo fake. Peor aún: se trata por todos los medios y argucias imaginables de ocultar la magnitud del desastre, la cifra real de contagiados y de fallecidos, que saben perfectamente que no es la real. Ni a los servicios funerarios ni al Tribunal Superior de Justicia de Castilla–La Mancha le cuadran los números. Según éste, los fallecidos en esa región superan en un 70% los reportados por el Gobierno. ¿Cómo vamos a afrontar la peor crisis económica en décadas con un Gobierno que es un yonki de las fake news?
3) Es un Gobierno irresponsable, virtuoso en lo de escurrir el bulto. Eludió su deber para con los españoles evitando enfrentarse al coronavirus a tiempo; de hecho tardó semanas en constituir un comité científico de seguimiento de la epidemia. No tanto, nos tememos, para saber qué estaba pasando, sino para levantar una barrera de protección ante su inacción política. Por eso la tan discutida y discutible ministra de Igualdad se justificaba con que habían hecho «lo que los expertos les decían», cuando era evidente que sus expertos se equivocaban: hasta el máximo responsable e imagen del equipo de expertos gubernamentales caía enfermo del virus que estaba combatiendo. Tras equivocarse tantas y tantas veces, era responsabilidad del presidente cambiarlo y poner a otro. Pero al contrario, todo el Gobierno está atrincherado tras Fernando Simón, quien nos decía que en España «habría, a lo sumo, uno o dos casos», y quien no se atrevía a recomendar no acudir al 8-M. Mientras nadie es destituido y nadie dimite, se cierran empresas y se encierra a la gente en casa. Sin reconocer el más mínimo error, que es lo que hizo Marlaska. ¿Cómo va a gestionar la reconstrucción económica y social de España el Gobierno del Escaqueo?
4) También padecemos un Gobierno incompetente. No hizo acopio de stocks ni incentivó la producción acelerada de material sanitario imprescindible. Después, su política de centralizar las compras bloqueó la llegada de material; devolvió acto seguido esa competencia a las autonomías, haciendo perder un tiempo precioso para realizar compras en el mercado internacional. La tardanza en adquirir mascarillas y batas frente a la diligencia en obtenerlas de, por ejemplo, Amancio Ortega pone de relieve los límites operativos de este Gobierno frente a una crisis real. Todos, de grandes empresas a monjas de clausura, han mostrado más energía, flexibilidad y productividad que el Gobierno sanchiglesista. Y cuando éste ha actuado, lo ha hecho mal: baste recordar el fiasco de los tests, que partida tras partida –a fondo perdido y con dinero público– ha comprado a precio de ganga, y que lógicamente nunca han funcionado. ¿Cómo va a gestionar la postpandemia el Gobierno Incapaz, impotente para prevenir, gestionar o controlar la pandemia?
5) Todo lo anterior ha bloqueado una estrategia eficaz contra la epidemia: hoy tenemos a un Gobierno inconsistente: un día dice que las mascarillas no protegen, y después que va a decretar su uso obligatorio para toda la población; un día dice que lo importante es detectar quiénes están enfermos de coronavirus –y de ahí las pruebas diagnósticas en los ingresados en hospitales– y después que lo importante es identificar a los contagiados asintomáticos; un día dice que no es necesario recopilar información sobre enfermos y curados, y ahora que es esencial el seguimiento, vía geolocalización, de todos nuestros movimientos, con la vista puesta en un confinamiento forzoso. Ni entendió ni entiende la importancia de realizar tests. Con todos los poderes en su mano, reacciona corriendo hacia adelante como un loco, guiado por un desmesurado y orwelliano afán de control social. ¿Cómo va a gestionar la crisis económica que viene el Gobierno Inconsistente, que cambia de opinión según las encuestas y los estados de ánimo de Sánchez e Iglesias?
6) Es un Gobierno desleal y torticero. Por mucho que lo repita el presidente en sus interminables alocuciones a lo Chávez y Maduro, con la excusa de la epidemia se ha aprovechado de sus poderes excepcionales para avanzar en su agenda de cambio radical: la inclusión a escondidas de Pablo Iglesias en la comisión de control del CNI; la requisa y control de empresas; el ataque furibundo a quienes están en la oposición, especialmente si ostentan puestos de responsabilidad, como la presidenta de la Comunidad de Madrid… Mientras no se cansa de pedir unidad, por debajo batalla por mermar el papel de la oposición con siniestras maniobras, como la manipulación de la Mesa del Congreso para impedir que el Legislativo lleve a cabo su labor de control del Gobierno o la manipulación de los medios en las ruedas de prensa del Gobierno y sus expertos. El Ejecutivo no es capaz de evitar miles de muertos; a cambio, el coronavirus ha servido para que Sánchez e Iglesias mermen los mecanismos de control de la democracia. Uno para aferrarse a la Moncloa y tratar de sobrevivir parasitando el régimen democrático; el otro para impulsar a España en la senda de la Venezuela de Maduro. ¿Cómo va a dirigir la reconstrucción nacional el Gobierno Felón, el del presidente narcisista y ambicioso y el vicepresidente chavista y bolivariano?
7.- Tenemos un Gobierno cruel en sus formas, insensible y despreocupado. Con la nación apilando cadáveres en morgues improvisadas, con ancianos muriendo en residencias o sólos en casa, con los médicos trabajando quince horas diarias y cayendo enfermos, no hay una sola rueda de prensa de la Moncloa donde los miembros de este Gobierno no se echen unas risas gratuitas e indecorosas. Peor: los dos únicos pésames expresos han sido para una pobre reclusa de Estremera y para el presidente de la Comisión Islámica de España; los otros 13.053 no merecen palabra alguna. No hay condolencias, pésames o compasión: ni actos oficiales de luto en recuerdo de todos los muertos. Al contrario, el genio científico del Gabinete, el astronauta Pedro Duque, llegó a decir que nuestros padres y abuelos se morían ahora porque en otros países ya se habrían muerto hace años. A Ábalos, esta crisis le ha salvado del escándalo de su tenebroso encuentro con la delincuente internacional Delcy Rodríguez: quizá de ahí sus continuas risitas y chistes, que le acercan más al personaje de Santiago Segura, Torrente, que a un honorable ministro. Por su parte, la ministra de Trabajo, en plena hecatombe empresarial, se reía con gusto en la rueda de prensa en la que bromas con los ERTE, como las bajas por maternidad, decía. ¿Puede este Gobierno Cruel dirigir a la nación en una época de sacrificios?
8) Es un Gobierno inútil en el ámbito internacional. Ha permitido, dada su debilidad internacional, que diversos países requisen material que se necesitaba urgentemente en los hospitales españoles, de Francia al caso más sangrante y reciente de Turquía. Más: sus propuestas de salvación por parte de la UE, los famosos coronabonos, han sido despreciadas por nuestros socios más importantes. Los últimos llamamientos a construir una Europa más unida con los que nos machaca Pedro Sánchez en las tardes de los sábados no son un canto europeísta: son el lamento de quien no recibe caso y atención en Bruselas. Debido a sus incumplimientos, engaños y falta de credibilidad. En fin, nos timan los chinos y nos desoyen los europeos. Sólo Maduro nos apoya. ¿Cómo va a gestionar la postpandemia internacionalmente el Gobierno Paria?
9) Es un Gobierno iracundo y destructor. La ira que ha caracterizado desde sus comienzos a Podemos se ha extendido al conjunto del Gobierno, con Sánchez a la cabeza. La decisión de llevar la economía a la UVI se explica tanto por mantener a la población confinada como por el afán expropiador de Pablo Iglesias. Es más, si nos apuran, hasta diríamos que el parón económico-industrial que tanto escalda ahora al PNV busca dañar a figuras como Amancio Ortega, bestia negra de Podemos; y que ha sido el primero en conseguir material sanitario y donar cantidades de dinero iguales o superiores a lo que muchas comunidades autónomas se están gastando en comprar material. Todo lo que sirva para destruir la de propiedad privada y las libertades económicas se está poniendo en marcha, destruyendo la capacidad económica y hasta psicológica de los españoles: esta nueva casta no tiene por qué justificar sus continuos tests, pese a que no llegan para nuestros sanitarios, ni sus ingresos en lujosas clínicas privadas en lugar de compartir camastro en hospitales de campaña. Por no hablar del asalto a la Corona. ¿Cómo va a construir la España del futuro el Gobierno Destructor?
10) Estamos bajo un Gobierno de actitudes profundamente inmorales. Sus terminales mediáticas fabrican bulo tras bulo: ahora quieren abanderar en nombre de la verdad la censura sobre todo aquel que no piense como ellos. No sólo se niegan a asumir su responsabilidad, con esa altanería del ministro Marlaska, «el Gobierno no tiene nada de qué arrepentirse», sino que culpan de la crisis sanitaria a todos los demás: los ancianos fallecen porque son viejos y costosos; los jóvenes se saltan la cuarentena; los ricos se salvan porque son ricos; los pobres están todo el día tratando de huir de su arresto domiciliario; los alemanes no pagan; la oposición no apoya. Para cimentar una moral paralela regalan 15 millones al duopolio mediático, dos grupos que el año pasado presentaron importantes beneficios en su cuenta de resultados. Pero para los autónomos, sólo pagos a Hacienda. ¿Cómo va a liderar al país el Gobierno del Bulo?
En fin, nos parece claro que lo que Sánchez busca con esos Pactos de la Moncloa no es más que salvase a sí mismo. En un abrazo del oso que arrastrará a todos a esa Mon-cloaca, ese agujero tóxico, en lo sanitario y en lo moral, en que ha transformado el palacio de la presidencia del Gobierno. Ciudadanos ya ha corrido a apuntalarle, a ver si así se apuntalan ellos. Vox, por suerte, no se le pone al teléfono: medida de profilaxis sana y deseable. El PP parece dubitativo: denuncia un posible cambio de régimen, pero continúa concediéndole cheques en blanco que ni sirven para frenar los muertos pero que ayudan a Sánchez e Iglesias en convertir la Moncloa en Miraflores.
Por eso hay que decirlo alto y claro: apoyar a Sánchez es perpetuar la mala gestión de la crisis, alimentar su narcisista ansia por el poder y permitir a Iglesias maniobrar contra la libertad, el orden y la ley. Apoyar a Sánchez es traicionar a los españoles, a los vivos y a los muertos. Lo único que se debe pactar con Sánchez es su salida. Nada más, pero nada menos.