Contra el coronavirus, ni bulos ni ataques. Contra el coronavirus, apoyo y colaboración con las medidas de contención, drásticas y masivas pero justas y necesarias, como único medio de frenar la epidemia. Contra el coronavirus, unidad y solidaridad. No olvidemos que España es líder mundial, ya durante 28 años, en donantes y trasplantes, es decir,...
Contra el coronavirus, ni bulos ni ataques. Contra el coronavirus, apoyo y colaboración con las medidas de contención, drásticas y masivas pero justas y necesarias, como único medio de frenar la epidemia. Contra el coronavirus, unidad y solidaridad. No olvidemos que España es líder mundial, ya durante 28 años, en donantes y trasplantes, es decir, en unidad, solidaridad, disciplina y organización, con el famoso modelo español, como se reconoce en todo el planeta.
Lo que debemos hacer ahora es mantener la confianza. Todos debemos apoyar y llevar adelante las medidas de prevención que vaya decidiendo el Gobierno de España. Tenemos un potente sistema público de sanidad a pesar de los recortes. Todos debemos tener confianza en que ganaremos esta guerra si nos mantenemos unidos, solidarios, disciplinados y organizados. Y podremos cantar ¡victoria para España y para el resto del mundo! con el puño cerrado.
Los virus no respetan fronteras en la aldea mundial. En semanas, el coronavirus se ha propagado a todos los continentes excepto a la Antártica. La seguridad de salud pública es un reto común que enfrenta la humanidad, y todos los países deben unir esfuerzos para hacerle frente. La enfermedad viral respiratoria se ha propagado a más de 100 países y regiones, infectando a más de 100.000 personas y representando una grave amenaza de salud pública para la humanidad luego del SARS, el MERS y el ébola.
Hay que declarar una “guerra popular” para combatir a este enemigo invisible movilizando la fuerza de todo el país. Mientras médicos y científicos siguen combatiendo al virus desconocido previamente, los demás debemos aplicar, con disciplina y organización, las medidas de contención que para frenar la epidemia determine el Gobierno de la nación.
Porque la tarea de prevención y control es ardua y complicada, y exige esfuerzos coherentes y persistentes, y considerar la prevención y el control de la epidemia como una tarea colectiva de importancia fundamental.
Debemos rechazar activamente la “infodemia”, los bulos y falsas noticias que se extienden como una epidemia. Debemos rechazar la utilización política de este nuevo y grave virus. Tanto dentro de España como fuera, tanto contra España como contra otros países.
La decisión política más grave tomada es la de Trump, el mandatario del país “más poderoso” del planeta, suspendiendo los vuelos con Europa, utilizando el más falso y demagógico argumento de que el virus llega a EEUU desde Europa. Un golpe económico a una Europa que quiere vasalla y débil. Un golpe hacia fuera que esconde que EEUU tiene un serio problema propio en su sistema sanitario, al ser dominantemente privado y muy escasamente público, para oficializar y enfrentar una epidemia de estas características, que obviamente lleva ya muchas semanas incrustada en la sociedad estadounidense.
Tengamos la opinión que tengamos sobre China y su sistema social, su práctica respecto a la epidemia es un ejemplo antagónico respecto al de EEUU. El director general de la Organización Mundial de la Salud (OMS), Tedros Adhanom Ghebreyesus, insiste en que la respuesta al brote ha exigido, y sigue exigiendo, todo el tiempo medidas de prevención y control, como las tomadas por China. Tomar tales decisiones requiere de un valor político enorme porque el tiempo exige acciones drásticas que evitarán problemas posteriores mucho más graves.
Aylward de la OMS dijo que la enorme voluntad colectiva del pueblo chino ayudó a ganar unas cuantas semanas que fueron “tan importantes” para el mundo. El secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), António Guterres, expresó gratitud a los chinos que se sacrificaron en muchos aspectos de su vida normal para evitar la propagación del virus.
China suspendió en Wuhan todo el transporte público urbano y todos los vuelos y trenes hacia el exterior. Puso a una megaciudad con más de 10 millones de habitantes en cuarentena, una medida sin precedentes pero que resultó una medida muy efectiva. De hecho, Tedros valoró que las drásticas medidas tomadas por China en el epicentro no sólo protegieron al pueblo chino, sino también evitaron la propagación del virus hacia otros países. Como afirmó Robert Lawrence Kuhn, un importante experto estadounidense sobre China y presidente de la Fundación Kuhn, “la movilización de China no tiene precedentes en la historia de la salud global”. El uso de todos los recursos del país para reunir todas las fuerzas para enfrentar la epidemia es una ventaja del sistema socialista de China.
Universidades, institutos y empresas de investigación han estado trabajando juntos para mejorar los diagnósticos, vacunas y medicinas. El kit de prueba rápida más reciente puede mostrar ya resultados en 15 minutos, examinando una sola gota de sangre. Y el gobierno chino lo dejó claro: “una vez confirmados, los pacientes no deben preocuparse de los costos; el tratamiento es gratuito”. En todo el país se tomaron medidas específicas de prevención y control desde el inicio del brote sobre la base de dichos principios.
La gestión coordinada y la vigilancia en los vecindarios permitieron detectar y aislar casos sospechosos y sus contactos cercanos tan pronto como fue posible. En un enorme país con una población de 1.400 millones de habitantes, las personas actuaron ordenadamente; siguieron las indicaciones del gobierno y se encerraron en sus casas durante semanas. La misión conjunta China-OMS señaló que esta verdadera implicación “de todo el gobierno y de toda la sociedad” ha evitado o al menos retrasado cientos de miles de casos de COVID-19 en China y en el resto del mundo.
Eduardo Madroñal Pedraza