Con la venia: Salía cada mañana del ataúd, y tras el café viudo, solía este humilde servidor y narrador ir a birlarle aguacates al TíoAlcampo, socapa de comprar la entonces muy barata bolsa de pan de bocadillos; barritas seis por moneda con la que, ahora, no comprarías un tapón para el ano de una mosca. Tempus fugit et máxime pretiosa panem.
Para que la guinda fuera indetectable, usaba yo un overol militar de los que tienen en las perneras piezas interiores, con ajustes elásticos a la altura del tobillo. Me los ceñía con dos vueltas de esparadrapo, para más seguridad.,
Dentro del hiper, paseaba sin rumbo entre los expositores. En su momento cogía la bolsona de pan, poniéndomela a la altura del pecho para hacer tape, abría un poco la cremallera, pingaba dos aguacates a una mano, y los soltaba dentro de la prenda. Las piezas caían hasta el fondo, quedando disimuladas allá abajo, y tras pagar la monedita, salía yo al parking con mi condumio de resistencia a bordo. Aleluya.
Debo admitir que, ocasionalmente, algunas latas y fruslerías varias hicieron el dicho recorrido tobillero, y que, como habéis adivinado, también se produjeron choques indeseadísimos con mis partes nobles. Naturalmente, sin mas consecuencias que un cierto rechinar de dientes, y un ligero rubor en mi faz. Que uno está muy federado. No como otros que hay por ahí.
Era un ballet alimenticio, bien ensayado, y mejor ejecutado. Incluso tenía repasada la figura jurídica del Hurto Famélico, por si hubiera que cantar la gallina ante alguna Severa Instancia, pero nunca se dio el caso. Me comí mucho aguacate, pero ningún marrón.
En aquellos días foscos, dos destas bayas eran la base de mi yantar. Con aceite escaso, sal poca y abundante pan la una, con miel de guinda la otra, me daban fuerzas para un día. Además, sus curiosas formas fueron el trasunto de las gónadas que tanta falta me hacían para aguantar la mala racha.
Ahora, la palta bendita, Persea Americana ( Mill. 1768), se halla hasta encima del sacratísimo jamón de CincoJotas, y aún debajo. Hay un aguacatismo ubícuo, feroz, indiscriminado, sin medida. Andan a la venta, con precio de castañola ovada, unas tostas de escasísimo salmón sobre «guacamole con daditos de aguacate en texturas, al aroma del romero florecido, recogido en la parte sur del huerto de la abuela». Y va a empeorar todo esto, me temo.
También hogaño, timodietistas que tienden redes en la Incautarnet, aseguran que te curas de la leprosinia inguinal, la glosopeda, el Mal de Zurriburdio, y la temida esmegmatosis si tapiñas la semilla sin más…¡¡ Mentirola a la violeta !! Que ya la rosigaba antaño yo por distraerme las hambres; a caca clorofílica amargoácida sabía. Y seguías tosiendo si tenías catarro, que no curaba un carajo.
Recuerdo respecto a la semillita de marras, que varios de los primeros vendedores malienses peripatéticos, como Moussa y su primo el Driss, le daban aceite de coco, la soasaban, y envuelta en albal tal que el jachís, se la vendían como afrodisíaco a los panzones tontainas de la zona Tascas, que creían comprar el secreto de la potencia sexual africana a precio de orillo. Le llamaban jarijari o guruguru o algo así. Pregunté el nombre exacto a los cinco supervivientes que conozco. Niegan que tal cosa haya pasado y no recuerdan nada. Dicen y sostienen.
Disculpadme hermanicos, que me estoy prolijando. Y mucho según veo. Vine acá con una anécdota sobre ataúdes y estoy liao con aguacates. La verdad es que desde que pasé el bicho, hay días en los que no me encuentro el trasero ni con las dos manos. Lo cual tampoco es novedad en mí, si bien se mira.
Por el respeto que os tengo, os prometo hacer bondad, no divagar, y contaros la historieta de los féretros. Aunque ahora mismo no la tengo muy clara. Será por esta turbia cerveza artesanal. Cambiaré de bebida para la próxima semana.
Gracias por vuestra paciencia.
Muy buenas tardes.
B.S.R :
Pedirle al Yutús.
París 31/01/2012
Sala Gaveau.
Pieza: El Curruchá. ( Joropo )
Interpretan: L’Arpeggiata, con Lucilla Galeazzi, Lucian Manzini, Raquel Andueza, Philippe Jaroussky, Vincenzo Capezuto.
Dirige: Christina Pluhar.
Manolodíaz.