De fiesta en fiesta

De fiesta en fiesta

La continua presencia de concejales en las celebraciones populares hipoteca la gestión municipal en el Ayuntamiento de Castellón.

 

Tras un intenso mes de marzo con las fiestas de la Magdalena y los desfiles procesionales de Semana Santa, llega abril con las celebraciones del centenario de la coronación canónica y pontificia de la Mare de Déu del Lledó, y que se prolongarán hasta principios del mes de mayo.

Festejos cívicos y religiosos que están hipotecando la gestión del equipo municipal de gobierno, y es que no hay acto de jubileo mariano a lo largo de estos días sin la presencia de los representantes municipales que acogen con gusto y sin disimulo su asistencia, mediante cobro como gastos de representación, a las procesiones enmarcadas en torno a Lledó.

‘De fiesta en fiesta’ parece ser el lema de la actual corporación municipal que, desde su toma de posesión, hace casi un año, no se ha perdido ninguna de las festividades a lo largo y ancho del termino municipal (comenzando por ese propio día que fue la Cabalgata del Mar del Grao).

No dudan en divertirse y recrearse con los vecinos respectivos en manifestaciones que se convierten, sobre todo, en fenómenos sociológicos y de acervo popular. Esta bien que los responsables públicos apoyen y respalden estas iniciativas festivas, aunque en el caso de Castellón considero que es un exceso estar siempre pendiente de estos festejos, y que aporta una imagen desacralizada, nunca mejor dicho, de la vocación de servicio público que debe tener un concejal del Ayuntamiento.

Después de Lledó vendrá junio con el Corpus y Sant Pere; en julio tendremos Sant Cristòfol; en agosto más Lledó en Sant Francesc de la Font, y así hasta septiembre y vuelta a empezar, mientras se abandonan los cometidos municipales y se deja al albur de la indolencia los trabajos correspondientes a la administración de la ciudad.

Expresiones como ‘Estos concejals sempre de processó i no treballen mai’ se dejan oír entre muchos vecinos que presencian el paso de ediles en los continuos desfiles procesionales que atesora la capital de La Plana. No ir siempre no significa que no se amparan ni se protejan las procesiones desde el consistorio. Sí que refleja una mesura necesaria y justa en cada una de las acciones emanadas desde la ‘casa de la vila’, desde la casa del pueblo.

Vicente Cornelles Castelló
Escritor y periodista