De modas y modos

De modas y modos

Pese a lo que pueda parecer por el título y lo bien que quedaría si no fuera porque sería meterme en un berenjenal en el que de momento no pienso meterme, no es una cuestión de inclusión lingüística.

 

De todos es sabido que el lenguaje es algo, además de útil y necesario, vivo, muy vivo. Palabras o expresiones que van apareciendo y desapareciendo, que van siendo aceptadas por el uso popular de las mismas o quedando en desuso; que copiamos o adaptamos de otras lenguas; que importamos de ámbitos más o menos técnicos o de canciones o de …

Mi reflexión versa en torno a cómo se originan determinadas coletillas propias, por otra parte, de cada época e incluso de cada edad (hablar de décadas sería fiarlo a un periodo de tiempo demasiado largo).

En los 80 y 90 usábamos algunas como: “efectiviwonder”, “qué nivel, Maribel”, “alucina, vecina” que, incluso, han llegado hasta nuestros días, en un intento de rememorar o perpetuar aquellos tiempos.

Pero antes de nada vaya una mención a los nombres de estas generaciones: boomers(nacidos hasta mediados de los años 60, el boom de la natalidad tras las Segunda Guerra Mundial); la generación x (individuos nacidos hasta principios de los 80), milennials (hasta principios de los 2000), generación z (desde esa época hasta mediados de los 2000), generación alfa (hasta nuestros días), todo aproximadamente.

Pues bien, la generación alfa, por ser la que ocupa estos momentos más actuales, también tiene su propia jerga, como no podía ser de otra manera: “cayetanas/os” para referirse a pijas/os, “trolear” como sinónimo de hacer una broma a alguien, algo “random” es algo aleatorio, o la que tanto me gusta de “en plan”, que podría sustituirse como “o sea”, para ayudar a explicar algo que se ha dicho.

¿Eso prueba o no prueba que el lenguaje permanece vivo? Yo diría que sí.

Pero lo que de verdad me tiene dándole vueltas a la cabeza es el proceso que se sigue para que algo que alguien haya dicho alguna vez se convierta de la noche a la mañana en algo tan seguido, copiado y repetido por tanta gente de todo el orbe español. Sí, vale, es por la globalización, las redes sociales y blabla, pero ¿por qué unas determinadas palabras sí y otras no? ¿Quién decide qué expresión? ¿Quién la lanza por primera vez?

Esto valdría para un tratado de sociología que, perdonen mi ignorancia, a lo mejor hasta está escrito ya y todo.

Yo tengo una humilde teoría de por qué se deja de utilizar una de estas coletillas: cuando una generación siente que su jerga, eso que la hace única, se ha extendido por otras generaciones (más antiguas o más nuevas), sienten la necesidad de buscar otra que la vuelva a hacer de nuevo exclusiva. Ahí lo dejo.
Espero no haber cansado en demasía al personal con comillas, cursivas y argot.

Elena Rodríguez
Docente discente