De Vié a Jué (6)

De Vié a Jué (6)

Con la venia: Rarita anduvo la semana en cuanto a temperaturas, presiones y humedadades. Pero ya está aquí la Magdalena, y todo será olvidado. Que tengáis brava fiesta y suave resaquilla. Salud.

 

V.
Baldeo fuerte de cubierta. Esgrima mucha de lampazo. Gran movimiento de cajas, desas que ocultan cientos de kilos de piezas inauditas, e imprescindibles por puro inútiles.
Acabo la tarea aspeadico pero contento porque, para mi bien, he restaurado un incierto orden y una aceptable limpieza en el taller. Como trofeo, obtuve tres bolsas grandes repletas de basuritas, que quedarán perfectas en el verdoso contenedor municipal.
Para mi mal debí tropezar, durante el currazo, con cuatro metros cúbicos de agujetas que se derramaron y repartieron al punto por todo mi yómísmo entero y verdadero. ¡Uúfff!
Ahora, aquí estoy arrepezuñao en el Sillón Orejón, bebiendo con pajuela por no levantar el vaso. Tan mal llevo el hormigueo muscular que tecleando estas líneas, con dos doloridos dedos, empiezo a cavilar cómo carajo agenciarme una IA, para que ejerza de negro en momentos como este.

S.
Celebradora sesión del Aquelarre Sabatino, pues hasta dentro de dos semanas se suspenden estas reuniones a causa de las Fiestas Fundacionales. En cualquier caso se disfrutó de la tenida, tapiñando fruslerías, brindando, comentando sibilinas maldades…y poniendo los celulares en modo avión para mejor planear el futuro.

D.
Discrepancias de sobremesa con la Cente, por un sucedido que ya habríamos tenido que olvidar. Mantengo una postura muy firme, y muy contraria a la suya.
Como sabe no me voy a rendir, saca la artillería de costa y dispara, ella:
– Hijo, yo creo que no te he parido a tí. Me debieron cambiar el nene.-
– No te cambiaron nada, Madre. Pero efectivamente; no me pariste.-
– Menos mal que me das la razón…-
– Te la doy porque la tengo. La razón y la seguridad.-
– ¿…?-
– Madre; como te quiero, te observo. Te he visto el proceder durante todos estos años. Y me lo sé.-
– ¿Y qué?-
– Que a buena hora tú, Madre, una señoritinga cartagenera, hija de padre con galones y coca en la bocamanga, se iba a poner de parto a las cinco de la madrugada.-
– Pues así ocurrió…-
– Deso nada, Madre.-
– ¿..?-
– Tú, si acaso, hubieras roto aguas después de la siesta. Yo mismo, y no otro, fue el que empujó, forzando el parto desde dentro, que no es fácil. Por eso estoy aquí; por curioso, empujón y cabezón.-
– Cabezón si que naciste, y con cinco kilos y medio…No me lo esperaba…-
– Porque no me pariste, Madre. Yo monté mi desembarco, mi Dia D. Si lo miras bien, técnicamente me parí yo.-
– Pero me dolió a mí.-
– Si, desde luego, pero el mérito es mío.-
– ¡Qué burro eres Hijo!-
– Algo hay dello.-
– Pásame la pastilla blanca pequeña, que ya es su hora.-
– De mil amores, Madre.-

M.
Acompaño a Shiroo, que me presenta a Maria Potensia. Nos miramos, nos vemos, y nos vale. Piulamos un breve, y también. Luego desliza una suave queja por mor de unos kilos que ella dice sobrantes, y que yo entiendo muy bien repartidos. Su dibujo es el de una clásica mujer oranesa; tan telúrica, tan seria, tan importante. Así se lo digo, proponiendo brindar por ello. Se acepta la moción.
En el Pretencious Bar, nos perpetran una pésima primera toma. Dicen tener Riojítta y Riberítta, pero sirven copas de Ascétic Ácid Grande Crûde. Desde un argelino Mascara en los años 80 no había probado nada tan corrosivo. No acabamos los tragos. Al tomar el piro, marcamos con la Cruz de Saliva el picaporte exterior. Cerrado nos queda para los restos.
Cuidando la elección de los abrevaderos siguientes, copeamos y tapeamos unas horas a gusto de los tres. De postre tomamos sendos Formidables Asiáticos, que ni en el Mastia ni en el Columbus de mi lejana Cartagena los preparaban mejores.

X.
Ponentá infame y engañosa la de hoy, y despistona para el personal circulante. Lo mismo ves a un sesentón en manga corta y bermudas que a una chavalita con dos bufandas.

Ocho nacidos en los años cuarenta nos juntamos a brindar, que nos lo merecemos, por haber sido testigos de tantas maravillas y poder contarlo.
Comentamos de infancia y juventud en tiempos pesarosos, coincidiendo en que lo más difícil y mejor fue decidirnos a dudar primero, y desafiar después, los dogmas sociales que se presentaban indiscutibles.
Entre risas se recuerda como rompimos la losa del maldito ¿Qué-pensará-la-gente?, preguntando al interlocutor: ¿Quién te ha dicho a tí que la gente piensa?
No resultó sencillo desaprender los valores de los cuarenta y cincuenta, pero fue divertido y refrescante. Además tuvimos suerte, porque los Hados se aliaron con nuestra generación, y desde los sesenta conjugamos sexo, drogas, y mucho rock&roll en una larga fiesta, como nunca hubo otra de Pirineos abajo.

J.
Con Shiroo el Merpes. Entre el pestazo a viejo con un punto amoniacal, la escasez de especies, los tamaños mínimos, y los precios máximos, salimos del lugar bramando cual tollinas y llorando como marsopas.

Mucho mejor el tiempo de hoy, que empezó como ayer y acabó razonablemente primaveral. Aprovecho para estrenar camisa regalada y zapatos bien mercados, y cosecho unos cuantos piropos que me saben a miel de romero colá. Uno será anciano ahora, pero pintón agradecido lo fue siempre.

B.S.R.
Una desopilante canción de mi prima Marujita he descubierto en Yutús. Si vas a París papá, se titula.

Manolodíaz.