Con la venia: Zeemana ezta trantranquila que da Zuhzto. Habel pedío Mueltte, oyes.
V.
En el Mercado del Pescado, (en lo sucesivo el Merpes), paso ante una caja de galeras que me miran con refrigerada insistencia. Nos reconocemos porque estudiamos juntos para la reválida de sexto, o así. Tras saludarnos, comentamos los achaques de la vejez mía y el apestoso presente dellas, despidiéndonos hasta el miércoles de la semana que viene. Como mínimo.
Radio Clásica progama en largo a un austrohúngaro y, por los encomios que suelta el locutus, ya me huele a perrizo. Temo que pase lo mismo que hace años sucedió con el Yánayèck y su puñetera Zorrita Astuta, que se oía hasta en las cacerolas de la sopa del Asilo.
Sucede a veces que, cuando a algún gerifalte del Minghisterio de la Curtura le pone mucho la obra de algún compositor, se mete en la intimidad de su retrete y lo nombra en un susurro, como al desgaire. De súbito, la Emisora obedece en Si Mayor, y a los oyentes nos crecen cuernos auditivos hasta en el paladar.
Mentiría si no admitiera que añoro los tiempos de José Luis Pérez de Arteaga y Sergio Pagán, entre otros. De entonces, la única cesión que recuerdo ocurrió con el gusto de un Vicedios por Mahler, y aquel día ganamos todos.
S.
En el Nolozé oficio el Ángelus cerrando el cruci mientras siroto una Bud. A punto estoy de ser feliz, cuando un grupo de tripudas personas aparecen, cacarean, berrean, juntan mesas seis, y las cubren con platos rebosantes de diversas, humeantes, y muy porcinas tripas. Por los pungentes olores dudo si en los platos hay cocinerías o cochinerías.
Me tetanizo cuando asegura el camata que, en breves momentos, se celebrará un FelizNosequé. Antes de que tal ocurra escapo coleteando, cual tollina ferida con férreo arpón. Atraco en el Vaivén. Tras dos taponazos de amontillao me entra la gusa canina. Abono y voy raudo a ensaladarme.
A bocanoche, en repro prestado, escucho un par de horas del Mendelssohn, con cigarros y cream al alcance de la mano. Bien recargado el ánimo, me voy al plumard y duermo como un criaturo sin deudas.
D.
Mi Niña Querida, el Bravo Bandido, y la Buona Famiglia corretean aún por los Japones. Están poniéndose como el hijo del esquilaor a base de pescado, marisco, y copas selectas. Cumplen con la degustación reverencial desa cervecita infantil que llaman sake, por aquello del orientalismo. Pero tienen Chablis en la canana, y lo usan pegándose unos lamparillazos. consoladores.
La parejita me envía abundantes fotos y microvídeos de sus andanzas, que son una alegría para este viejo. Tienen unas caritas de serios novietes embobecidos que da gusto verlos. Contento estoy de verlos contentos.
En la sobremesa, La Cente me reprocha que fume y, de paso, empieza a recriminarme todas mis otras malas costumbres. Como temo que la letanía sea más larga que el Ramayana, le aseguro que empeoraré mi conducta en breve plazo. Refunfuña un poco pero se aviene al trato sugerido, y así, mientras comentamos la receta del Tojunto de Almagro, enciendo otro liao.
L.
La Cente me cuenta de los sueños que ahora tiene. Una mezcla de recuerdos borrosos y lugares desconocidos que le traen inquietud. La tranquilizo diciéndole que ni puto caso, que el sueño siempre se disfraza de pregunta, que a su edad no tiene porqué contestar ná de ná a nadie, que los sueños sueños son, que me chive la receta de las Tortas Dormidas, que no quiere, que bueno, que ya toca siesta, que bien, que vale. Siesta pues.
M.
En el MerPes saludo a unos cangrejos, viejos conocidos míos. Les pregunto por qué llevan color rojo en pinzas patas y anteojeras, mientras que el resto de sus anatomías luce negro Brent. En voz baja, admiten que es por la vergüenza que les producen los comentarios sobre su precio y estado. Les acompaño en su penurrieta, y huyo a por aires más frescos.
X.
Toca hoy baldeo de cubierta en el eternamente futuro jardín. Los Agaves Tequilanos crecen sin permiso ni vergüenza. Sampedros y Cactos Chicos están bien. Me miran con altivez las Yucas. Las Malasyerbas medran con eso de recibir cuidados por primera vez en la historia. Hay unos Tréboles que parecen parasoles. El par de Anónimas piden atención y se les presta de inmediato. La Cintona va a lo suyo, como los Musgos.
En la regada de rigor me mojo el smoking Burberry de ajuste inglés, embarro los Gucci, pierdo un gemelo de jade, rayo una pitillera de Tiffany…pero todo me importa un carajo, porque no hay nada mejor para el alma que oficiar de Sissí Jardinera un miércoles por la mañana.
J.
Cumplidos los mandaos de la Cente enfilo a rendir cuentas. De camino me saludan amablemente tres Personajes Públicos, que evitaban mirarme durante los últimos tres años tres. Es raro esto, porque yo sigo usando la misma colonia de siempre; la muy fragante Chacal Desertor. De Hermès, claro és.
Lo comento en casa, y me dicen: » Tontol’haba, ¿ No sabes que vienen elecciones ?. A ver si te crees que te has vuelto guapo de golpe. Que no te enteras, Contreras.»
El Santos, exbombero viudo y privota, ha invitado a toda la barra del Nolozé por ser su cumple. Aprovecha la atención que se le presta para predicar que: «a Todo Esto hay que plantarle fuego y hacerlo nuevo y bien». Se le aplauden las birras.
A la tercera ronda, la cosa va de que lo coronemos Sumo Archimandrita de la Chenerositat Valensiana. O como mínimo Gran Logoteta Monosipal. Y si noss, poss Alludantez deer Botihero del Piróssmano Maiiior. A birrazos pide nuestros votos. Cuando se acaba la plata pagadora de garimbas y empieza a farfullar en urdú, se le abandona en los brazos de Polka. No quisiera estar en sus zapatos.
Buenas tardes.
B.S.R.
Pedid al Yutús que suene ahora la cara B del Atlantic Crossing, y disfrutadla.
Manolodíaz.