Deshojando la margarita

Deshojando la margarita

Aquellos que me siguen ya saben que una de mis virtudes o defectos es la incredulidad. No me creo que haya el porcentaje tan elevado de indecisos que las encuestas anuncian, como tampoco me creo el gran número de ciudadanos que dicen decidir a última hora a quién votar. Puedo llegar a pensar que haya...

Aquellos que me siguen ya saben que una de mis virtudes o defectos es la incredulidad. No me creo que haya el porcentaje tan elevado de indecisos que las encuestas anuncian, como tampoco me creo el gran número de ciudadanos que dicen decidir a última hora a quién votar.

Puedo llegar a pensar que haya indecisos a la hora de elegir a quién votar pero no me explico que la gente no tenga decidido al menos a quién no votar.

Si después de saber que el “txiringuito” feminista ha ingresado 150 millones de euros a través de 16.000, 6.000 solo en el pasado año, subvenciones concedidas y desembolsadas con nuestro dinero, no sabe a quien no votar algo no tiene demasiado claro.

Si ha llegado a saber, porque ve algo más que la sexta o la cuatro, que el PSOE y Ciudadanos están negociando en secreto para un posible pacto de Gobierno nacional, si los números de los resultados electorales del 28 de abril les dan para ello, creo que ya sabe a quien no puede votar.

Si conoce, como supongo, las siglas de los partidos que han consentido el golpe de Estado en Cataluña, creo que tiene una buena pista de a quien no votar.

Si sabe quién ha tenido la responsabilidad del acercamiento a Euskadi de los presos de ETA y la excarcelación de la gran mayoría de ellos sin tan siquiera colaborar para esclarecer los casi 400 asesinatos cometidos que están sin resolver puede hacerse una idea de a quien no votar.

Si conoce a quien colabora con separatistas sectarios antiespañoles, con asesinos etarras y delincuentes habituales puede que tenga algún criterio para decidir a quién no votar.

Si asiste incrédulo a la malversación de fondos públicos para utilizarlos, a través de las instituciones, en beneficio electoral de unas siglas tiene otra buena pista para decidir a quién no votar.

Si puede personalizar, con cara, nombre y apellidos, a quienes persiguen la unidad nacional, nuestro idioma común, nuestras tradiciones, nuestra religión y nuestra libertad, no podrá negarme que dispone de información suficiente para saber a quién no votar.

Y en general, si usted no ha perdido la memoria y la utiliza para analizar al menos la última legislatura y el papel desempeñado por cada partido político, tendrá claro, delante de la urna, a quién no debe votar.

Haga un repaso rápido a lo que acabo de exponerle y verá que no le quedan muchas opciones aunque tendrá siempre mi apoyo y respeto, tome la decisión que tome, ya que el pensamiento único y yo no somos compatibles.