Despega Rototom Sunsplash 2022: el festival reggae que une generaciones

Despega Rototom Sunsplash 2022: el festival reggae que une generaciones

Más de ochenta conciertos y un extenso programa extramusical en la decena de áreas culturales que llenan de actividad el circuito hacen del certamen una experiencia disfrutable sin edad límite. La macrocita festeja su 27º aniversario del dieciséis al veintidós de agosto de dos mil veintidós en Benicàssim.

 

A los adjetivos internacional, pluricultural y ecléctico, Violeta Palazón suma otro para acotar al Rototom Sunsplash:

Intergeneracional.

Esta fotógrafa natural de Castellar del Vallés (Barcelona) y habitual al festival internacional reggae desde su aterrizaje en Benicàssim, en el mes de agosto de dos mil diez, asegura que su experiencia personal corrobora que la idiosincrasia de la macrocita cultural es la que la transforma en disfrutable para cualquier género de público, sin importar un mínimo edad. Ha vivido ediciones a solas, con su pareja, con sus hijas Álex y Zoe (que ahora tienen catorce y quince años, y con las que vuelve este año) y con sus progenitores y sus suegros.

Una experiencia intergeneracional que Violeta relata a escasas horas de que el Rototom Sunsplash vuelva a rugir: del dieciséis al veintidós de agosto, en el recinto de conciertos de Benicàssim, un espacio accesible, seguro, pensado asimismo para el público menudo y con áreas que evitan las aglomeraciones. Lo va a hacer con setenta y tres horas de música y más de ochenta conciertos y sesiones en sus 6 escenarios; con una oferta de actividades, charlas y talleres distribuidas por diez áreas culturales y de ocio; y cuarenta propuestas gastronómicas planetarias capaces de llevar al paladar el viaje por el planeta que es en sí Rototom Sunsplash.

Violeta (cuarenta y cuatro años) aún recuerda de qué manera se enteró de la celebración de la primera edición del festival en España:

Lo vi en internet y le comenté a mi pareja: hay un festival reggae en Benicàssim. Mis hijas tenían entonces dos y cuatro años. Nos miramos y fue como: ¡vamos!”. Y así hasta hoy.

El segundo año se inscribió en un taller de fotografía realizado a lo largo de toda la semana que le llevó, en dos mil doce, a ser parte del equipo oficial de reporteros y reporteras del festival.

Mi primer Rototom me pareció increíble: de súbito era como estar en un espacio donde puedes estar en un concierto aunque bajo ese formato de pequeña ciudad; un sitio donde se producen pequeñas comunidades, donde conoces a gente, en el recinto o en la camping, que viene por mil motivos distintos: por el cartel, por las actividades, por tener un puesto en el mercadillo, por voluntariado… Y conectas.

Afirma. Algo similar les pasó a Álex y Zoe, sus hijas.

Les agradaba encontrarse con gente a la que ya conocíamos de Barcelona. Han hecho muchas amistades aquí. Y esas rutinas de sentarte con ellas a tomar un gofre o una horchata, de quedar a cenar y después ir a los conciertos… es bonito.

Apunta.

De pequeñas, y acompañadas asimismo a lo largo de múltiples ediciones por sus abuelos, Mercè y Pere, y Salvador y Susa (entre los sesenta y cinco y los setenta años), los escenarios más frecuentados por las dos pequeñas fueron los destinados en el circuito al público familiar: de Magicomundo al Mercado Artesano o Jamkunda (el nuevo espacio que reelabora la conocida como African Village). Espacios que despliegan cada tarde y hasta la puesta de sol que marca el comienzo de los conciertos, una extensa carta de opciones alternativas de ocio, diversión y aprendizaje.

Mis progenitores han vivido el festival sobre todo por las tardes, si bien asimismo han visto algún concierto; siempre afirmaban que lo que más les agradaba es que era como una pequeña urbe, ver gente de tantas edades, los espectáculos de circo… y tomar batidos de frutas.

Sonríe.

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Las hijas de Violeta, Álex y Zoe, ya en la adolescencia, retornan este verano al festival, que dedica exactamente una de sus áreas, la Teen Yard, al público más joven. Con zona de skate, este espacio ofertará cada tarde clases de radio, de edición musical y beat box, sesiones de twerk feminista o talleres de iniciación a la fotografía, que dará exactamente Violeta Palazón. Un taller con el que completa círculo y con el que retorna a aquella sesión de dos mil once que la unió, entonces como alumna, más aún al Rototom.

Tras un par de años de parón, me apetece rencontrarme con la gente y vivir el Rototom. El festival es la gente. Son esas activas. El ritmo que se produce. Ver de qué forma en cuestión de minutos la explanada frente al Main Stage se llena de vida. ¡Y deseo ver a Burning Spear! Hace mucho que no actúa y es uno de mis referentes desde que tenía veinte años. Pero seguro que hay considerablemente más artistas que descubriré, pues eso es lo bueno de Rototom: que te da la ocasión de descubrir.

Los 6 escenarios abren esa puerta al aprendizaje, y la experiencia, de la que habla Violeta. El festival sonará en este 27º aniversario a reggae, roots, dancehall y afrobeats, mas asimismo a ska, hip hop, balkan o cumbia. Este horizonte sonoro va a tener como cabeza de cartel a Burning Spear -veintidós de agosto- al lado de otros referentes del roots como Luciano, Black Uhuru, The Abyssinians, Max Romeo, Clinton Fearon o Sly Dunbar & The Revolutionaries; y el reggae más actual al cargo de los Marley (Damian ‘Jr. Gong’ y Julian), Morgan Heritage o Alborosie. La apertura del Rototom Sunsplash al afrobeats aterrizará con Davido. No van a faltar el ska (The Skatalites), el dub (O.B.F), el dancehall (Sean Paul), el hip hop (Mala Rodríguez) o la cumbia, con La Dame Blanche.

ENTRADAS PARA MAYORES DE 65 AÑOS EN BENICÀSSIM

El Rototom va a abrir este sábado, trece de agosto, de forma especial sus oficinas en Benicàssim (ubicadas en la calle Mossen Elías, número catorce). Se trata de facilitar a las personas mayores de sesenta y cinco años y a aquellas personas con diversidad funcional superior al sesenta y cinco por ciento la recogida de entradas para la edición de dos mil veintidós.

Van a poder retirar sus acreditaciones en horario de doce a dieciocho horas sin precisar desplazarse a las taquillas del recinto.