Carta del Obispo Casimiro para este domingo
La Iglesia católica celebra hoy el Domingo de la Palabra de Dios. Esta Jornada nos recuerda la importancia fundamental que tiene la Sagrada Escritura para todo cristiano, para toda comunidad cristiana y para toda la Iglesia. Todos necesitamos la luz que ilumine nuestro camino personal, comunitario y pastoral, y el alimento para no desfallecer en el camino. La Palabra de Dios es luz y alimento en el seguimiento del Señor y en la misión evangelizadora, que Él ha confiado a toda su Iglesia.
La Palabra de Dios, contenida en la Biblia, es una palabra viva y siempre eficaz. Es la Palabra de Dios vivo, que sigue hablando y actuando aquí y ahora. Cuando leemos la Sagrada Escritura, la proclamamos, estudiamos, meditamos o contemplamos es Dios mismo quien nos habla y actúa en nosotros y para nosotros. Tampoco el Antiguo Testamento se hace viejo: sigue latiendo en el Nuevo, transformado por el único Espíritu Santo que ha inspirado a ambos.
Es fundamental leer y conocer la Sagrada Escritura; de lo contrario no conoceremos a Cristo, su vida, sus palabras y sus obras, su muerte y su resurrección, que dan luz a nuestro caminar, que perdonan y salvan, que sanan y liberan. Ya san Jerónimo dejó escrito que “la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo”. Y desconocer la Sagrada Escritura significa no conocer en profundidad la riqueza de la vida cristiana y de la misión de la comunidad de los discípulos de Jesús.
Con este Domingo, dedicado a la Palabra de Dios, se desea que todo el pueblo de Dios crezca en familiaridad religiosa y asidua con la Sagrada Escritura, y en su valor iluminador y transformador para los fieles y la comunidad cristiana. La vida personal y eclesial nos plantea interrogantes e inquietudes. En la Palabra de Dios encontramos la luz que resuelve nuestras dudas, que responde a nuestras preguntas y nos alienta en el caminar. Es necesario que los bautizados procuremos alimentarnos de la Palabra para vivir como hijos de Dios y discípulos misioneros de Cristo, y para afianzar nuestra comunión con Él desde un conocimiento cada vez mayor de su persona y su obra.
La Sagrada Escritura no se puede leer como un libro histórico cualquiera. Hay que leerla como Palabra de Dios, es decir, dejándose interpelar por Ella y entablando una conversación con Dios, que nos habla aquí y ahora; y hemos de leerla acompañados por maestros que tienen la experiencia de la fe y en la gran compañía de la Iglesia. En la Sagrada Escritura, Dios nos sigue hablando realmente hoy.
XCasimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón