Arroz, fideos y sopas de pan.
Lola repasaba los apuntes en la mesa de su dormitorio. Había pasado el día estudiando para el examen de estadística y, ya cansada de tanta media, moda y mediana, había entrado un rato en Facebook. La luz helada de la tarde se colaba en el patio de luces. Un pequeño radiador le mantenía los pies calientes. Miró hacia el exterior y vio a la vecina en la galería de enfrente recogiendo la ropa tendida. Salió y la saludó. Marcelina era una anciana viuda y sin hijos. A Lola le gustaba charlar con ella: después de una dosis de chafardeo digital, no venía mal un poco de interacción en las redes sociales de antaño. Vio que la mujer llevaba bufanda, un gorro de lana más propio de un rapero y una bata gruesa y vieja. La crudeza de la vida estaba labrada en su rostro, pero mantenía la mirada limpia y alegre. Lola sabía que no se había abrigado para salir al patio, así es como vestía también dentro de la vivienda. “Véngase un rato a mi casa”, le propuso con la intención de que la anciana entrara en calor.
“Hija, qué frío hace, tengo los huesos doloridos” le dijo Marcelina al entrar. “Pase al fondo, está el radiador puesto”. “Yo también tengo uno, pero no lo uso, al precio que se ha puesto la luz…con mi pensión, imposible, y eso que me dieron el bono social. Menos mal que el alquiler del piso es bajo” añadió mientras se quitaba el gorro y la bufanda. Lola, a la que siempre le rondaban números por la mente, pensó en los beneficios de Repsol: 4251 millones de euros en 2022, un 70% más que el año anterior, el segundo ejercicio con mejores resultados de su historia. Pero no le habló de esto a Marcelina, se limitó a ofrecerle un poleo. “Primero el virus, luego la guerra… el caso es que estamos fastidiados”, dijo la anciana. No todos, pensó Lola, es indecente que suba el precio de la electricidad hasta la precariedad energética mientras las grandes compañías multiplican sus ganancias”.
“Luego te traeré un poco de caldo. Esta mañana he bajado al supermercado y he hecho para tres días. Hoy le he echado arroz, mañana fideos y al otro le pondré un huevo escalfado con sopas de pan. Ya tengo la comida de tres días”. Lola pensó en el 15,02 % de incremento de la cesta de la compra sobre los precios del año pasado. Eso sí, caviló con sarcasmo, si Marcelina ha comprado un kilo de patatas le ha costado 4 céntimos menos que antes de eliminar el IVA de algunos productos. Pero no le dijo nada a su vecina, se limitó a echarle un poco de miel en el poleo.
“Hace unos días se me rompió la lavadora, 130 euros, y eso que el técnico no estuvo ni media hora. Me supo mal no poderle pagar, pero es que fui al banco y me dijeron que solo se podía sacar dinero de 10 a 12; volveré mañana porque el chico vendrá a cobrar. Este mes le tendré que decir a mi casera que se espere”. Lola recordó que el Banco Santander había obtenido un beneficio récord de 9605 millones de euros en 2022, un 18% más que el año anterior. El Sabadell 859 millones, un 61.9% más que en 2021 y el BBVA 6.420 millones, un 38% de crecimiento.
“El Gobierno ha subido las pensiones más que nunca. Aún así, hija, los pobres somos cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos”, añadió Marcelina mientras sorbía la infusión. Lola recordó la noticia más comentada en las redes; el salario del presidente de la CEOE, Antonio Garamendi, acababa de pasar a ser de 400.000 euros, 50.000 euros anuales de incremento. El mismo que no quiso sentarse a negociar la subida del Salario Mínimo Interprofesional por parecerle un despropósito que se incrementara en 80 euros brutos al mes había comparado la crítica al aumento de su retribución con la violación de una chica por llevar minifalda. Es normal que un alto cargo tenga un salario acorde a su responsabilidad, pensó Lola, pero es obsceno que su salario se incremente de esa manera a la vez que se opone a que las personas peor pagadas del país, que difícilmente llegan a final de mes con la inflación actual, tengan una subida que, aunque porcentualmente pueda parecer alta, en euros mensuales no da ni para llenar un carro del supermercado. Y, además, concluyó la joven, si alguien tiene un alto cargo que le da acceso a esa elevada retribución, también debe mostrar altura en su discurso, cuidar lo que dice y no salir con comentarios de mal gusto, por mucho perdón que pida después. Precisamente las mujeres son las más beneficiadas con el incremento del SMI, porque son las que realizan los trabajos peor pagados. La mente de Lola procesaba los datos estadísticos y su corazón empezaba a acelerarse. Pero no le dijo nada a Marcelina, se limitó a sacar de su monedero 50 euros y ofrecérselos a la anciana. “Tome, compre algo de carne o unas sardinas, que solo de caldo no se puede vivir, está usted amarilla como este poleo”.
“Ay, hija, lo poco que tengo en la cuenta es para pagar el teléfono, no vaya a ser que me dé algo aquí yo sola y no pueda ni llamar. Pero, quita, quita, ¡qué me vas a dar!, si también debes tener muchos gastos, tú estudia y si puedes meterte en la Administración, mejor, que la vida se ha puesto muy complicada. Lola recordó las ganancias de Orange en 2022, 2146 millones de euros frente a 233 millones de 2021, un 821% de crecimiento en beneficios. Pero no se lo contó a Marcelina, se limitó a mirar aquellos ojos grises y luminosos. En ellos se reflejaba su alma. Qué distinta es el alma de los poderosos, si es que tienen, pensó. Después, se acercó a la anciana, le cogió las manos y las envolvió con las suyas.
Vicent Gascó
Escritor y docente.