El baile de los pajaritos

El baile de los pajaritos

Corría el año 1981 cuando de la mano de María Jesús y su acordeón, alcanzaba el número uno de las listas de éxitos la canción «El baile de los pajaritos». Poco se podía imaginar la interprete extremeña afincada en la región valenciana que, además de seguir su carrera artística hoy en día en Benidorm, su...

Corría el año 1981 cuando de la mano de María Jesús y su acordeón, alcanzaba el número uno de las listas de éxitos la canción «El baile de los pajaritos». Poco se podía imaginar la interprete extremeña afincada en la región valenciana que, además de seguir su carrera artística hoy en día en Benidorm, su famoso «baile» serviría para que los globalistas del G-7, hicieran el ridículo en pleno siglo XXI.

Desde la sala de máquinas del Nuevo Orden Mundial y apelando a la nueva normalidad, han desterrado el apretón de manos de toda la vida, por la acción de frotar, de manera ridícula, los codos para de esa forma y según los expertos (¿?¿?) evitar el contagio del virus del PCCh. Con esto nos podemos hacer una idea de en qué manos nos encontramos atrapados.

Si al acordeonista suizo Werner Thomas, que creó la canción en 1957 y quien la tocaba en un restaurante de Davos, le llegan a decir que su baile sería símbolo de las élites globalistas no se lo hubiera podido creer.

El mundo está lleno de casualidades. El Nuevo Orden Mundial y el globalismo más recalcitrante tienen como lugar de nacimiento, por mor del destino, la localidad suiza de Davos donde se reúne el elitista Foro Económico Mundial que es el grupo de oligarcas que pretenden dominar el mundo acabando con los valores más intrínsecos de la civilización occidental.  Como decía la canción de Pedro Navaja: «Sorpresas te da la vida».

Aunque en el caso que nos ocupa nada está dejado al azar ni a la casualidad, todo está debidamente engarzado cual trabajo de orfebrería fina. Desde la aparición de la plandemia hasta los acontecimientos que se han sucedido a lo largo de los últimos dos años, todo encaja dentro de lo que han diseñado los coreógrafos del «Baile de los pajaritos».

Ya en el año 2015, el «ecológico, sostenible y resiliente» Guillermo Puertas (más conocido como Bill Gates) anunciaba la posible aparición de una epidemia de características apocalípticas y que cambiaría el mundo para siempre. No es que fuera un personaje en relación directa con Aramis Fuster, no, más bien que él, junto con los del Foro de Davos estaban metidos hasta el tuétano en el famoso laboratorio de Wuhan.

También, por pura casualidad, todos estos individuos y sus tentáculos de fondos de inversión están inmersos en los laboratorios farmacéuticos que se están poniendo morados (como los de Podemos) con la venta de las mal llamadas vacunas, pero que son un negocio seguro. Por ejemplo, Pfizer y Moderna tienen entre sus propietarios a los mismos fondos de inversión que manejan los esbirros de Soros,

Algo sorprendente es que las empresas farmacéuticas que más han trabajado en el desarrollo de vacunas como son Merck, Sanofi Pasteur o Novartis no estén en esta carrera desenfrenada.

Pero toda esta situación ha venido de perlas a los ingenieros de la «nueva normalidad». Tomemos como ejemplo al gobierno del sátrapa de La Moncloa que desde que apareció la plandemia ha encadenado sin un solo descanso la comisión de tropelías y traiciones hacia el conjunto de los españoles.

Son innumerables las mentiras que tanto él como la piara de indigentes mentales que le acompañan en su quehacer diario,  pronuncian sin descanso, así como los ridículos espantosos que protagonizan día tras día.

Desde los clásicos «no podría dormir si pacto con estos», «no subiré los impuestos a la clase obrera ni a los trabajadores», «no dejaremos a nadie atrás», hasta llegar a las últimas «no concederemos los indultos» o «no habrá referéndum de autodeterminación».

Ante un historial tan profundo de mentiras e incumplimientos, no nos puede sorprender que un asalto inmisericorde de 29 segundos al actual presidente de los EEUU, arrastrándose por un pasillo, lo haya transformado en una reunión en la cumbre de igual a igual. El problema es que no miente, es que es su forma de ir por la vida.

Ante el ridículo tan espantoso que ha producido esta última payasada del mitómano Doctor Fraude, habrá que recordar al antiguo Jefe del Estado, el General Franco, cuando tuvo reuniones con presidentes de USA, Ike Eisenhower, Richard Nixon, Gerald Ford o Ronald Reagan que lo visitaron en España, con gran cordialidad y consiguiendo importantes beneficios para nuestro país.

Pero, además de su mitomanía, todo eso que hace le sirve para esconder todas las traiciones y fechorías que comete, aunque no podrá evitar que la historia le recuerde como lo que es: «el mayor felón de la Historia de España. Fernando VII se lo agradecerá».

El robo a mano armada a la sociedad española, el hundimiento y ruina de la clase media española, la persecución lingüística a la que somete al idioma español, el desprecio mayúsculo a las víctimas del terrorismo, su defensa de los delincuentes asalta fronteras y la bajada de pantalones ante el rey de Marruecos, le importan un huevo, él solo quiere seguir chupando del bote.

Ante el indulto o amnistía que va a conceder a los traidores golpistas de Cataluña y que servirá de preámbulo a la entrega en bandeja de plata a los golpistas de la región catalana, me permito sugerir que la mesa de diálogo, en vez de hacerla en algún sitio de prestigio y, a la vista de que va a suponer una «bajada de pantalones», concreten su celebración en alguna sauna tipo «Adán». Allí por lo menos podrán refrescarse de vez en cuando o relajarse si procede.

No quiero dejar de meter en este grupo de traidores de alta alcurnia a los medios de comunicación masivos, salvo honrosas excepciones, a los sindicatos de clase, a los empresarios deleznables y a los chiringuitos que pululan por nuestros lares. Todos ellos, en la época de la Revolución Francesa, serían víctimas del invento del Dr. Joseph Ignace Guillotin.

Si no existieran las autonomías, nos evitaríamos escenas como las que estamos padeciendo hoy en día. Sin autonomías y sin las traiciones sucesivas de los distintos gobiernos las desgracias que se ciernen sobre nuestras cabezas no existirían. El tratamiento médico para acabar con la enfermedad de la traición está en acabar con los chiringuitos autonómicos.

Pero, en vez de luchar por el bienestar de la gente, de nuestros compatriotas, es más interesante seguir con el «baile de los pajaritos» y a ver si en el próximo reparto de algún enchufe me toca a mí.

Como decía Miguel de Unamuno: «Me ahogo. Me ahogo, me ahogo en este albañal y me duele España en el cogollo del corazón».

 

¡¡VIVA ESPAÑA!!

Luís Andrés Cisneros