El camino que lleva a Lidón

El camino que lleva a Lidón

El recién inaugurado paseo que conecta la plaza María Agustina con la Basílica de Lledó registró el pasado fin de semana una gran afluencia de público dispuesto a disfrutar de un entorno tranquilo, seguro y sostenible.

 

Ocurrióseme cantar en Onda Cero la pasada navidad una versión libre del conocidísimo Tamborilero que hace ya unas cuantas décadas popularizó el otro Raphael: ‘Por el camino que lleva a Lidón, obra de Amparo que resulta fetén, el parque queda integrado, ¡qué bien!’

En una sección irreverente pero construida en clave de humor, tiraba de villancico para poner de manifiesto el acierto que suponía la actuación del Ayuntamiento de Castelló en la avenida Lledó. Una obra concebida para el uso y disfrute de las personas y no de los coches. Seres humanos que caminan, corren, van en silla de ruedas, con carritos de bebés o en bicicleta.

Lo decía entonces cuando las voces habituales del NO se afanaban en desacreditar el proyecto con un cierto grado de contradicción, ya que a la vez que se rasgaban las vestiduras por la drástica reducción del número de vehículos aludían a un supuesto abuso en la utilización del cemento. A la vez que defendían la sostenibilidad clamaban contra ella.

No es nuevo que el conservadurismo político y sus satélites ambientales encabecen la oposición a este tipo de actuaciones para obtener rédito político: ha ocurrido en todos los sitios desde hace mucho tiempo.

Porque para las voces del NO no representa problema alguno negar la evidencia. Leo en una información en la web de la Cadena Cope del 12 de abril de 2021 que “los comercios ubicados en calles peatonales facturan un 30% más que aquellos situados en calles colindantes en las que las aceras son más estrechas y el tráfico gana protagonismo”, así como que “la reciente peatonalización de algunas de las principales arterias comerciales de las grandes ciudades favorece el consumo a pie de calle, lo que a su vez revaloriza el precio de los locales hasta un 20%”. Es un hecho que la cofradía del NO prefiere obviar, no vaya a ser que la realidad ponga en evidencia la falacia de su discurso.

De momento, lo que ya hemos visto es que en el primer fin de semana tras la inauguración de la obra, la utilización ciudadana de la avenida ha sido muy importante: mucha gente paseando, personas mayores y familias con niñas y niños, de manera segura y en un entorno verde.

Sí, verde, digo verde. A pesar de la oda al cemento que allá por 1999 construyó el Partido Popular de José Luis Gimeno, Carlos Fabra y Alberto Fabra en el parque de Rafalafena. Quienes hoy se oponen a todo, nada dijeron entonces.

Afortunadamente, la remodelación de Lledó que ahora se ha llevado a cabo ha contribuido a suavizar los efectos nocivos de aquella actuación extraña. El parque de Rafalafena y el Auditorio que se construyó de aquella manera, que ahora no viene al caso comentar, quedan perfectamente integrados en el entorno. En consecuencia, a los profetas del Apocalipsis no les va a quedar más remedio que recurrir en breve a otro mantra para llamar la atención porque “el camino que lleva a Lidón” ya desmiente sus mentiras.

Rafa García. Periodista

@RafaGarciak
https://www.facebook.com/rafa.garcia3954
Instagram: rafa_garciak
Tik Tok: @rafagarzia135