La forma de actuar y responder del presidente del Club Deportivo Castellón ha sorprendido a todos. Tal vez, porque tiene una forma de trabajar y accionar en contra de miserias y especulaciones a las que estábamos tan acostumbrados.
A la hora de redactar estas líneas poco o nada ha trascendido de la reunión entre el Ayuntamiento de la capital de la Plana y el Club Deportivo Castellón sobre las condiciones del convenio a desarrollar entre ambas instituciones sobre la cesión del Castalia al equipo albinegro y las obras de acondicionamiento del estadio, especialmente ante un posible ascenso de categoría del Castellón.
Sí se ha reflejado la sorpresa municipal ante lo que califican de “salida de tono” de diversos tuits de Haralabos Voulgaris, presidente del club, exigiendo inmediatez al consistorio. Tal vez, la institución no ha calibrado aún quién es y como trabaja Voulgaris.
El Castellón de Bob no es el de ayer, en televisión en blanco y negro. Es el del futuro, el de una nueva forma de accionar a la que ciudadanos y aficionados no estábamos acostumbrados, más pendientes de miserias y especulaciones que de ejercicios resolutivos y constantes.
Como dice mi colega Pepe Beltrán, Voulgaris “no transmite ansiedad, sino creencia, y no se deja llevar por la urgencia, sino por la determinación”. Por ello, no me extraña que el máximo dirigente albinegro haya alertado de la “inacción del Ayuntamiento”, después, sobre todo, de la gran cantidad de políticos que, durante tanto tiempo, han negado el pan y la sal, a la institución deportiva.
Y, volviendo a Pepe Beltrán, siempre ha calificado de “empostado albinegrismo” la asistencia al palco del Castalia de mandos en plaza que muy poco han ayudado al Castellón. Y eso le choca a Bob.
El Club Deportivo Castellón no ascenderá por su juego y sus resultados, que también, sino por una planificación, desarrollo y previsión de infraestructuras, en este caso, de un Estadio Castalia, actualmente en un estado deplorable, y que necesita de un mayor cuidado, inversión y mantenimiento por parte de la ciudad, propietaria del recinto.
Lo de la venta del campo es otra historia. Que la alcaldesa se niegue en rotundo para “proteger el patrimonio municipal” son palabras huecas. La realidad nos demuestra que son muchas las propiedades municipales que se han vendido, y no ha pasado nada.
Vicente Cornelles Castelló
Escritor y periodista