El presidente de la Asociación Amics del Papa Luna ha reiterado su solicitud de levantamiento de su excomunión, argumentando que "nadie puede encontrar un error en sus planteamientos jurídicos o su comportamiento".
El Castillo de Peñíscola ha finalizado con éxito las jornadas académicas conmemorativas del VI centenario de la muerte del Papa Luna, que se llevaron a cabo durante el fin de semana en la sede papal de Benedicto XIII, con valiosas contribuciones de una élite de expertos en el personaje y en la época.
Las jornadas, impulsadas por la Diputación de Castellón con la colaboración de los ayuntamientos de Peñíscola e Illueca, contaron con dos grandes primicias aportadas por el doctor Salvador Baena, especialista en medicina forense, quien informó sobre las pautas de comportamiento del pontífice según las últimas investigaciones del cráneo expuesto en una exposición del Museo Alma Mater de Zaragoza.
Según el doctor Baena, los escáneres de última generación del cráneo han revelado que el Papa Luna era diestro y, a tenor de los estudios obtenidos del córtex prefrontal, murió a la edad de 95 años con toda su ‘reserva cognitiva’, es decir, que mantuvo su inteligencia y lucidez hasta el final, por lo que «tenía una mente privilegiada».
Por su parte, el catedrático en Historia del Arte, Josep Antoni i Pitarch, desveló el contenido de documentos antiguos que demuestran fehacientemente quién fue el constructor templario del castillo y su procedencia. Según el catedrático, Ramón Pons, arquitecto templario venido de tierras del Rosellón, fue la persona designada para construir la gran fortaleza de Peñíscola.
Todas las ponencias se publicarán en unas actas por parte del Servicio de Publicaciones de la Diputación Provincial, área incluida en el departamento de Cultura que gestiona la diputada Ruth Sanz.
Las jornadas también tuvieron su parte reivindicativa, solicitando la derogación de la excomunión de Benedicto XIII. Según J. Bautista Simó, presidente de la Asociación Amics del Papa Luna, «no hay persona que encuentre en Benedicto un error en sus planteamientos jurídicos ni en sus comportamientos: debería ser retirada la excomunión; era un buen católico».
El broche de oro fue una reproducción culinaria de la época a cargo de la prestigiosa cocinera Carmen Guillemot, que se degustó en las antiguas cocinas del edificio medieval. Guillemot se basó en un equipo de asesores históricos, llegados recientemente de los Archivos Secretos Vaticanos, para elaborar los platos medievales que se servían en la mesa de Pedro de Luna y sus ilustres allegados.
El personaje merece la pena.
Ha sintetizado Ester Forner, directora del Castillo y coordinadora de unas jornadas que contaron con el apoyo y financiación de la Diputación de Castellón.