Publicado por Francisco Marhuenda en La Razón 20/07/2021
Me niego a asumir las mentiras de este proyecto de ley que nunca debería entrar en vigor.
El revisionismo histórico es uno de los males de nuestro tiempo. Es algo que ha sucedido siempre, pero ahora es tan habitual que no deja de sorprenderme. Hemos llegado a un punto en que se puede actuar desde la ignorancia, el sectarismo y el fanatismo con absoluta impunidad. El gobierno aprobó ayer el anteproyecto de Memoria Democrática que sustituirá a la desastrosa ley de Memoria Histórica de 2007. Hay que reconocer que la izquierda ha obtenido una clara victoria gracias a los complejos de una parte importante del centro derecha político, mediático y social.
El planteamiento es tan simple que recuerda la manipulación del comunismo en los países en los que ha gobernado. Se trata de dividir entre buenos y malos a la vez que se minimizan los errores de los primeros. Por ello, escuchamos o leemos esa ridícula idealización de la Segunda República, como si fuera un modelo encomiable que solo cometió equivocaciones, y la Guerra Civil fue consecuencia únicamente de unos malvados golpistas. Los que defienden estos despropósitos podrían hacer un ejercicio muy sencillo, lo recomiendo siempre a mis alumnos cuando explico el siglo XX, y es leer la cronología de los acontecimientos.
Ahora llegan unos políticos rencorosos que quieren reescribir la historia, convertir el Valle de los Caídos en un parque de atracciones al servicio de la manipulación y el sectarismo, limitar la investigación y la docencia y, sobre todo, crear una historia oficial. No tengo ninguna duda de que España vivió entre 1939 y 1975 en una dictadura y la Guerra Civil comenzó con un golpe de Estado que fracasó. En cambio, me niego a asumir las mentiras de este proyecto de ley que nunca debería entrar en vigor.