Pertenezco a una generación de mujeres que hemos llegado hasta aquí básicamente sin complejos. Nos educaron en el deber, el respeto a nosotras mismas y a los demás, en la igualdad de derechos, en la necesidad de labrarnos un futuro para no depender de nadie, en el cuidado de la familia, en la trascendencia del...
Pertenezco a una generación de mujeres que hemos llegado hasta aquí básicamente sin complejos.
Nos educaron en el deber, el respeto a nosotras mismas y a los demás, en la igualdad de derechos, en la necesidad de labrarnos un futuro para no depender de nadie, en el cuidado de la familia, en la trascendencia del ser humano…
Nos prepararon para ser super-woman, o al menos nos enseñaron el camino. Siempre dispuestas a llegar a todo: hijos, marido, trabajo, hogar, familia y amigos… enfermeras, cocineras, profesoras, psicólogas, mediadoras, costureras, habilidosas en manualidades, decoradoras, planchadoras, limpiadoras, buenas gestoras y economistas, perfectas anfitrionas… Protagonistas del cuidado de nuestros hijos y también de nuestros padres ancianos. Polifacéticas hijas, madres, esposas, amantes, consejeras… y además en buena forma física, cuidadas y monas.
Pertenezco a una generación de mujeres que no tenemos nada que envidiar a ninguna de las anteriores porque hemos dispuesto de absoluta libertad, y también es de justicia afirmar que dudo mucho que las generaciones venideras tengan que soportar tan elevado nivel de exigencia como nosotras.
Y a estas alturas de la vida, cuando las mujeres de mi generación hemos doblado ya la esquina de los 50 tacos, compruebo de primera mano y con orgullo cómo las que fueron mis compañeras de colegio, de Facultad, de trabajo, amigas de la pandilla, del barrio, de la cotidianeidad del día a día … son en su mayoría, por no decir en su práctica totalidad, mujeres hechas y derechas, fuertes, completas, autosuficientes, autónomas e independientes. Mujeres con criterio y con ese cierto aire de satisfacción que proporciona llevar las riendas de tu vida en la mano. Por todo ello, y sin pretender atribuirme representación de nadie, afirmo que somos muchas, muchísimas, las mujeres que no comprendemos qué está ocurriendo con esos extraños movimientos de mujeres jóvenes de estética peculiar de tonos morados y negros, cuando no en bolas, y que pretenden “liberarnos del Estado opresor y del macho violador”.
Movimientos de jóvenes, que lo han tenido y tienen todo, hijas de familias acomodadas, chicas de Iphone, ropa de marca y dinero en el bolsillo. Muchachas de vida fácil y muelle cuya única obligación ha consistido en ir a clase sin necesidad de aprobar todo para pasar de curso, asiduas al botellón y en algún caso a lo que ellas mismas denominan “follamigo”, ajenas al deber,al respeto a ellas mismas y a los demás. Portadoras de un mensaje apocalíptico que repiten con una mueca trágica en el rostro, como si fueran muñecas rotas y programadas.
Cierto es que sin duda alguna la inmensa mayoría de las jóvenes sigue su vida al margen de este aquelarre, pero aún siendo minoría es preocupante este ruido discordante que contrasta, como suele ser habitual, con el vacío, cuando no el estupor expectante, de la mayoría silenciosa.
Son muchos los ingredientes de este maremágnum: políticos, éticos, morales, económicos, sociales… La política de género, el neocomunismo, el feminismo transversal, el feminismo interseccional, la cuarta ola del feminismo…
De pronto, España se proclama un Estado feminista donde el “consenso progre” nos sorprende con la “genialidad” de inventar y de aprobar el artículo 14 de la Constitución de 1.978 que proclama la igualdad.
De un día para otro se crea el Ministerio de la Señorita Pepis, desde donde Barbie Youtuber y sus damas de compañía nos aleccionan en un feminismo rancio e insultante a la razón. Se criminaliza al hombre por el hecho de serlo, se quiere destruir la presunción de inocencia, se considera a las mujeres como seres inferiores necesitadas de todo tipo de protección y subvención y para celebrar el día Internacional de la Mujer, se presenta un bodrio de proyecto Ley sobre “libertad sexual” en una de las naciones del mundo con más libertad de todo…
No es esto, no era esto el futuro. En nuestra generación la normalidad y la normalización era regla prácticamente unánime. La convivencia de aquellos chicos y chicas, luego mujeres y hombres era en plano de igualdad. ¿Qué ha ocurrido para este retroceso?. ¿A quién le interesa que la mujer sea un ser débil manejado por un neo-machismo retroalimentado por interés político?. ¿Quién está detrás de estos movimientos internacionales de niñatas zombies? ¿Quién lo determina, dirige, ubica, temporaliza y paga?. Nada de esto es gratis, y menos aún nos va a salir gratis a los españoles.
Así las cosas, no veo nada que celebrar el próximo día 8 de Marzo, salvo la fiesta de San Juan de Dios, Patrono de los Hermanos Hospitarios y de los Bomberos. Para ellos mi felicitación. Unos cuidan de la salud mental, otros apagan incendios. Visto de esta forma el día 8 de Marzo da pie para muchas alegorías…
Sonia Lalanda Sanmiguel
Portavoz de VOX Ayuntamiento de Palencia