El Rey Mago Baltasar no es blanco, es negro

El Rey Mago Baltasar no es blanco, es negro

El "blackface", que consiste en pintar a actores para representar a personajes de color, es una práctica totalmente innecesaria.

 

En medio del constante flujo de llegada de migrantes a la península, surge una paradoja que revela una realidad palpable en muchos ayuntamientos del país y que hemos podido ver en algunas cabalgatas de los municipios de Castellón: la irreal dificultad para encontrar personas con la adecuada genética para encarnar al Rey Mago Baltasar, representante del continente africano, incluso por un solo día. Este fenómeno pone de manifiesto una problemática arraigada en la sociedad que va más allá de la simple escasez de actores para representar a este icónico personaje de la tradición navideña.

El trasfondo de este dilema parece hallarse en actitudes discriminatorias y prejuicios que persisten en algunos sectores de la sociedad, donde se difunde la idea de que las personas de color «vienen a quitarnos el trabajo». No puede ser difícil para cualquier ayuntamiento, contratar por un día a la persona adecuada para representar el papel. Esta mentalidad retrograda no solo perpetúa estereotipos perjudiciales, sino que también se traduce en una falta de diversidad y representación en eventos culturales tan arraigados como la celebración de los Reyes Magos.

La práctica de «blackface», que consiste en pintar a actores para representar a personajes de color, ha sido condenada en numerosas ocasiones por ser ofensiva y eternizar estereotipos raciales. En el contexto de los Reyes Magos, esta tradición ha llevado a la creación de caricaturas ridículas, donde los reyes son representados con rostros pintados con betún y labios exageradamente rojos. La tradición no sirve como excusa en esta ocasión, la guillotina, tirar una cabra de un campanario y otras afortunadamente ya extintas, se consideraron tradiciones en su momento, pero la evolución ética y social, nos hizo entender su inadecuada práctica.

Es imperativo que la sociedad reflexione sobre la persistencia de estas prácticas discriminatorias y trabaje activamente para erradicarlas. La diversidad es un activo enriquecedor que debería ser celebrado, no obstaculizado por prejuicios infundados. Los ayuntamientos y organizadores de eventos deben esforzarse por garantizar que la representación en festividades como la de los Reyes Magos refleje la verdadera diversidad de la sociedad española.

En última instancia, es hora de dejar atrás los estereotipos y trabajar hacia una sociedad más inclusiva, donde la celebración de tradiciones culturales se convierta en una oportunidad para promover la diversidad y el respeto mutuo. Solo entonces podremos avanzar hacia una sociedad más justa y equitativa, donde la llegada de personas  migrantes y la diversidad de la sociedad se perciban como oportunidades de enriquecimiento y no como amenazas infundadas.

En medio de la dolorosa realidad de la migración, se evidencia la frivolidad con la que a menudo se trata a las personas que huyen de sus países en busca de una vida mejor. Detrás de cada individuo que emprende esta travesía, se encuentra una historia de huida marcada por el sufrimiento y la desesperación. Sin embargo, la sociedad parece olvidar con facilidad las tragedias que llevan a estas personas a abandonar sus hogares, enfrentarse a peligros inimaginables y buscar refugio en tierras desconocidas.

En lugar de abordar la migración con la empatía y la seriedad que merece, a menudo se trivializa la situación, ignorando las adversidades que estas personas han enfrentado. La frivolidad en el tratamiento de este tema crucial no solo minimiza el sufrimiento humano, sino que también dilata estigmas y prejuicios injustos hacia quienes buscan simplemente una oportunidad para vivir con dignidad.

Es esencial recordar que detrás de cada migrante hay un ser humano con experiencias difíciles, con la esperanza de encontrar un entorno más seguro y próspero. La narrativa pública y las políticas deben reflejar la realidad compleja y a menudo desgarradora de la migración, abandonando la frivolidad y adoptando una perspectiva más compasiva y justa hacia aquellos que han tenido que dejar todo atrás en busca de un futuro mejor, el cual tampoco es «ser por un día el Rey Mago Baltasar».