El 23 agosto 1973 se produjo la toma de rehenes en el Kreditbanken de Estocolmo El 23 de agosto de 1973, Jan Erik Olsson con un compinche, entraron en una sucursal del Kreditbanken de Estocolmo, tomando a cuatro rehenes y exigiendo varias condiciones para su liberación. Los atracadores bloquearon el paso a la cámara...
El 23 agosto 1973 se produjo la toma de rehenes en el Kreditbanken de Estocolmo
El 23 de agosto de 1973, Jan Erik Olsson con un compinche, entraron en una sucursal del Kreditbanken de Estocolmo, tomando a cuatro rehenes y exigiendo varias condiciones para su liberación. Los atracadores bloquearon el paso a la cámara central con rehenes.
Tras seis días cautivos, la policía logró entrar en la sucursal bancaria y tras lanzar gases lacrimógenos, liberó a los rehenes, sin producir ningún herido. A pesar de estar liados con una soga el cuello y amenazados de muerte, los rehenes acabaron desarrollando sentimientos de apego tan fuertes con sus captores que dieron nombre al llamado Síndrome de Estocolmo.
Fue tal el apego a sus apresadores, que se negaron a testificar contra ellos. Incluso llegaron a decir que los asaltantes les protegían y que los malos eran las fuerzas de policía que los liberaron. Posteriormente, el psiquiatra sueco Nils Bejerot, acuñaría el término para referirse a la conducta de empatía con tus propios captores.
Pues bien, en pleno Siglo XXI, en España, sí, sí, en nuestro propio país, las personas afectadas por el Síndrome de Estocolmo son legión y, como si de una pandemia se tratara, se va extendiendo a una velocidad de vértigo, mientras que las autoridades sanitarias se ven desbordadas para parar esta patología mental que amenaza con destruir nuestro país.
En los últimos tiempos, y de manera más destacada en el último año, aunque los síntomas ya aparecieron durante el mandato de Rodríguez Zapatero, y ya tuvo su primer asomo en la década de los 30 del pasado siglo se ha acrecentado. No se sabe por qué misterio el PSOE es el desencadenante de esta patología psiquiátrica.
Las elecciones que hemos tenido que sufrir en los últimos días, han supuesto una subida en votos del partido socialista, a pesar de los ataques a las libertades a los que ha estado sometiendo a los españoles y a las veleidades sectarias y caprichosas que ha ido haciendo, de manera inexorable.
Primero Pedro Sánchez, llegó a la presidencia del gobierno sin elecciones y con un pacto con secesionistas, terroristas liberticidas y enemigos de España. Para ello tuvo que contar con la inestimable colaboración de “Tancredo” Rajoy, probablemente el dirigente español más pusilánime de toda la historia de nuestro país. Y a la gente parece agradarle.
Segundo: El presidente, miente, se atribuye tesis que no escribe, libros que tampoco escribe, utiliza los medios del Estado para usos particulares, enchufa a su mujer en un sitio de privilegio, distribuye a sus amigachos en lugares de fácil dinero. Y la gente, como rehén típico, le sigue votando.
Tercero: Como para mantener ese tren de vida tan frenético, hace que aquellos a los que tiene cautivos se lo paguen. Promete subidas de impuestos, sin importarle nada la situación de las familias del país. Sigue regando de dinero a todos los entes sectarios e improductivos de España. Pero es igual, sus prisioneros políticos están abducidos.
Cuarto: Su correligionario Zapatero se rindió a ETA, negoció beneficios para ellos, se burló de los españoles en su propia cara, sin importarle nada las víctimas, ni siquiera las de su propio partido que la banda terrorista había hecho. En un país sin Síndrome de Estocolmo dicho individuo hubiera sido llevado a los tribunales por la vía rápida.
Quinto: Un partido que, en el año 2004, ante la masacre de los trenes en Madrid, se aprovecha de la situación para, y en plena jornada de reflexión que se pasa por el forro, acosa al gobierno y provoca un cambio radical en las elecciones de ese año, en vez de abogar por el aplazamiento de las mismas. El artífice e ideólogo de ese abyecto proceder, fallecido recientemente, ha sido elevado a las más altas cotas de prestigio, por sus propias víctimas. Curioso.
Sexto: Que los captores del pueblo español hablan ya, sin tapujos, de posibles indultos a los que, han perpetrado el golpe de estado contra España, y que sigan buscando la connivencia y el compadreo con lo partidos que siguen diciendo que lo harán más veces y no tienen vergüenza de hacerlo en público. Vean las conversaciones de pasillo en las Cortes de Sánchez y Junqueras. Pero la patología que nos invade nos impide ver las cosas claras.
Séptimo: El desprecio más absoluto a los ciudadanos de este país, con el intento de desmembrar una de las naciones más importantes de la Historia Universal, de trocearla, de liquidarla, como si se tratara de un despojo, despreciando el sacrificio de todos aquellos que han contribuido a la grandeza de nuestra patria, no tiene réplica. Los afectados por el Síndrome no lo quieren ver, o no lo pueden ver.
Octavo: No ponen trabas a mentir descaradamente. Sus devaneos con la memoria histórica, la dictadura de género, los colectivos afines a sus propuestas, la marginación del idioma español y la destrucción sistemática de la única institución que les puede plantar cara, que es la familia, junto con el dominio clientelar de casi todos los medios de comunicación, hacen que gran parte de nuestra población esté aquejada de esta enfermedad.
No quiero entrar en el mercadeo vulgar y rastrero al que estamos asistiendo estos días para ver quién pilla más “cacho” en el reparto de puestos y prebendas. De auténtica vergüenza.
Menos mal que nos queda la esperanza de que un partido como VOX, está poniendo la cordura y la sensatez para librarnos de padecer el Síndrome de Estocolmo. A pesar de que la empatía por los que nos están hundiendo es, dura y fuerte, pero la Humanidad ha demostrado, a lo largo de los siglos que es capaz de sobreponerse a cualquier desgracia y para eso hay que huir de la Dictadura de lo Único
Luis Andrés Cisneros