Es una exageración decir que tenemos 'les millors festes del món' cuando somos incapaces de crear un relato cautivador que atraiga a turistas y medios de comunicación nacionales e internacionales.
No. No son “les millors festes del món”. Durante la semana de fiestas el mundo fue girando de espaldas a Castellón y sus fiestas. Son unas fiestas normalitas y punto. La optimista expresión sirve para aumentar nuestra autoestima y dar rienda suelta a un chauvinismo necesario, pero nada más. ¿Y en qué se sustenta una frase que adjetiva unos festejos que están a años de luz de convertirse en el paradigma de la fiesta en cantidad y calidad? ¿Lo es porque una marea humana llena las calles con verbenas en cada rincón? ¿Por ser un macrobotellón urbano durante 9 días? ¿Por una variedad de actos populares y gratuitos, en un modelo caduco y casi cutre? ¿Por el impacto económico de 15 millones (en Valencia las Fallas son casi mil millones)?
Con todos los ingredientes para hacerlo posible, somos incapaces de crear un relato cautivador como sí tienen otras fiestas. Y culpables somos todos, empezando por el Ayuntamiento (el actual, aunque me consta el improbo esfuerzo de la concejala de Turismo para solventar la situación, y los anteriores). Un año más ningún medio de comunicación ni televisiones nacionales se han hecho eco de los festejos castellonenses (sí de la feria taurina).
Pero, tampoco la Magdalena es escenario y argumento de películas, como los Sanfermines, la Semana Santa de Sevilla, las Fallas o la Virgen Blanca de Vitoria; tampoco de novelas y best-sellers, en una escasa producción literaria bien en valenciano o en castellano, salvando los vates locales o artículos de ‘llibrets’; y menos aún las composiciones musicales se han fijado en las fiestas fundacionales, excepto los pasodobles de rigor, por no hablar de la declaración del Desfile de Gaiates como BIC, un placebo de lo que se pretendía (BIC a la gaiata como monumento), pero si nos atenemos a quien dictaminó el informe de Cultura nos encontramos con Nuria Vizcarro, de Compromís, el partido más antigaiatas del mundo, mientras Begoña Carrasco y su equipo tragan sin sonrojarse.
Una Magdalena cuyo balance del 2024 arroja luces y sombras. En el primero de los apartados, una Romería que va sola; un Desfile de Gaiates ágil y rápido; el doblete de la Gaiata 7 y la resurrección de las comisiones del centro después de tantos años de triunfos periféricos y algún otro acto como el tributo a Nino Bravo. En las sombras, un Pregó mal organizado (yo creo que lo soltaron); una Ofrenda abigarrada y caótica reduciéndola a la sesión vespertina, con la reina entrando en Lledó en noche cerrada y con solo 14 collas participando de las más de 200 federadas (la Federació de Colles se lo tendrá que mirar); y un Vítol discreto salvado por las referencias albinegras. La Magdalena es un trampantojo, y no son ‘les millors festes del món”.
Addenda (con permiso de Pepe Beltrán): “El periodismo y el periodista deben ser incómodos con el poder, pero también con la sociedad, con los ciudadanos, diciéndoles también a ellos que no todo lo que hacen está bien, que no pueden exigir a los demás lo que no se exigen a ellos mismos”.
Carmen del Riego (presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid)
Vicente Cornelles
Escritor y periodista