Los más de 50 días de confinamiento también han afectado a las religiosas de clausura.
Las primeras semanas varios medios de comunicación se dirigieron a ellas para que compartiesen consejos sobre cómo vivir recluido con una sociedad acostumbrada hasta entonces a salir y entrar sin limitaciones. Desde sus celdas han confeccionado miles de mascarillas para presos, sanitarios, fuerzas de seguridad, países pobres… y han rezado por todos y con todos. Pero las restricciones han provocado que algunas comunidades pasen por penurias.
Joaquín Guillamón, visitador de los conventos de clausura, tiene por función velar como delegado del Obispo por las religiosas contemplativas. Explica que hay casos en que se ha tenido que intervenir para ayudarlas porque dependen de la ayuda de los fieles y estas semanas se han quedado aisladas. “Por una parte, las personas que iban a hacer la compra para ellas se han tenido que quedar en casa, y por otra se ha parado el trabajo manual que algunas realizan, así como los donativos”, declara.
Las necesidades concretas se han podido solventar gracias a voluntarios que se han buscado para hacer el servicio de compras o recurriendo ayudas puntuales. Joaquín Guillamón está en contacto con las superioras y transmite su agradecimiento por la atención prestada. Al mismo tiempo recuerda que el apoyo de la comunidad eclesial hacia ellas sigue siendo necesario. Por ello invita en particular a los cristianos que “vayan al convento de su pueblo y echen un sobre con un donativo en el buzón”. A partir del lunes, se irán reabriendo las iglesias de los monasterios en la medida que se puedan cumplir con las disposiciones de seguridad.