Carta del obispo para este domingo
Este penúltimo domingo del mes de octubre celebramos con toda la Iglesia católica el Domingo Mundial de las Misiones, el Domund. Este día es una ocasión muy hermosa y privilegiada para recordar, orar y ayudar con nuestra generosa aportación económica a todos los misioneros en los ‘países de misión’.
Esta Jornada ayuda además a los cristianos a tomar conciencia de que el Señor nos llama a todos a ser sus discípulos misioneros, allá donde nos encontremos, también entre nosotros. Hemos sido convocados por Jesús para ser enviados a la misión; esta es nuestra razón de ser, nuestra dicha y nuestro gozo. Al despedirse de sus Apóstoles, Jesús les dijo: “Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mc 16,15). Estas palabras de Jesús valen para todos los bautizados de todos los tiempos. La misión atañe a todos los cristianos” (San Juan Pablo II).
Los discípulos de Jesús “no podemos menos de contar lo que hemos visto y oído” (Hech 4,20). Así respondieron Pedro y Juan al Sanedrín que les prohibió bajo amenazas predicar y enseñar en el nombre de Jesús. Es la respuesta de todo bautizado que quiere ser verdadero cristiano. Para sentir este ardor misionero y para salir a la misión, primero hay que experimentar el amor de Dios por toda la humanidad en el encuentro personal con Jesús, encarnado, muerto y resucitado. Es la experiencia que hicieron los primeros discípulos al encontrarse con Él y verle curar a los enfermos, dar de comer a los hambrientos, perdonar a los pecadores, invitar a las bienaventuranzas, entregar su vida hasta la muerte para el perdón de los pecados y resucitar para que todo el que crea en Él tenga vida eterna. Esta experiencia transforma su corazón, provoca su asombro y genera en ellos un ardor expansivo que nada ni nadie puede contener.
Quien hace la experiencia del encuentro con Jesús, el Mesías, quien en Jesus se siente amado por Dios, no puede retenerlo para sí solo; se siente impulsado a contar lo que ha visto y oído, se siente llamado a anunciarlo de palabra y por el testimonio de vida. Recordar el testimonio de vida de los misioneros nos ayudan a renovar nuestro compromiso bautismal de ser apóstoles generosos y alegres del Evangelio. Renovemos nuestro recuerdo agradecido, nuestra oración sincera y nuestro compromiso con tantos misioneros, que han dejado todo y entregan su existencia para que la Buena Nueva resuene en todos los continentes. Son muchas las necesidades materiales de los misioneros en el cumplimiento de su tarea evangelizadora y promotora del desarrollo de las personas. Seamos generosos en la colecta del Domund.
XCasimiro López Llorente
Obispo de Segorbe-Castellón