Encuesta ESdiario: PP y PSOE se juegan la alcaldía de Castellón

Encuesta ESdiario: PP y PSOE se juegan la alcaldía de Castellón

Publicado por esdiario Comunidad Valenciana 10/10/21

El consistorio se quedaría con cuatro partidos, al salir Unides Podem y Ciudadanos. La pugna entre PP y PSOE también se traslada a la nota en valoración de sus candidatas

Pugna cerrada por la alcaldía de Castellón entre PP y PSPV-PSOE, entre Begoña Carrasco y Amparo Marco. La  encuesta realizada por Demoscopia y Servicios para EsdiarioCV en la capital de La Plana entre el 29 de septiembre y el 1 de octubre muestra que apenas separarían a ambas formaciones 500 votos. En cualquier caso, gane una u otra, Vox, con cinco ediles, cuatro más que en la actualidad, decidiría la varo de mando. A quien apoye, si respaldara a alguien, ganaría.

El barómetro de otoño confirma el crecimiento del Partido Popular en la ciudad, que lo colocaría en primer lugar en intención de voto y en concejales. En concreto sumaría el 30,4% de los sufragios emitidos, lo que en números concretos se traduce en 24.502 papeletas recontadas encabezadas por Begoña Carrasco. Esta circunstancia le reportaría tres actas de edil más de las que cuenta en la actualidad según los resultados de las municipales de mayo de 2019. Ascendería de siete a diez concejales.

La alcaldesa, la socialista Amparo Marco, pierde apoyo. Bajaría del 30% de sufragios, aunque fuera por dos décimas, y eso redundaría en un hecho dramático electoralmente para su formación, ya que cedería un edil y pasaría de los diez actuales a nueve, fruto de los 24.019 votos que cosecharía, alrededor de 1.500 menos de los que sumó en los comicios locales de 2019. El problema para el PSPV-PSOE no sería tanto lo que perdería, sino lo que subiría el PP, ya que este último sumaría unas 7.000 papeletas más que hace dos años y medio.

El duelo se estrecha entre Carrasco y Marco y la cifra de ediles que cosecharían las aleja del resto de rivales. No obstante, esto no significa que los demás partidos no tengan algo que decir. O uno de ellos en particular. En este caso se trataría de Vox, ya que sus cinco escaños otorgarían, si los añadieran, tanto a PP como a PSPV-PSOE la mayoría absoluta. No necesitarían más ni menos.

La formación voxista se dispararía de 1 a 5 ediles, según la encuesta llevada a cabo por EsdiarioCV. En votos, supone acaparar el 17,6% de los escrutados, que, en cifra redonda, equivale a 14.186, más del triple de los que consiguió en las elecciones locales de mayo de 2019.

El cuarto (y último) aspirante a gobernar que entraría sería Compromís. Reeditaría sus tres ediles y mejoraría en votos, ya que pasaría de 8.565 a 9.672, con un 12% justo de apoyo, aunque no le permitiría mejorar su representación ni absorber los dos concejalías que perdería Unides Podem, que quedaría fuera de la casa consistorial al sumar únicamente 3.385 votos, el 4,2%.

Le pasaría como a Ciudadanos, aunque la debacle del partido naranja sería de mayores dimensiones, ya que descendería de sus actuales cuatro representantes a cero, con un 3,4% de intención de voto y apenas 2.740 sufragios a su favor, prácticamente una quinta parte de los obtenidos hace dos años y medio.

La valoración de líderes refleja, en cierto modo, el respaldo a las formaciones. Partiendo de la base de que nadie aprueba, la portavoz del principal partido de la oposición, el PP, Begoña Carrasco, sería la candidata más apreciada en la actualidad, con un 4,5 de puntuación, una décima más que la alcaldesa, la socialista Amparo Marco, a pesar de que esta tiene a el factor gestión (para difundir su imagen o para sufrir críticas) a su favor.

El resto no pasa del cuatro. Los representantes de Unides Podem (Fernando Navarro) y Compromís (Ignasi García) prácticamente empatan, con 3,6 el primero y 3,5 el segundo. El actual cabeza visible de Ciudadanos, Vicente Vidal, se queda en 3,3 de nota. Y con el de Vox, Luciano Ferrer, pasa como con el resto de dirigentes de su partido. Tienen una valoración muy baja mientras su formación, su marca, se dispara hacia arriba en las encuestas. La explicación consiste en que los votantes de partidos rivales dan a Vox unas notas especialmente bajas y que ni de lejos compensan la buena que le puedan otorgar los propios. Por tanto, la media resulta tan nefasta como ese 2,8 de valoración.