Estado alarmante, día 52

Estado alarmante, día 52

Inés arrima el hombro al “sociópata” Aquel que dijo “hay días que aunque no amaneciera…” ni sería empleado del mes, ni Premio Naranja ni paradigma del optimismo, o sea, Don Pésimo. Si alboreas confinado, con síntomas de alergia estacional y, menos mal, sin rastro del bicho, pero amenazado, y te despiertas con que en España...

Inés arrima el hombro al “sociópata”

Aquel que dijo “hay días que aunque no amaneciera…” ni sería empleado del mes, ni Premio Naranja ni paradigma del optimismo, o sea, Don Pésimo. Si alboreas confinado, con síntomas de alergia estacional y, menos mal, sin rastro del bicho, pero amenazado, y te despiertas con que en España hay 548.000 ocupados menos, que 3,4 millones de españoles forman parte de la multitud del ERTE, que 5,2 millones perciben cheques del paro o que las prestaciones por desempleo se disparan un 136%, te espabilas en un pispás. Te tapas los oídos, metes la cabeza debajo de la almohada; pero la radio no calla. El parte de guerra es interminable. Luego leo en La Razón, a Inmaculada G. Molina, que el Gobierno estudia un tijeretazo en las pensiones. Échate a temblar. Piensa congelarlas, lógico; va a prolongar la vida laboral, es un recurso; revisará lo que cobran las pobres viudas, una vergüenza, y no descarta aplicar el Índice de Revalorización, “un mecanismo de ajuste automático destinado a garantizar el equilibrio de las cuentas de la Seguridad Social, lo que supondría un recorte de las prestaciones”. En estado de alerta no dejan de sonar las alarmas. Ajustes, ajustes y más ajustes. Por eso, que diga el Gobierno hoy que peligra la temporada de piscina suena a chufla. Si no nos da para el abono, para qué las queremos abiertas.

John Adams, segundo presidente de Estados Unidos y padre de John Quincy Adams, que fue el sexto, dejó a su hijo la siguiente reflexión: “Hay dos formas de conquistar y de esclavizar a un pueblo, con la espada y con la deuda”. No nos han puesto un sable en la yugular para encerrarnos en casa, pero ahí estamos, en clausura. Y en cuanto a la deuda, la de España va a superar el 115%. En este tramo del camino vemos carteles por doquier, de agoreros, de realistas y de quienes quieren llegar a fin de mes sentados en un Parlamento. Los primeros anuncian desgracias espeluznantes: en septiembre, el Sistema Nacional de Pensiones, que arrastra un déficit de 17.000 millones desde 2019, ya no soportará el gasto y, como la Seguridad Social, quebrará. El cartelito tiene miga. No sé que otra palabra añadiría a aquellas que pronunció Churchill para elevar la moral de la tropa y vencer a los alemanes: “Sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”. En sus peroratas, Pedro Sánchez ya ha pronunciado varias veces tres de las cuatro: “Sangre, sudor y lágrimas”.

Estamos avisados. Me cuesta creer sin rechistar la caída en ese abismo, mucho más que atender a los pálpitos de los bancos –segundo cartel-. Nos encontramos en una singular y diabólica alineación de los astros para pegarnos un leñazo sideral. El sector financiero está menos preocupado que en 2008 porque es más solvente y su ratio de capital es mejor. Pero sabe que se avecinan tiempos muy duros, con un paro galopante y las pymes, la hostelería y el turismo más allá del umbral del dolor: hay que prepararse para entender a los clientes y atender sus necesidades. “Los créditos del ICO (100.000 millones) son patadas para adelante. Toma el dinero, pero en seis meses me lo tienes que devolver. Avala el Estado, sí, no a fondo perdido”. La preocupación añadida es que “este Gobierno es muy comunista y que su gestión es nefasta”. Y dado el color del Ejecutivo, que Europa mire a España como las vacas al tren no es extraño. Dicho en román paladino, que estamos más cerca de un rescate a la griega que de hincar el diente a una porción de esos “1,5 trillones” de los que habló el presidente en plena confusión. ¡Menos trillones, Caperucita! Volcarse con las rentas mínimas, las ayudas sociales y las personas más vulnerables –que tengan más suerte que los ancianos aislados en residencias de mayores- es obligación inexcusable, pero cuando la caída empresarial es un desplome, olvidarse de las empresas y no responder con ayudas eficaces conduce a la catástrofe. No me des pescao, enséñame a pescar. Pero, claro, así no es como se gestionan los caladeros de votos.

Y para echar el anzuelo y que piquen hay que estar en el puesto adecuado, y el del Gobierno sería el ideal (tercer cartelito) si no fuera porque la invasión del coronavirus supera las expectativas más negras. “Para gobernar España se exigen apoyos parlamentarios sólidos, si quieres hacer un Gobierno sólido. Pero si lo que quieres es chapucear…”. Lo dijo Alfredo Pérez Rubalcaba, una vez retirado a las aulas, de donde procedía, y al poco de que Pedro Sánchez dejara de hablarle por advertirle: “Piensas que si nos sentamos a hablar con los independentistas acabarán siendo buenos; pero puede acabar siendo malo y que no te hagan caso”. Sic ERC, JxC… Rubalcaba era un político de los pies a la cabeza que llegó a la cima del poder por sus conocimientos, no porque fuera un lince pegando carteles durante la campaña electoral. Hace poco, un buen amigo suyo, con carrera, con algún cargo político en algún momento de su vida, socialista de la vieja guardia, me definía al actual presidente del Gobierno: “Le he votado porque solo puedo votar socialismo. Es lo que hecho desde que nos dejaron acercarnos a las urnas. Pero le he votado sin convencimiento alguno. Es un sociópata”. Para no equivocarme, raudo y veloz recurro al diccionario de la RAE. “Sociópata: Persona que padece sociopatía. Sociopatía: Trastorno de la personalidad caracterizado por comportamientos antisociales”. En la senda de Bertrand Duguesclin, “ni quito ni pongo rey”.

A Pedro Sánchez le gusta el deporte, congenia con Rubiales, el presidente de la Real Federación Española de Fútbol; quizá por afinidad es partidario de esa ley balompédica no escrita que dice que la mejor defensa es un buen ataque. En cada aparición televisiva ha intentado contrarrestar las críticas de la oposición con la vieja fórmula del “y tú más” para a continuación colocarla bajo sospecha con este mantra: “Todos tenemos que arrimar el hombro”. Los primeros en volverle la espada han sido esos independentistas a los que hizo referencia Rubalcaba: le apoyaron en la investidura a cambio de ocultas promesas y no han tardado en dejarlo en la estacada. ERC votará que no a la cuarta prórroga, y por si el PP vota también que no –aunque intuye que se abstendrá-, se ha asegurado el apoyo de Inés Arrimadas. Con los diez votos de Ciudadanos se prolonga el confinamiento, que parece lo más adecuado, a cambio se compromete a negociar la desescalada con los naranjas. Inés arrima el hombro, ¿cumplirá Pedro lo pactado con ella o tendrá que escuchar tres veces el canto del gallo? Rubalcaba acertó con su predicción, ¿acertará también el veterano socialista que llama sociópata a su presidente? Tiempo al tiempo.

Día 52 de Estado Alarmante. Si las noticias en la radio o en la televisión acongojan en estos tiempos de “esclavitud y deuda”, asomarse a las primeras páginas de los periódicos da grima, porque todo lo que escuchamos, plasmado en letra impresa, parece todavía más grave de lo que es, pues casi nada es lo que parece. Como en Charada, esa deliciosa película de Stanley Donen. La emitieron anoche en La2, me quedé con esta brevísima conversación de Audrey Hepburn y Cary Grant, después de que ella le besara: “¿No se permite devolver el beso?”, pregunta Audrey; respuesta del galán: “No. El doctor dice que sería perjudicial para mi termostato”. Mantener la temperatura es complicado en esta primavera alocada; conservar la calma tampoco es sencillo, por eso envidio la serenidad de Nines, aunque a veces se “suba por las paredes”. El mínimo avance hacia la libertad le da alas. “Anoche nos bajaron a cenar al comedor, solo a unas poquitas. Nos bajaron de una en una. Así nos animan un poquillo. Y nos han dicho que mañana, también en grupos pequeños, nos bajarán a comer. Se agradece el reencuentro y el reconocimiento de las zonas comunes. Es una alegría, porque significa que todo va a ir mejor”. Casi fue innecesaria la pregunta de rigor, ¿”qué tal estás, mamá?”, “gracias a Dios, muy bien. Fenomenal”. Se notaba en su tono de voz, el de una señora muy mayor contenta y satisfecha. Se conforman con muy poco. Y en el exterior, el parte de bajas continúa incesante. Ya son menos de doscientas muertes diarias, 185 en las últimas 24 horas, 25.613 en total; los contagios también son menos cada día, 1.310 (219.321, por ahora) y los recuperados prosiguen con la escalada, 123.486. #animopacienciaysolidaridad

 

Julián Redondo