Estado alarmante, día 64

Estado alarmante, día 64

En la cama nunca hables con extraños La política son negociaciones interminables y pactos menos duraderos que una legislatura. “Diálogo y capacidad de ceder”, como dice un amigo mío que lleva medio siglo casado. Pero, claro, el matrimonio es un sacramento o un vínculo civil que precisa de terceros para consagrarlo o constituirlo, y de...

En la cama nunca hables con extraños

La política son negociaciones interminables y pactos menos duraderos que una legislatura. “Diálogo y capacidad de ceder”, como dice un amigo mío que lleva medio siglo casado. Pero, claro, el matrimonio es un sacramento o un vínculo civil que precisa de terceros para consagrarlo o constituirlo, y de papeleo y más actores para deshacerlo. El desposorio político es más morboso que serio. Una razón entre muchas: “Es muy difícil hacer compatibles la política y la moral” (Bacon). Tampoco son del todo compaginables las buenas intenciones de los aliados temporales. Y, sin embargo, se esfuerzan para alcanzar el objetivo: el poder. Cuando ven cerca la cima, el despacho, el palacio, la cama o el ministerio, planean lo inverosímil y en el preámbulo renuncian a todo lo que saben que van a recuperar porque, aunque diabólicos, no son pactos con el demonio. La reiteración de las promesas incumplidas y los lazos rotos sostiene esta otra teoría: “La política es el paraíso de los charlatanes” (George Bernard Shaw). Mas, a sabiendas de la fragilidad de los compromisos, el galanteo es indispensable para compartir el tálamo y el devaneo sorprende más que la consumación por la variedad de amantes que se entremezclan.

“Que la política hace extraños compañeros de cama es una sentencia británica que Manuel Fraga expuso en castellano para explicar su alianza electoral con López Rodó, con quien se las había tenido tiesas a pesar de haber compartido la misma mesa del Consejo de Ministros”, explica Joaquín Leguina. Dicen que los españoles somos ingeniosos, que le hacemos chiste a todo, pero los británicos afinan con el humor hasta concluir que “la política hace extraños compañeros de cama”. Al cristalizar la alianza de Pedro Sánchez con Pablo Iglesias, The Economist recurrió a la manida frase y encontraba más beneficios que desventajas, le parecía “exagerado el pánico” que producía la pareja y predecía la normalidad en Cataluña, tras las conversaciones con ERC, propiciadas por Unidas Podemos, y un hipotético beneficio del PP con respecto a Vox. “Pero una cosa es meterse juntos en el mismo lecho y darse así gustirrinín y otra muy distinta gobernar juntos”, aclara Leguina. Entre rumores de ruptura que provoca el coronavirus el Gobierno progresista avanza a trompicones, sometido a estrecha vigilancia desde la despedida de soltero.

Fernando López Clarós, suscriptor de La Vanguardia, describió así los prolegómenos del poliamor con la frase de marras en el perchero: “Siempre se ha dicho que la política hace extraños compañeros de cama. Pero tengo la sensación de que estamos asistiendo a una orgía masoquista de disfraces. Donde los participantes no están pensando en el disfrute colectivo, sino en cómo ocultar lo que está sucediendo en la alcoba. Todos están emparejados y tienen distintas aficiones sexuales inconfesables. Por ello tienen que ocultar su intervención y salir disimulando. Nadie se fía de nadie, todos chantajean al resto. Pero están preocupados porque alguno puede irse de la lengua. El frágil lecho se romperá y se hará astillas. En ese momento, alguien correrá la cortina y comprobarán todos con asombro que la alcoba en realidad es el escaparate de una céntrica tienda de muebles. Todos podremos contemplar el espectáculo. Ya que pagamos la cama, el local y las consumiciones, les recomiendo que, al menos, disfruten el espectáculo, señores”. La premonición pierde consistencia cuando la comisión científica que guía nuestro destino permanece en el anonimato. Además, el mundo en que vivíamos antes del 13 de enero era otro y España no se encontraba en esta encrucijada de dolor, miseria, muerte y negros augurios. El espectáculo político no es erótico sino bochornoso; hay días en que toda la actualidad se concentra en la guerra entre Madrid y el Gobierno central. Como si en el resto de España no hubiese infectados, recuperados, colas en Cáritas, ovaciones a las ocho, caceroladas a las nueve y muertos.
Para hablar de la cruda realidad, Matías Prats y Mónica Carrillo tuvieron invitado estrella en las noticias de Fin de Semana de Antena 3: Pablo Iglesias. El presentador condujo la entrevista como si el Gobierno no hubiera subvencionado con 15 millones de euros al Grupo A3 Media y a Mediaset. No hubo masaje sino periodismo.

–Ya estamos saliendo de la emergencia sanitaria, del duro confinamiento, y lo vamos a hacer con la mayor tasa de víctimas mortales por habitante de prácticamente todos los países del mundo. ¿Qué ha hecho mal el Gobierno, del que usted es vicepresidente, para arrojar estos datos?

–¡Ojo, Matías! Estamos muy lejos de superar una situación de emergencia sanitaria que es mundial. Los datos que llegan de otros países son alarmantes, mucho peores de los que estamos viendo aquí. El Gobierno no lo ha hecho todo bien. Hemos hecho cosas mal y haremos cosas mal en el futuro porque somos humanos. Y cuando uno hace las cosas mal tiene que disculparse. Pero también se han hecho cosas bien, como hacer caso a los epidemiólogos y crear un escudo social para proteger a los más vulnerables.

–Me está reconociendo que no se supo responder en esas semanas cruciales cuando la OMS nos avisa el 30 de enero que viene una enfermedad muy grave. Y el 24 de febrero, que nos preparemos para una pandemia. Hasta el 14 de marzo no se cierran los colegios. ¿No supimos reaccionar?
–Como sabes, Matías, fuimos el país que tomó medidas más estrictas y antes que otros gobiernos. Aunque no es excusa. Si se pudiera volver atrás en el tiempo y supiéramos lo que iba a significar esta pandemia, creo que a todos nos hubiera gustado actuar antes. En esto es clave no hacer política, porque ni los partidos ni los medios de comunicación fueron capaces de prever algo que era muy difícil de prever.
–Una gran parte de las personas que han fallecido lo han hecho en las residencias de mayores. Usted asumió el control de esas residencias.

–Reforzamos la autoridad de las comunidades autónomas, pusimos bajo su control el 75% de las residencias privadas y dimos 300 millones de euros a las administraciones de las autonomías para que lo gastaran en personal para cuidar a nuestros ancianos. La crisis ha revelado que el modelo de privatización de las residencias, que tener a corruptos y fondos buitre al mando, hay que cambiarlo, nuestros mayores no pueden estar atendidos por trabajadores en situaciones precarias. El sistema de dependencia de este país después de los recortes del PP ha dejado en situación de vulnerabilidad a los mayores. Nosotros dimos más poder de mando a las comunidades.

La mejor defensa es un buen ataque, el Gobierno no vio venir al coronavirus, no atendió a las alarmas, “tampoco los partidos políticos ni los medios de comunicación”. En fútbol a esto se le llama echar balones fuera; en política, repartir la culpa, así tocamos a menos. Y en cuanto a los más de 17.000 muertos en residencias de ancianos, la responsabilidad, según el vicepresidente segundo, es del PP.

En las últimas 24 horas disminuyó el número de fallecidos, 87, y el de contagiados, estimado en el 0,18%. No hay vacunas, no hay una pastilla ni dos días de reposo que aplaquen la ferocidad del Covid-19. Hay menos infectados y menos decesos porque el confinamiento es positivo; también las medidas sanitarias imprescindibles: lavarse las manos y guardar los dos metros de distancia social. El Gobierno impuso a la población el toque de queda y ha dado resultado. Felicitamos al Gobierno. Y a la población, que aguarda los test masivos como al principio las mascarillas, que ahora que abundan casi son imprescindibles. Y a los sanitarios, que se han enfrentado a la pandemia sin el equipo necesario. Una vez que la población ha cumplido las órdenes, espera de quienes las dictaron agilidad, diligencia y gestiones rápidas para que quien padece un ERTE reciba la prestación pertinente, no en la cola del banco de alimentos sino en la ventanilla de la entidad bancaria que corresponde.

Día 64 de Estado Alarmante. Aceptamos las disculpas de Pablo Iglesias, aunque él condenaba este juego floral “in illo tempore”: “En política no se pide perdón, en política se dimite”. Paliar el dolor de los familiares de los últimos 87 fallecidos es misión imposible. No hay palabras ni excusas. ¿La culpa es de PP por la privatización parcial de la sanidad pública? ¿Es del Gobierno porque no atendió a las recomendaciones de la OMS y reaccionó tarde? Si les decimos que la culpa es de los medios de comunicación no nos van a creer. El resumen es que para ellos y para las familias de los 27.650 fallecidos no hay consuelo. Nuestra vida está en manos de Dios, según los creyentes, o en los designios del destino, según los agnósticos. Pensar que vamos a cambiar de barrio es un hecho irremediable; pero es difícil aceptar que sea un virus mortal y descontrolado el que adelante el epitafio. Si no lo aceptas, te desesperas, o te resignas. Como Nines. “Hoy me ha tocado quedarme en la alcoba, estoy aburrida; pero qué remedio, no es mi turno de bajar al salón”. Trump culpa a Obama, Obama a Trump; el Gobierno al PP, el PP al Gobierno, y Nines… a la fatalidad. Confinada en su habitación, del Gobierno sabe apenas nada. No tiene pesadillas. #animopacienciayresignacion.

Julián Redondo