Confieso mi total ignorancia sobre estrategia electoral y admito que es casi imposible averiguar con qué intención los responsables de campaña y los líderes políticos sueltan por la boca puntualmente lo que sueltan. Aún así, y atendiendo exclusivamente a mi sentido común, no puedo dejar de sorprenderme ante ciertas afirmaciones. La extrema izquierda tiene un...
Confieso mi total ignorancia sobre estrategia electoral y admito que es casi imposible averiguar con qué intención los responsables de campaña y los líderes políticos sueltan por la boca puntualmente lo que sueltan.
Aún así, y atendiendo exclusivamente a mi sentido común, no puedo dejar de sorprenderme ante ciertas afirmaciones.
La extrema izquierda tiene un discurso claro y fácil, su estrategia se basa en destruir lo que ya está construido y gastar el dinero de los demás en sus alucinaciones de igualdad, pensamiento único e ideología de género. Con destruir, separar y crear conflicto tiene bastante. La extrema izquierda tiene la estrategia más sencilla del arco político.
La izquierda moderada, tras el batacazo de la socialdemocracia europea, no sabe si va o viene y su estrategia consiste en ganar las elecciones al precio que sea y gobernar aliándose con quien sea, más aún cuando tristemente está liderada por un iluminado megalómano egocéntrico que no sabe donde tiene la mano derecha. Su única estrategia es seguir bien colocado anunciando el peligro de “que viene la derecha” sin darse cuenta que la derecha, en este país, ha supuesto siempre empleo, prosperidad y libertades de las que hemos sido privados por el pensamiento único y el aleccionamiento en nuestras escuelas y universidades.
Curiosa es la estrategia de los “veletas” del centro. Un centro que un día tira a la derecha y al día siguiente hacia la izquierda. Ayer, sin ir más lejos, tuvimos que oír como Albert Rivera tendía la mano a Pablo Casado ofreciéndole alianza gubernamental mientras a su espalda negocia con el PSOE, e incluso con el PNV, para lo mismo. No entiendo la estrategia de pedir el voto para luego hacer alianzas, si el elector lo piensa un poco lo lógico es que dé su voto directamente al partido con el que Rivera va a pactar, ¿para qué necesita intermediario?
La derecha clásica quiere, tímidamente, para no herir sensibilidades, “volver al redil” acercando su posición al programa de VOX que no es otro, con algunas modificaciones, que el antiguo del PP. Eso sí, mientras sigue nadando entre dos aguas en temas muy puntuales sobre los que evita definirse claramente. No veo, sinceramente, una estrategia electoral definida exceptuando, en eso estamos casi todos de acuerdo, en la necesidad de apartar del poder a sectarios, separatistas y al PSOE mientras este siga colaborando con ellos y siga mandado por quien “okupa” la Moncloa.
La falsamente llamada extrema derecha tiene, al igual que la extrema izquierda, muy fácil su estrategia, basta con decir la verdad, lo que se piensa y respetar la libertad del individuo. La misma táctica que ha llevado al crecimiento exponencial de la derecha en Europa y a Trump a la Casa Blanca.
Apártese de estrategias y medios de comunicación “vendidos a la causa” y vote libremente lo que su conciencia, su sentido común y su bolsillo le piden, así de fácil.