El funcionamiento del cerebro humano es complejo, y para comprender mejor el mundo en el que vivimos, emplea atajos mentales. Estos atajos, conocidos como sesgos cognitivos, han sido evolutivamente útiles al permitirnos tomar decisiones de manera más rápida, y no siempre las mejores decisiones.
La psicología cognitiva se dedica al estudio de estos atajos, así como de otras estrategias y estructuras que utilizamos para procesar información. Se han identificado numerosos sesgos cognitivos que a menudo están interrelacionados. A continuación, explicaré brevemente algunos de ellos.
Aunque estos sesgos pueden ser útiles, en ocasiones pueden llevarnos a equivocarnos debido a la falta de racionalidad, información u objetividad. Estos errores sistemáticos en los procesos cognitivos, como el pensamiento, la percepción y la memoria, pueden desviar nuestro procesamiento mental, alejarnos de la racionalidad y nublar nuestro juicio.
Es importante mencionar que en el mundo de la publicidad “utilizan“ en gran medida de nuestros sesgos cognitivos. Por ejemplo, el efecto anclaje, la reactancia, la psicología inversa, el sesgo de autoridad, entre otros, son elementos a los que recurren las campañas de marketing para lograr sus objetivos de ventas.
Hay bastantes publicaciones al respecto pero la titulada «50 sesgos cognitivos que debes tener en cuenta para ser la mejor versión de ti» fue referencia, en la cual hay una lista completa de los sesgos cognitivos mencionados en el estudio , sin embargo hoy, me gustaría destacar los siguientes:
Sesgo de confirmación: Tendencia a buscar y favorecer información que confirme nuestras creencias preexistentes. Por ejemplo, si tenemos una opinión sobre política es probable que busquemos información que respalde esa postura.
Efecto de arrastre: Tendencia a hacer algo porque otras personas a nuestro alrededor lo hacen. Por ejemplo, comprar el producto más vendido en una tienda solo porque es popular entre los demás.
Heurística de disponibilidad: Inclinación a valorar más la información que es fácilmente recordable al tomar decisiones rápidas. Por ejemplo, pensar que fumar no es dañino porque conocemos a alguien que fumaba y estaba saludable.
Sesgo de primera impresión: Creer que la primera impresión de una persona o situación determina su comportamiento futuro. Por ejemplo, etiquetar a alguien como «el chistoso» basándonos solo en su primera interacción.
Efecto último evento: Dar más importancia al evento más reciente y olvidar eventos similares anteriores. Por ejemplo, pensar que el clima en una región es siempre bueno solo porque la última visita fue soleada.
Efecto Forer: Tendencia a interpretar descripciones vagas como específicas y aplicables a nosotros mismos. Por ejemplo, creer que los signos zodiacales describen con precisión nuestra personalidad.
Sesgo de observación selectiva: Fijarse más en las situaciones que nos interesan o que están en nuestra mente recientemente. Por ejemplo, notar más los coches del mismo modelo y color que acabamos de comprar.
Sesgo de autojustificación: Intentar justificar acciones irracionales o decisiones erróneas después de realizarlas. Por ejemplo, comprar algo caro y justificarlo diciendo que es de mejor calidad.
Efecto de encuadre: Interpretar la información de diferentes maneras según cómo se presente. Por ejemplo, la asistencia a una reunión o a manifestaciones puede ser descrita de manera diferente según quién haga el relato.
Reactancia: Reaccionar en contra de lo que se nos pide hacer o creer, percibiéndolo como una amenaza personal. Por ejemplo, sentirse ofendido si alguien nos pide hacer algo con lo que no estamos de acuerdo.
Efecto anclaje: Dar mayor importancia a la primera información recibida sobre un tema desconocido y sesgar nuestras opiniones en consecuencia. Por ejemplo, creer que un jugador de fútbol es el mejor de la historia solo porque escuchamos esa afirmación inicialmente.
Punto ciego: Reconocer los sesgos cognitivos en los demás pero no en nosotros mismos. Es importante ser conscientes de que también estamos sujetos a sesgos y no considerarnos excepcionales.
Sintetizando, estos sesgos cognitivos son patrones comunes de pensamiento que pueden influir en nuestra toma de decisiones y percepción de la realidad, incluso afectar a nuestro sistema de creencias. Reconocerlos y contrarrestarlos puede ayudarnos a tomar decisiones más informadas y evitar juicios erróneos, así como llevar una existencia más consciente y mejorar nuestra calidad de vida.
Dionís Montesinos, Bombero de Helitransportada SGISE de la Generalitat y estudiante de psicología.
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