“Ganábamos y perdíamos todos. La emoción era incomparable”, recuerda Frank Casañas, el atleta que más puntos (53) ha conseguido en la historia de la Copa de Europa para el Playas de Castellón.
A los 40 años, aún se le ponen los pelos de punta al recordar su época en el Playas, que coincidió con los mejores años de su vida. “Llegué a ser dos veces finalista olímpico”, señala.
“Aún recuerdo las veces en las que participé en la Copa de Europa de clubes con el Playas de Castellón. Todavía se me ponen los pelos de punta. Fueron momentos muy emotivos en los que estabas tan pendiente de lo que hacía tu compañero como de lo que hacías tú. Ganábamos y perdíamos todos y eso es algo que no se ve en ninguna otra competición ni en un Mundial ni en unos JJOO… , en nada”, explica Frank Casañas que es el atleta que más puntos (53) ha logrado para el Playas en la historia de los campeonatos. “Entonces yo estaba muy bien. Podía participar en dos pruebas: lanzamiento de disco y de peso y fueron siete ediciones en las que participé”, memoriza hoy, a los 40 años, desde su domicilio en Pontevedra, donde se trasladó a vivir en 2017, “porque aquí vivía mi mujer”, cuando dejó Castellón.
“La última vez que participé en la Copa de Europa fue en 2015 y salimos campeones. Aún recuerdo que en mi último lanzamiento de disco tuve que exprimirme al máximo. El atleta turco había hecho 66 metros, que era una marca importantísima, y yo llegué a 67,91, porque esta competición siempre ha sido muy exigente. Compites frente a atletas de nivel, incluso, en el top 5 del mundo como llegó a ocurrirme a mí”, argumenta Casañas, que, a su edad, aún sigue albergando la posibilidad de llegar a los JJOO de Tokio 2020. “Estoy bastante bien. Pero tengo que ir despacio, dándole aire al cuerpo para ir a la carta”, razona. “Me conservo. Sigo con el mismo régimen de alimentación y descanso y mi cuerpo funciona mejor que antes porque ya no siento ese estrés con el que antes iba a todas partes. Mi vida es diferente”.
Casañas es ahora coordinador general de lanzamientos en Galicia, donde trabaja de entrenador. “Es mi ocupación principal. Trabajo con atletas que cada vez necesitan más tiempo. Incluso, me motiva más lo que puedan hacer ellos de lo que pueda hacer yo, porque ya no mejoro como antes. De hecho, hay momentos en los que pienso en dejarlo. Pero tengo esa fuerza mental para impedirlo. Mi cabeza sigue fuerte y quién dice que no pueda clasificarme para Tokio. Sería una buena manera de acabar y si se pudiese… Creo que opciones voy a tener. Pero insisto en que ya no me torturo como antes, porque es diferente”.
“Mi mejor época ya pasó”, añade Frank Casañas, que recuerda con pasión los años que estuvo en el Playas de Castellón, porque fueron “los mejores” de su vida. “No tengo ninguna duda. Llegué en 2007. Fui dos veces finalista olímpico, quinto en Pekín y sexto en Londres. Todo eso es imborrable como la ayuda que tuve de Toni Simarro para llegar a los Juegos de Río 2016. Si no hubiera sido por él, después de un año de tantas lesiones, hubiera sido imposible. Pero el caso es que lo hice y que estuve ahí y todo eso suma al recordar una época que, para mí, fue espléndida. Por eso cuando llegaba la Copa de Europa de clubes hacía lo posible por devolver al club todo lo que el club hacía cada día por mí. Veía la tensión del presidente, de Pepe Ortuño… en la grada. Veía la tensión de todos nosotros. No sabíamos dónde meter tanta tensión, porque cada punto era tan importante… En realidad, la Copa de Europa es así: en un solo punto puede estar la diferencia entre ganar y perder”.
Padre de dos hijos, “un niño de 10 años y una niña de 5”, Casañas asegura que ahora la vida le va bien en Pontevedra. “Me da para vivir, para estar tranquilo dentro de lo que cabe. Al principio, cuando llegué aquí, fue más difícil. Pero poco a poco cada vez me está yendo mejor. El caso es que, sea como sea, hay que trabajárselo mucho. Hay que estar en muchos sitios y, afortunadamente, estoy acostumbrado al sacrificio. Soy atleta y los atletas vivimos en un sacrificio permanente”, añade Casañas, que intuye que aún no ha dicho su última palabra en el atletismo. De ahí que, aunque no tenga la capacidad para mejorar de antes, siga confianza tanto en su cabeza. “Me da mucha fuerza, funciona muy bien”, sentencia