La venta de vehículos eléctricos ha aumentado y sus usuarios requieren más que solo puntos de carga débiles y gratuitos.
Durante mucho tiempo hemos estado escuchando que la infraestructura para cargar vehículos eléctricos se está expandiendo rápidamente. Sin embargo, con el paso del tiempo, esto no se ha cumplido en España y como resultado, estamos muy atrasados en comparación con la mayoría de los países europeos en términos de movilidad eléctrica.
Además, la administración pública no parece estar tomando las medidas necesarias para fomentar el uso de los vehículos eléctricos. Mientras siguen llegando restricciones y prohibiciones para los vehículos con motor de combustión, el sector privado está trabajando para tomar el control de la red de cargadores.
Oportunidad de negocio
La lógica es simple: si el número de vehículos eléctricos sigue aumentando, se necesitarán más estaciones de carga. Algunas personas tendrán la oportunidad de instalar un cargador en su hogar, pero muchas otras solo podrán recurrir a la infraestructura de carga pública. Los grandes comercios están muy conscientes de la creciente necesidad de puntos de carga para vehículos eléctricos y saben que esta es una oportunidad de negocio adicional. Por lo tanto, cada vez son más las empresas que cuentan con sus propias estaciones de carga.
No es una novedad, de hecho, muchos comercios ya tienen cargadores desde hace años, incluso cuando apenas había vehículos eléctricos en las carreteras. Por lo general, estos puntos de carga están disponibles gratuitamente para los clientes (y todavía lo son en muchos casos), pero el problema es que normalmente ofrecen una capacidad de carga muy limitada.
En términos realistas, la mayoría de estos cargadores son más efectivos desde un punto de vista de marketing que desde una perspectiva práctica. Es decir; tener una estación de carga en un estacionamiento contribuye a crear una imagen más sostenible para ese comercio y da la apariencia de que está contribuyendo a la movilidad sostenible.
Sin embargo, la realidad es que por lo general no tardamos mucho tiempo en hacer compras, y en una hora o incluso media hora solo es posible recargar una pequeña porción de la batería de un vehículo eléctrico a una potencia de 2,3 kW o 3,7 kW. Por supuesto, todo ayuda, pero en la práctica, esa recarga solo permitirá recorrer unos pocos kilómetros, en el mejor de los casos.
Y no mencionemos los cargadores fuera de servicio. Sí, están allí y proporcionan una buena imagen, pero cuando vamos a utilizarlos, encontramos un cartel que indica que están fuera de servicio. Y es curioso porque pueden estar así durante semanas.
Sin embargo, la situación ha cambiado. La venta de vehículos eléctricos ha aumentado y sus usuarios requieren más que solo puntos de carga débiles y gratuitos. Ahora entendemos que, al igual que pagamos por la gasolina, debemos pagar por la electricidad utilizada para cargar un vehículo eléctrico.
El desafío es que, a pesar de estar dispuestos a hacerlo, no hay suficientes lugares donde cargar. Es cierto que muchas estaciones de servicio y gasolineras han comprendido esto y han mejorado sus servicios de carga (y cobran por ello), incluso las low-cost.
Además, hay un mayor número de cargadores en restaurantes y en la calle. En este momento, los grandes comercios saben que no es suficiente con tener solo unos pocos puntos de carga en su estacionamiento, y muchos han decidido expandir su infraestructura de carga.
Ahora que la necesidad de cargar vehículos eléctricos se ha convertido en una cuestión relevante para muchos y ya no es algo circunstancial, es hora de comenzar a cobrar por estos servicios. Y esto es completamente legítimo si a cambio se ofrece un buen servicio, es decir, potencia de carga adecuada y una amplia disponibilidad de cargadores.
Si tengo la opción de cargar mi vehículo eléctrico a una potencia de 100 kW, por ejemplo, a un precio razonable mientras realizo mis compras, quizás valga la pena hacer las compras semanales en un supermercado que ofrezca esta opción. De esta manera, podría tener suficiente autonomía para recorrer varios cientos de kilómetros, dependiendo del vehículo y del tiempo que tardé en realizar mis compras.
Por esta razón, Mercadona planea aumentar su infraestructura de carga de los 2.000 puntos de carga con una potencia limitada de 3,7 kW que tiene actualmente, a contar con 5.000 cargadores de 22 kW dentro de dos años.
Y no son los únicos, Lidl ya cuenta con más de 250 puntos de carga con una potencia de 22 kW, Ahorra más y tiene planes de contar con hasta 450 cargadores con potencias de 7,4 y 22 kW, Carrefour está ampliando su red de recarga, y la mayoría de los centros de El Corte Inglés tienen puntos de carga con potencias entre 3,7 kW y 22 kW. Makro también se ha unido a este grupo.
Leroy Merlin ha tomado la delantera y hace dos años comenzó a crear una red de hasta 400 puntos de carga que permiten cargar a potencias entre 50 kW y 350 kW. Y ahora, los propietarios del grupo Leroy Merlin (Grupo Mullinez) planean instalar puntos de carga en otras de sus tiendas.
Decathlon también se une a esta iniciativa y ha anunciado su acuerdo con EDP para instalar más de 400 puntos de carga en 39 de sus tiendas en España y en uno de sus centros logísticos. EDP será responsable de la instalación, operación y soporte de los cargadores, que se encontrarán ubicados en los estacionamientos de Decathlon.
Según anuncia Decathlon, los puntos de carga serán de diferentes tipos y precios, dependiendo de las necesidades de cada ubicación. Habrá cargadores de 22 kW, 50 kW y 150 kW, lo que significa que habrá opciones de carga rápida, semirápida y ultra rápida. Los cargadores más potentes estarán disponibles las 24 horas del día, mientras que se supone que el resto solo serán accesibles durante las horas de apertura de la tienda.
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