Demasiada teatralidad en el equipo de gobierno del PP para justificar lo injustificable. Saben que habrá gasolinera en Rafalafena y utilizan a los vecinos como ariete para no asumir responsabilidades.
Me abruma tanta teatralidad. Ahora entiendo porque el bufón de la villa y corte fue nombrado hijo predilecto. El equipo municipal de gobierno del PP (curioso es que las concejalías que mejor funcionan son las de Vox, les gusta trabajar), va de payasada en payasada, aunque no para reír, sino para llorar. Cuando todavía no está resuelto el problema de los árboles tóxicos de la plaza Juan XXIII, a falta de un estudio estéril (que poco le costaba al edil Ramírez ordenar la tala de la arboleda y su sustitución por otros ejemplares), otro conflicto vecinal asoma en el horizonte, la ubicación de una gasolinera en el barrio de Rafalafena.
No me creo que el consistorio no supiera nada, tanto en los orígenes de la tramitación de la actividad como en la declaración ambiental del pasado 17 de julio, y en el caso de que fuera así denotaría una deliberada falta de gestión y desinterés ciudadano, en el primero de los casos en su labor de oposición al anterior ejecutivo municipal, y en la segunda situación cuando Begoña ya es alcaldesa y, por lo tanto, con mando en plaza y con toma de decisiones. Más aún con la anuencia de muchos técnicos y funcionarios municipales que actúan como comisarios políticos del Partido Popular.
Pero, para más inri, los alambicados argumentos utilizados por los responsables municipales para justificar lo injustificable no esconden más que un proceso en el que está ya todo decidido. “Haremos lo imposible para que no haya gasolinera” (eufemismo barato para decir que habrá gasolinera, de lo contrario se dice claramente que “no habrá gasolinera”). “Activaremos todos los mecanismos legales para que no haya estación de servicio” (solo faltaría que se entrase en la ilegalidad). “Promoveremos el consenso en contra de la ubicación del surtidor” (una obviedad, todos están en contra de la instalación).
A todo ello, la presidenta de la asociación de vecinos de Rafalafena, Vicky Amores, no tarda en retratarse (sabía muy bien que iba a ir una bencinera en el barrio), ponerse del lado del Ayuntamiento (del verdugo), y anuncia movilizaciones vecinales en diferido para no hacer mucho ruido y recuperar los años de vino y rosas enchufada, tras ocho años de ostracismo. Como se deja utilizar en beneficio propio. Todo muy teatral. Con un PSOE y Compromís que no se fían, y que ya conocen como actúa el PP, incluso afirmando que “mienten”. Por algo será. Al final, habrá gasolinera en Rafalafena, seguro. Es Toledo. No Castellón.
Vicente Cornelles
Escritor y periodista